El huracán Trump sopla en favor de López Obrador en México
El líder de Morena encuentra en el discurso del republicano una oportunidad para imponer su agenda nacionalista rumbo a las presidenciales de 2018
Luis Pablo Beauregard
México, El País
Con solo una semana en la Casa Blanca, el huracán Trump barrió con el presidente Enrique Peña Nieto y la diplomacia mexicana encabezada por el canciller Luis Videgaray. Tras el desastre, en México un político queda en pie: Andrés Manuel López Obrador. El veterano dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha llenado el vacío dejado por el Gobierno del PRI y los grandes partidos de oposición con su discurso nacionalista en defensa de México. La figura de El Peje, como lo llaman, gana calado en tiempos de crisis y obtiene réditos en su camino para obtener su tercera candidatura presidencial en 2018.
“Este escenario puede serle redituable a López Obrador”, considera José Antonio Crespo, politólogo e historiador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE). Ante la hostilidad mostrada por el nuevo inquilino de la Casa Blanca, López Obrador ha mostrado nuevamente su agudo olfato político. La semana pasada, un par de horas después de que Trump jurara el cargo como presidente en el Capitolio, López Obrador fue el primer político mexicano que le envió un mensaje. Lo hizo en dos eventos públicos desde la frontera, donde dio a conocer un decálogo de medidas para proteger los derechos de los migrantes. “Hay que tomar la iniciativa y ante la amenaza y el manejo perverso de la política de la incertidumbre fijar una postura clara, sin titubeos ni medias tintas”, dijo.
Tras la firma de Trump del decreto que puso en marcha el muro fronterizo con México, López Obrador pidió al Gobierno de Peña Nieto recurrir ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a tribunales internacionales para frenar la obra. Además, fue uno de los escasos líderes que no solicitó a Peña Nieto cancelar el encuentro con Trump el 31 de enero. En cambio, exigió a su rival representar a los mexicanos con dignidad y enfrentar al magnate republicano en su visita a la capital de Estados Unidos.
En febrero, López Obrador visitará las comunidades mexicanas en Los Ángeles y Chicago. El momento será inmejorable para impulsar su proyecto en un ambiente adverso, pues ha anunciado que Morena pagará un centenar de abogados y otros tantos traductores para asistir a los migrantes. Con la visita a Estados Unidos, el político ampliará una gira que inició en 2006 tras ser derrotado en las urnas y que lo ha llevado a recorrer los más de 2.000 municipios de México en al menos dos ocasiones. El eterno viaje de El Peje se ha puesto en pausa en escasas ocasiones. Una de ellas, al inicio de 2014, cuando sufrió un infarto.
“En un futuro veremos a López Obrador como el último defensor del nacionalismo revolucionario”, considera Fernando Dworak, un consultor legislativo y analista político. Dos veces excandidato presidencial por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), López Obrador es conocido por reverenciar a Lázaro Cardenas y Benito Juárez, dos expresidentes que pusieron resistencia a los abusos de Washington a México. “Eso lo hace importante frente al total vacío que representa el discurso desgastado del PRI”.
El político originario de Tabasco, al sur de México, ha sido muy cuidadoso en su tercer intento por llegar a Los Pinos. Como lo hizo en 2006 y 2012, el exjefe de Gobierno del Distrito Federal ha diseñado un delicado viraje al centro político para alejarse de la etiqueta de radical que la derecha le endilgó hace 11 años.
López Obrador presentó esta semana un grupo de expertos que lo ayudará en la campaña. El gabinete alternativo estará coordinado por Alfonso Romo, un acaudalado hombre de negocios originario de Ciudad de México pero gran conocedor de Monterrey, la capital industrial del país. El empresario amasó una gran fortuna con compañías de la agroindustria y el sector de los seguros. Romo ya tiene experiencia en la política porque acompañó a López Obrador en su malograda campaña de 2012. “Es un claro mensaje al sector privado y a los empresarios timoratos que fueron fundamentales para frustrar la elección de AMLO en 2006”, considera el académico Lorenzo Meyer.
El grupo de expertos combinaba a los fieles de López Obrador con caras nuevas. Entre los incondicionales se encuentran Claudia Sheinbaum, que se encargará del área política; Laura Esquivel, enfocada a Cultura; y Adrián Rodríguez, un financiero vinculado a Alfonso Romo, en el área económica.
Sin embargo, la incorporación de Esteban Moctezuma, un exsecretario de Gobernación (Interior) del Gobierno priísta de Ernesto Zedillo, agitó a las bases. “No gustó a los sectores más radicales”, admitió un funcionario cercano a López Obrador. Moctezuma, que se encargará de Desarrollo Social, llevaba casi 17 años fuera de la política. No obstante, está fuertemente vinculado a la Fundación Televisión Azteca, el brazo asistencial de la compañía del polémico Ricardo Salinas Pliego. "Aporta más de lo que resta", agregó el político lopezobradorista que prefirió mantenerse en el anonimato.
La fundación, dirigida por Moctezuma, recaudó 308 millones de pesos (14 millones de dólares) tan solo el año pasado. José Antonio Crespo percibe en el gesto otro apoyo “claro y abierto” de TV Azteca a las aspiraciones presidenciales de López Obrador. La televisora ya tiene historia con el político tabasqueño porque en 2006 respaldó su candidatura.
“Moctezuma es de lo más moderado que se puede buscar”, asegura Lorenzo Meyer. El historiador cree que a pesar de su pasado priísta, el exfuncionario brinda experiencia a los cuadros de Morena, que no tienen práctica en el ejercicio del poder. A los ojos de Meyer, el político tiene otra cualidad fundamental. “Es honrado. No hay muchos exsecretarios de Estado de los que se pueda afirmar eso”. La corrupción será uno de los temas centrales de la elección de 2018. Por ello la honestidad es una de las principales bazas de López Obrador. A pesar de llevar una década en campaña y bajo los reflectores nadie ha podido sacarle a la luz algún escándalo de corrupción después de 2006.
López Obrador es apodado como un pez endémico del sureste mexicano. El pejelagarto es veloz y escurridizo, las mismas cualidades que tiene el tabasqueño en la política mexicana. Los próximos meses, López Obrador navegará con cierta calma hacia su tercera candidatura presidencial. En campaña, sin embargo, tendrá que estar pendiente de evitar a su peor enemigo: él mismo.
Luis Pablo Beauregard
México, El País
Con solo una semana en la Casa Blanca, el huracán Trump barrió con el presidente Enrique Peña Nieto y la diplomacia mexicana encabezada por el canciller Luis Videgaray. Tras el desastre, en México un político queda en pie: Andrés Manuel López Obrador. El veterano dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha llenado el vacío dejado por el Gobierno del PRI y los grandes partidos de oposición con su discurso nacionalista en defensa de México. La figura de El Peje, como lo llaman, gana calado en tiempos de crisis y obtiene réditos en su camino para obtener su tercera candidatura presidencial en 2018.
“Este escenario puede serle redituable a López Obrador”, considera José Antonio Crespo, politólogo e historiador del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE). Ante la hostilidad mostrada por el nuevo inquilino de la Casa Blanca, López Obrador ha mostrado nuevamente su agudo olfato político. La semana pasada, un par de horas después de que Trump jurara el cargo como presidente en el Capitolio, López Obrador fue el primer político mexicano que le envió un mensaje. Lo hizo en dos eventos públicos desde la frontera, donde dio a conocer un decálogo de medidas para proteger los derechos de los migrantes. “Hay que tomar la iniciativa y ante la amenaza y el manejo perverso de la política de la incertidumbre fijar una postura clara, sin titubeos ni medias tintas”, dijo.
Tras la firma de Trump del decreto que puso en marcha el muro fronterizo con México, López Obrador pidió al Gobierno de Peña Nieto recurrir ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a tribunales internacionales para frenar la obra. Además, fue uno de los escasos líderes que no solicitó a Peña Nieto cancelar el encuentro con Trump el 31 de enero. En cambio, exigió a su rival representar a los mexicanos con dignidad y enfrentar al magnate republicano en su visita a la capital de Estados Unidos.
En febrero, López Obrador visitará las comunidades mexicanas en Los Ángeles y Chicago. El momento será inmejorable para impulsar su proyecto en un ambiente adverso, pues ha anunciado que Morena pagará un centenar de abogados y otros tantos traductores para asistir a los migrantes. Con la visita a Estados Unidos, el político ampliará una gira que inició en 2006 tras ser derrotado en las urnas y que lo ha llevado a recorrer los más de 2.000 municipios de México en al menos dos ocasiones. El eterno viaje de El Peje se ha puesto en pausa en escasas ocasiones. Una de ellas, al inicio de 2014, cuando sufrió un infarto.
“En un futuro veremos a López Obrador como el último defensor del nacionalismo revolucionario”, considera Fernando Dworak, un consultor legislativo y analista político. Dos veces excandidato presidencial por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), López Obrador es conocido por reverenciar a Lázaro Cardenas y Benito Juárez, dos expresidentes que pusieron resistencia a los abusos de Washington a México. “Eso lo hace importante frente al total vacío que representa el discurso desgastado del PRI”.
El político originario de Tabasco, al sur de México, ha sido muy cuidadoso en su tercer intento por llegar a Los Pinos. Como lo hizo en 2006 y 2012, el exjefe de Gobierno del Distrito Federal ha diseñado un delicado viraje al centro político para alejarse de la etiqueta de radical que la derecha le endilgó hace 11 años.
López Obrador presentó esta semana un grupo de expertos que lo ayudará en la campaña. El gabinete alternativo estará coordinado por Alfonso Romo, un acaudalado hombre de negocios originario de Ciudad de México pero gran conocedor de Monterrey, la capital industrial del país. El empresario amasó una gran fortuna con compañías de la agroindustria y el sector de los seguros. Romo ya tiene experiencia en la política porque acompañó a López Obrador en su malograda campaña de 2012. “Es un claro mensaje al sector privado y a los empresarios timoratos que fueron fundamentales para frustrar la elección de AMLO en 2006”, considera el académico Lorenzo Meyer.
El grupo de expertos combinaba a los fieles de López Obrador con caras nuevas. Entre los incondicionales se encuentran Claudia Sheinbaum, que se encargará del área política; Laura Esquivel, enfocada a Cultura; y Adrián Rodríguez, un financiero vinculado a Alfonso Romo, en el área económica.
Sin embargo, la incorporación de Esteban Moctezuma, un exsecretario de Gobernación (Interior) del Gobierno priísta de Ernesto Zedillo, agitó a las bases. “No gustó a los sectores más radicales”, admitió un funcionario cercano a López Obrador. Moctezuma, que se encargará de Desarrollo Social, llevaba casi 17 años fuera de la política. No obstante, está fuertemente vinculado a la Fundación Televisión Azteca, el brazo asistencial de la compañía del polémico Ricardo Salinas Pliego. "Aporta más de lo que resta", agregó el político lopezobradorista que prefirió mantenerse en el anonimato.
La fundación, dirigida por Moctezuma, recaudó 308 millones de pesos (14 millones de dólares) tan solo el año pasado. José Antonio Crespo percibe en el gesto otro apoyo “claro y abierto” de TV Azteca a las aspiraciones presidenciales de López Obrador. La televisora ya tiene historia con el político tabasqueño porque en 2006 respaldó su candidatura.
“Moctezuma es de lo más moderado que se puede buscar”, asegura Lorenzo Meyer. El historiador cree que a pesar de su pasado priísta, el exfuncionario brinda experiencia a los cuadros de Morena, que no tienen práctica en el ejercicio del poder. A los ojos de Meyer, el político tiene otra cualidad fundamental. “Es honrado. No hay muchos exsecretarios de Estado de los que se pueda afirmar eso”. La corrupción será uno de los temas centrales de la elección de 2018. Por ello la honestidad es una de las principales bazas de López Obrador. A pesar de llevar una década en campaña y bajo los reflectores nadie ha podido sacarle a la luz algún escándalo de corrupción después de 2006.
López Obrador es apodado como un pez endémico del sureste mexicano. El pejelagarto es veloz y escurridizo, las mismas cualidades que tiene el tabasqueño en la política mexicana. Los próximos meses, López Obrador navegará con cierta calma hacia su tercera candidatura presidencial. En campaña, sin embargo, tendrá que estar pendiente de evitar a su peor enemigo: él mismo.