El Atleti pasa sin despejar dudas
El equipo de Mendilibar fue capaz de remontar el gol de Giménez, pero el jugador de Crevillente firmó el empate a falta de cuatro minutos.
Patricia Cazón
As
Al final el trámite resultó entretenido. Muy al final, también hay que decirlo. Porque después de setenta minutos de casi nada, los últimos veinte se hicieron cortos. O largos, depende de quien mirara el reloj. Si para Mendilibar eran como agua que se escurre de las manos visto y no visto, a Simeone se le paraba el tiempo si Pedro León tocaba un balón: fue pisar la hierba el murciano y Enrich y el marcador voltearse. Del 0-1 a un 2-1 inquietante, cuanto menos, para el Cholo. Quién lo hubiera dicho al principio.
Porque el principio de este Eibar-Atleti se hizo largo, muy largo. La eliminatoria ya venía como trámite por el 3-0 de la ida en el Calderón y trámite tirando a amistoso era para todos menos para un chaval, Josué, que debutaba en el Eibar y era como un niño la primera vez en un parque de atracciones: quería montarse en todo y en todo se montaba.
Comenzó lanzando ataques por su banda o la de Bebé, corriendo como una centella, pero, pronto, como esos no encontraron rematador, se pasó al plan B: lanzar los balones a la portería de Moyá directamente él. Una volea fortísima en el 27’ obligó al portero rojiblanco a volar, atajar y quitarse el sudor de la frente. Fue un casi muy casi, la ocasión más clara de la primera parte. Así de descarado salió el chaval.
Gameiro contestó en la jugada siguiente, pero tenía el día sin puntería, Yoel atajó y ya: no hubo más noticias de ninguno de los dos equipos en las áreas hasta el descanso. Lo que pasó fue solo el tiempo. Y este puede hacerse tremendamente largo con el termómetro a menos dos y sin techo en Ipurua.
Que la segunda parte sería distinta se supo a los tres minutos de que ésta comenzara. La tarde seguiría fría pero al menos ya tendría el calor de los goles. El primero lo hizo Giménez, que saltó como un coloso ante Sarriegi (otro debutante, todo candidez) para rematar un córner. El uruguayo se comió al chaval para enviar, impecable, el balón a la escuadra y ponerle el 0-1 al partido. El ritmo, eso sí, seguía trotón: nada por aquí, poco por allá.
Sin Griezmann, en Madrid de día libre, sin que Torres y Gameiro tuvieran ocasiones y sin que Correa estuviera acertado en una contra, Simeone quiso ponerle sal al trámite dando entrada a Koke y Carrasco (a la derecha, por cierto). Pero la sal de verdad la tenía escondida Mendilibar en su banco: fue entrar Sergi Enrich y Pedro León y cambiar el partido para siempre.
Treinta segundos tardó el segundo en enviar un balón a la cruceta de Moyá tan fuerte que el golpe cimbreó los cimientos de Ipurua. La réplica se concentró toda bajo los pies de Simeone: Enrich se hizo con el rechace y lo envió a la red de Moyá con un escorzo de medio espuela. Siete minutos después, el Eibar ya ganaba: fue Pedro León el que batiría a Moyá con un genial zurdazo.
La remontada del Eibar en los cuartos seguía siendo imposible, tres goles más necesitaba, pero en la cabeza del Cholo el larguísimo último minuto de los octavos de Copa ante Las Palmas, y la remontada del Athletic el domingo en San Mamés, y lo difícil que era antes hacerle dos goles al Atleti cuando él te marcaba uno. Es decir, un come-come. Y los nervios ahí, filtrándose gota a gota si Pedro León se echaba una carrera.
Entonces apareció Juanfran, que con la entrada de Vrsaljko jugaba de interior derecho y cumplió como siempre ahí: luciendo pegada. Su vaselina en carrera pilló a contrapié primero a Gálvez y Mauro y después a Yoel para hacer el 2-2. Deshizo los nervios, y la posible derrota en Ipurua, pero no espanta las dudas que últimamente deja el Atleti. Eso sí, mientras se encuentra, sigue adelante. Ya es semifinalista de Copa.
Patricia Cazón
As
Al final el trámite resultó entretenido. Muy al final, también hay que decirlo. Porque después de setenta minutos de casi nada, los últimos veinte se hicieron cortos. O largos, depende de quien mirara el reloj. Si para Mendilibar eran como agua que se escurre de las manos visto y no visto, a Simeone se le paraba el tiempo si Pedro León tocaba un balón: fue pisar la hierba el murciano y Enrich y el marcador voltearse. Del 0-1 a un 2-1 inquietante, cuanto menos, para el Cholo. Quién lo hubiera dicho al principio.
Porque el principio de este Eibar-Atleti se hizo largo, muy largo. La eliminatoria ya venía como trámite por el 3-0 de la ida en el Calderón y trámite tirando a amistoso era para todos menos para un chaval, Josué, que debutaba en el Eibar y era como un niño la primera vez en un parque de atracciones: quería montarse en todo y en todo se montaba.
Comenzó lanzando ataques por su banda o la de Bebé, corriendo como una centella, pero, pronto, como esos no encontraron rematador, se pasó al plan B: lanzar los balones a la portería de Moyá directamente él. Una volea fortísima en el 27’ obligó al portero rojiblanco a volar, atajar y quitarse el sudor de la frente. Fue un casi muy casi, la ocasión más clara de la primera parte. Así de descarado salió el chaval.
Gameiro contestó en la jugada siguiente, pero tenía el día sin puntería, Yoel atajó y ya: no hubo más noticias de ninguno de los dos equipos en las áreas hasta el descanso. Lo que pasó fue solo el tiempo. Y este puede hacerse tremendamente largo con el termómetro a menos dos y sin techo en Ipurua.
Que la segunda parte sería distinta se supo a los tres minutos de que ésta comenzara. La tarde seguiría fría pero al menos ya tendría el calor de los goles. El primero lo hizo Giménez, que saltó como un coloso ante Sarriegi (otro debutante, todo candidez) para rematar un córner. El uruguayo se comió al chaval para enviar, impecable, el balón a la escuadra y ponerle el 0-1 al partido. El ritmo, eso sí, seguía trotón: nada por aquí, poco por allá.
Sin Griezmann, en Madrid de día libre, sin que Torres y Gameiro tuvieran ocasiones y sin que Correa estuviera acertado en una contra, Simeone quiso ponerle sal al trámite dando entrada a Koke y Carrasco (a la derecha, por cierto). Pero la sal de verdad la tenía escondida Mendilibar en su banco: fue entrar Sergi Enrich y Pedro León y cambiar el partido para siempre.
Treinta segundos tardó el segundo en enviar un balón a la cruceta de Moyá tan fuerte que el golpe cimbreó los cimientos de Ipurua. La réplica se concentró toda bajo los pies de Simeone: Enrich se hizo con el rechace y lo envió a la red de Moyá con un escorzo de medio espuela. Siete minutos después, el Eibar ya ganaba: fue Pedro León el que batiría a Moyá con un genial zurdazo.
La remontada del Eibar en los cuartos seguía siendo imposible, tres goles más necesitaba, pero en la cabeza del Cholo el larguísimo último minuto de los octavos de Copa ante Las Palmas, y la remontada del Athletic el domingo en San Mamés, y lo difícil que era antes hacerle dos goles al Atleti cuando él te marcaba uno. Es decir, un come-come. Y los nervios ahí, filtrándose gota a gota si Pedro León se echaba una carrera.
Entonces apareció Juanfran, que con la entrada de Vrsaljko jugaba de interior derecho y cumplió como siempre ahí: luciendo pegada. Su vaselina en carrera pilló a contrapié primero a Gálvez y Mauro y después a Yoel para hacer el 2-2. Deshizo los nervios, y la posible derrota en Ipurua, pero no espanta las dudas que últimamente deja el Atleti. Eso sí, mientras se encuentra, sigue adelante. Ya es semifinalista de Copa.