Dos izquierdas incompatibles se la juegan en Francia

Valls acude con desventaja a la segunda vuelta de las primarias para elegir candidato del Partido Socialista al Elíseo

Carlos Yárnoz
París, El País
“Mi corazón está a la izquierda. Quiero redistribuir la riqueza”. Con tono firme y discurso soñador, el izquierdista Benoît Hamon respondió así al reformista Manuel Valls cuando este le afeaba “no ser creíble” en el último debate de las primarias socialistas para elegir candidato al Elíseo. Representan las dos izquierdas incompatibles en las que ha derivado la socialdemocracia europea, desalojada del poder porque pierde apoyos por doquier. Es el turno de Francia y, como en casos anteriores, el ala izquierdista, la que lidera Hamon, lleva este domingo las de ganar.


Los dos vestían traje y corbata azul y camisa blanca. Ningún parecido más. El Astérix de Europa, como llama al exministro Hamon uno de sus colaboradores, repudia que la sociedad pivote sobre el culto al trabajo y al crecimiento, “un mito”. Ha basado su sorprendente ascenso en originales propuestas como un salario social universal de 750 euros o el impuesto a los robots. “Las ideas nuevas, las de la izquierda, de progreso, siempre han sido calificadas de utopía”. De 288 diputados socialistas le apoyan 88 del ala crítica y ningún miembro del Gobierno.

En el polo opuesto, el pragmático y coherente ex primer ministro. Con las reformas social-liberales de François Hollande y suyas, Valls se ha publicitado como el candidato de “la sociedad de trabajo, de las nóminas”. Le apoyan 202 diputados, 20 ministros y secretarios de Estado y la cúpula del Partido Socialista.

Ese pragmatismo de la izquierda en el Gobierno se ha traducido en decisiones inexistentes en el programa electoral de Hollande, como los 40.000 millones de ventajas fiscales para las empresas o la reforma laboral. En otros países, se concretaron en austeridad y/o rescates.

Como consecuencia, la izquierda ha perdido apoyos y se ha dividido entre reformistas y socialistas clásicos, que han pasado a controlar los partidos con el apoyo de la militancia. Mientras, decepcionados votantes de izquierda han engrosado nuevas formaciones populistas de izquierda radical o de extrema derecha.

Grecia ha sido un ejemplo. Los socialistas del Pasok pasaron del Gobierno a la insignificancia, mientras los radicales de Syriza recogían a los decepcionados. En España, el PSOE perdió el Gobierno y millones de sus votos fueron a Podemos.

El laborismo británico ha sufrido efectos similares. Los militantes entregaron el partido al radical Jeremy Corbyn y relegaron a los anteriores dirigentes de centroizquierda. En Alemania, las dos izquierdas cohabitan de mala gana desde que el SPD gobierna con los conservadores. El último caso es el de Italia, donde la izquierda radical y los populistas del Movimiento 5 Estrellas (M5S) se han llevado por delante al reformista Matteo Renzi.

Es el turno de Francia. Los reformistas han intentado reaccionar, pero ya era tarde. “Pusimos en marcha un proyecto que quizás no era el adecuado para la crisis”, reconoce el diputado Christophe Caresche, peso pesado del entorno de Valls.

Hamon, por el contrario, recoge los frutos de su oposición interna. Expulsado del Gobierno en 2014, el exministro de Educación y exaliado de Valls ha votado en contra o se ha abstenido en leyes claves como la reforma laboral.

Contra todo pronóstico, ganó a Valls en la primera vuelta de estas primarias y será el triunfador este domingo en la segunda, según los sondeos. La clave, su ruptura con lo establecido. Como cuando en 2012, siendo ya ministro, Astérix acudía a los mítines al volante de su humilde Opel Corsa acarreando militantes.

“Los franceses no quieren candidatos del sistema”, afirma su cercano colaborador. “La gente busca desesperadamente la novedad”, asegura en una charla con corresponsales el histórico socialista Jean-Louis Bianco, secretario general del Elíseo con el mítico François Mitterrand.

Duda Hamon de que las élites del PS asuman su liderazgo. Incluye a Hollande y Valls, a los que ha amargado la legislatura. Por el contrario, teme que apoyen al centrista Emmanuel Macron, que sube en las encuestas como la espuma. “Tendrán que irse del partido. Irán sin la marca del PS”, dice el colaborador, “a las presidenciales y a las legislativas de junio”.

No es una conjetura. Una veintena de diputados socialistas ya lo ha hecho. La poderosa ministra Ségolène Royal, madre de los cuatro hijos de Hollande, también apoya al exministro de Economía. Con este argumento: “¿Qué hacemos para asegurarnos la presencia de la izquierda en la segunda vuelta de las presidenciales? Si hay varios candidatos de izquierda, no tendremos ninguna oportunidad”.

El posible aliado de Hamon sería Jean-Luc Mélenchon. Apoyado como candidato de Francia Insumisa por los comunistas, este dirigente del PS hasta 2008 exhibe en su despacho un cartel de Podemos, “aunque tengo mis discrepancias con Pablo Iglesias”, avisa.

En su 112 cumpleaños, el PS afronta una crisis ideológica, pero también de supervivencia. Los socialistas europeos contienen la respiración.


Utopía frente a pragmatismo

PROPUESTAS DE BENOÎT HAMON

. Crear un salario social universal de 750 euros.

. Subir un 10% el salario mínimo (hoy 1.480 euros)

. Limitar los sueldos de los ejecutivos.

. Derogar la reforma laboral.

. Prohibir la venta de coches de diésel a partir de 2025.

. Legalizar la marihuana.

. Moratoria del límite del 3% de déficit en la UE.

. Por la armonización fiscal y social en Europa.

. Contra el Acuerdo de Libre Comercio con EE UU (TAFTA).

. Por una alianza militar europea alternativa a la OTAN.

PROPUESTAS DE MANUEL VALLS

. Garantizar un ingreso mínimo a los más necesitados.

. Eliminar el gravamen fiscal a las horas extraordinarias.

. Bajar los impuestos a las clases populares.

. Instaurar el servicio cívico obligatorio.

. 10.000 plazas en nuevas prisiones. (hay 70.000 presos)

. Suprimir el derecho al decreto del Gobierno.

. Respetar el límite del 3% de déficit.

. Por la armonización fiscal y social en Europa.

. Contra el Acuerdo de Libre Comercio con EE UU (TAFTA).

. Por una alianza militar europea alternativa a la OTAN.

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