Contundente victoria del Madrid sobre Sevilla
El Real Madrid, sin la BBC, presumió de plantilla y redujo a cenizas al Sevilla de la mano de James, autor de dos goles. Varane completó el triunfo blanco.
Luis Nieto
As
Un año da para mucho. En el caso de Zidane, para tres títulos cuando el club le encomendó la misión de pasar al enfermo a planta. Florentino contrató un negociador y ha acabado encontrando un estratega. Sin seis de los titulares que conquistaron la Champions su plan desarmó al mejor Sevilla de los últimos tiempos. El duelo dejó la evidencia de una plantilla bien dirigida y muy motivada y de un James que no se ha abandonado en el banquillo. Zidane le sustituyó para que se individualizase la aclamación. Eso también es entrenar.
Con una alineación más próxima a la visita a la Cultural Leonesa que a la del último Clásico, el Madrid cayó sobre el Sevilla con brío y juego. Zidane ha conseguido que una plantilla suntuosa tenga máxima utilidad a base de mantenerla muy activa, de repartir partidos, esfuerzos y premios. Esta vez se perdonó a la BBC al completo, en una rotación extrema, sin dejar de hacer caja. Y van 38 partidos. Fue, definitivamente, un triunfo de autor, firmado a contracorriente.
Se rindió el Sevilla
El Sevilla, que parecía traer la letra y la música, el plan y unos futbolistas estupendos, resultó un grupo escultórico en la primera mitad. No recuperó cerca de Casilla, pretensión ambiciosa de Sampaoli, el hombre que se atrevió a tocar lo que funcionaba para hacerlo funcionar mejor, y traspapeló la salida del balón ante un Madrid mejor que el que tomó las vacaciones navideñas. La ocurrencia de Ganso, un jugador con fantasía y sin constancia, ablandó al equipo. Y a Correa le faltó el instinto del nueve para representar el papel aunque siempre ofreció desmarque. Nasri desapareció sin dejar rastro.
El Madrid, con un equipo muy físico, llevó la línea del frente muy arriba y le dio carrete a sus dos laterales, que no encontraron freno. Nadie pudo detener, tampoco, a Modric, que saltó la línea del centro del campo con movimientos de patinador y se adentró incluso en los terrenos del rematador. James también vendió bien su mejoría, con dos goles que tranquilizan su ánimo y el ambiente general. Utilizó la insatisfacción en beneficio propio. Su entusiasmo fue un mensaje de que pretende progresar.
Los goles
El Sevilla comenzó a deshacerse con una pérdida de Nzonzi, que manejó mal un pase comprometido y cayó en la emboscada de Casemiro, que empezó como socorrista y hoy es puntal. James le sacó todo el partido al robo con un zurdazo perfecto desde fuera del área. La precisión de su izquierda siempre ha estado libre de sus peripecias.
A partir de ahí el partido fue de un Madrid repleto de subalternos soberbios (Nacho y Asensio especialmente), pero con truco: su centro del campo era el de gala. Modric mandó una media chilena al palo y un cabezazo de Varane disparó la ventaja ante un Sevilla que no se entendía ni con el partido ni con Mateu Lahoz, al que reclamó, con cierta razón, una falta a Rami en el córner que provocó el 2-0, y el penalti a Modric, por empujón de Mariano en lance donde manotearon todos y sólo cayó el croata.
Entre una y otra polémica el Sevilla se dejó dos buenas oportunidades, de Correa y Vitolo, ambas resueltas por Casilla, otro reservista con altísimo sentido del deber. Al otro lado, Morata sembró mucho sin recoger nada.
Con la pieza cobrada, el Madrid se perpetuó en el partido con el control de la pelota y acometidas cada vez más esporádicas, casi todas impulsadas por Marcelo. El Sevilla siguió en las barricadas y se guardó la caballería. La eliminatoria llega casi muerta al Pizjuán sin que el Madrid agotara sus mejores piernas. Zidane sopló feliz su primera vela.
Luis Nieto
As
Un año da para mucho. En el caso de Zidane, para tres títulos cuando el club le encomendó la misión de pasar al enfermo a planta. Florentino contrató un negociador y ha acabado encontrando un estratega. Sin seis de los titulares que conquistaron la Champions su plan desarmó al mejor Sevilla de los últimos tiempos. El duelo dejó la evidencia de una plantilla bien dirigida y muy motivada y de un James que no se ha abandonado en el banquillo. Zidane le sustituyó para que se individualizase la aclamación. Eso también es entrenar.
Con una alineación más próxima a la visita a la Cultural Leonesa que a la del último Clásico, el Madrid cayó sobre el Sevilla con brío y juego. Zidane ha conseguido que una plantilla suntuosa tenga máxima utilidad a base de mantenerla muy activa, de repartir partidos, esfuerzos y premios. Esta vez se perdonó a la BBC al completo, en una rotación extrema, sin dejar de hacer caja. Y van 38 partidos. Fue, definitivamente, un triunfo de autor, firmado a contracorriente.
Se rindió el Sevilla
El Sevilla, que parecía traer la letra y la música, el plan y unos futbolistas estupendos, resultó un grupo escultórico en la primera mitad. No recuperó cerca de Casilla, pretensión ambiciosa de Sampaoli, el hombre que se atrevió a tocar lo que funcionaba para hacerlo funcionar mejor, y traspapeló la salida del balón ante un Madrid mejor que el que tomó las vacaciones navideñas. La ocurrencia de Ganso, un jugador con fantasía y sin constancia, ablandó al equipo. Y a Correa le faltó el instinto del nueve para representar el papel aunque siempre ofreció desmarque. Nasri desapareció sin dejar rastro.
El Madrid, con un equipo muy físico, llevó la línea del frente muy arriba y le dio carrete a sus dos laterales, que no encontraron freno. Nadie pudo detener, tampoco, a Modric, que saltó la línea del centro del campo con movimientos de patinador y se adentró incluso en los terrenos del rematador. James también vendió bien su mejoría, con dos goles que tranquilizan su ánimo y el ambiente general. Utilizó la insatisfacción en beneficio propio. Su entusiasmo fue un mensaje de que pretende progresar.
Los goles
El Sevilla comenzó a deshacerse con una pérdida de Nzonzi, que manejó mal un pase comprometido y cayó en la emboscada de Casemiro, que empezó como socorrista y hoy es puntal. James le sacó todo el partido al robo con un zurdazo perfecto desde fuera del área. La precisión de su izquierda siempre ha estado libre de sus peripecias.
A partir de ahí el partido fue de un Madrid repleto de subalternos soberbios (Nacho y Asensio especialmente), pero con truco: su centro del campo era el de gala. Modric mandó una media chilena al palo y un cabezazo de Varane disparó la ventaja ante un Sevilla que no se entendía ni con el partido ni con Mateu Lahoz, al que reclamó, con cierta razón, una falta a Rami en el córner que provocó el 2-0, y el penalti a Modric, por empujón de Mariano en lance donde manotearon todos y sólo cayó el croata.
Entre una y otra polémica el Sevilla se dejó dos buenas oportunidades, de Correa y Vitolo, ambas resueltas por Casilla, otro reservista con altísimo sentido del deber. Al otro lado, Morata sembró mucho sin recoger nada.
Con la pieza cobrada, el Madrid se perpetuó en el partido con el control de la pelota y acometidas cada vez más esporádicas, casi todas impulsadas por Marcelo. El Sevilla siguió en las barricadas y se guardó la caballería. La eliminatoria llega casi muerta al Pizjuán sin que el Madrid agotara sus mejores piernas. Zidane sopló feliz su primera vela.