A falta de Cristiano, Ramos

Dos goles del central hicieron al Real Madrid campeón de invierno. El portugués estuvo ciego ante la puerta rival. El Bernabéu acabó pidiendo la hora.


Luis Nieto
As
A falta de Cristiano, Sergio Ramos, nueve de guardia que convirtió al Madrid en campeón de invierno en un clima de inquietud. El Madrid, definitivamente, ha dejado de levitar. Abandonado por sus figuras, con Cristiano y Benzema (algún pito escuchó cuando le cambiaron) a la cabeza, jugadores de marca blanca como Nacho o Lucas Vázquez dirigieron el rescate. El Málaga estuvo por encima de las expectativas y dejó el aviso de que al Madrid no le salvará en Vigo un partido como el esta tarde.


Con una hora de adelanto sobre el huso horario que domina, Sergio Ramos dio el estirón. Un cabezazo tremendo, casi desde el punto de penalti, a la salida de un córner, del tantas veces redentor del Madrid dio pasaporte al Málaga, un equipo muy afeitado por las lesiones pero que supo sortear el azote blanco hasta el minuto 34. El capitán repitió ocho minutos después, en fuera de juego, con el mismo asistente, Kroos. Mandar a un central al combate es una de las muchas maneras que el Madrid tiene de ganar, más cuando está en reparación. Ramos, que ya es el cuarto goleador del equipo, evitó el remake de Kameni, que el curso pasado le dio un punto al Málaga con 14 paradas, y repitió su doblete de Múnich, historia sagrada el club.

Hasta entonces, el Madrid había sido Lucas Vázquez, que abrió gas por la derecha para hacer profundo al equipo y para dejar en evidencia a Cristiano y a Benzema. El portugués se dejó un mano a mano ante Kameni casi inexplicablemente. Llegó con ventaja y remató sin gracia, lance que delató que la borrasca no está en su edad ni en su físico, sino en su cabeza. Después repitió desatinos. Benzema tampoco anduvo operativo. Falló dos remates claros, uno en estrafalario intento de tacón.
El Málaga tomó el mando

La ventaja durmió al Madrid, con síntomas de agotamiento mental, y el Málaga fue entonces fuerza de ocupación. Marco Juanpi, alma del intento de remontada, y pudo repetir Chory un minuto después, en un Bernabéu deshecho por los nervios. Un gag cómico de Kameni, que no pudo frenar una cesión, y dos remates de Cristiano, uno al palo y otro sin colocación, fueron las respuestas de un Madrid incómodo.

La victoria no mitigó la preocupación clínica de un equipo que no sale de urgencias. Marcelo, que avisaba tras la derrota ante el Celta de su sobreeplotación, cayó a los 25 minutos. Un cromo que el Madrid no tiene repetido. Ni en la plantilla ni en el mercado. Zidane no metió a Danilo (dijo luego que se sentó lesionado en el banquillo), al que le había ahorrado otra colleja del Bernabéu, muestra de elegancia e inteligencia. Lo que le conviene al medio ambiente es hablar bien del brasileño pero poner a otro (infinitamente mejor). Nacho, en el caso que nos ocupa, jefe del servicio de mantenimiento en la plantilla porque domina muchos oficios. Espera una condecoración: que le pongan cuando todos estén sanos.

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