Un mandatario japonés visitará por primera vez Pearl Harbor

"Será una visita de reconciliación", dice Abe en vísperas del 75 aniversario del ataque nipón

Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
El valor de la alianza entre EE. UU. y Japón, dos antiguos enemigos. Ese es el mensaje que quiere transmitir el primer ministro japonés, Shinzo Abe, que viajará los próximos días 26 y 27 a la base naval estadounidense de Pearl Harbor para rendir homenaje a los caídos en el ataque japonés que decidió la entrada de EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial. “Será una visita de reconciliación”, ha afirmado en Tokio al anunciar el viaje.


Abe será el primer jefe de Gobierno japonés que visite la base, 75 años después de aquella agresión por sorpresa. Estará acompañado del presidente saliente de EEUU, Barack Obama, que en mayo pasado se convirtió a su vez en el primer jefe de Estado de su país que viajaba a Hiroshima, la ciudad contra la que Estados Unidos lanzó la primera bomba nuclear de la historia.

El 7 de diciembre de 1941, a las 7.48 hora local, más de 300 aviones japoneses empezaron a abrir fuego contra Pearl Harbor, en las cercanías de Honolulu, en Hawái. Durante las dos horas siguientes bombardearon incesantemente la base y dejaron más de 2.400 muertos estadounidenses y casi 1.200 heridos, mujeres y niños incluidos. La flota estadounidense del Pacífico quedó diezmada; Las fuerzas norteamericanas perdieron 188 aviones. Y la mentalidad de EE. UU. sufrió un profundo impacto: por primera vez, un país que se había creído protegido por los mares y los desiertos en sus fronteras, se vio expuesto a un ataque en su propio territorio. Para bien o para mal, ya no volvería a vivir ajeno a los problemas que ocurrieran en el resto del mundo.

Nadie espera que Abe pida disculpas. Tampoco las presentó Obama en su discurso en el cenotafio del Parque de la Paz en Hiroshima, en el que lanzó un encendido llamamiento a acabar con las bombas nucleares. “Será una visita para consolar a las almas de las víctimas”, ha indicado Abe. “Quiero mostrar al mundo la determinación a que los horrores de la guerra no se repitan nunca”.

“Los dos líderes mostrarán el poder de la reconciliación que ha vuelto a dos antiguos adversarios en los aliados más cercanos, unidos por intereses comunes y valores compartidos”, ha indicado la Casa Blanca en un comunicado.

La posibilidad de que Abe se desplazara a Pearl Harbor se planteó por primera vez en mayo, en torno a la visita histórica de Obama a Hiroshima. Pero el gobierno nipón rechazó entonces que hubiera planes al respecto. Sí visitó la base la esposa del primer ministro, Akie, que el pasado agosto depositó allí una ofrenda floral.

Pero si la visita de Abe mirará al pasado para tratar de curar definitivamente viejas heridas entre dos países que hoy son firmes aliados, también tendrá un ojo puesto en el futuro.

El viaje, que se completará con la última cumbre entre los dos mandatarios, llegará a menos de un mes de la investidura del próximo presidente estadounidense, Donald Trump. Tras el triunfo electoral del candidato republicano —una victoria que causó estupefacción en Tokio—, Abe quiere cerciorarse de que su país, una pieza clave en el giro hacia Asia de la política exterior y de seguridad de Obama, se mantiene como un socio prioritario para Washington en los próximos años.

“Quiero usar la oportunidad (de la visita) para mostrar al mundo la importancia para el futuro de un fortalecimiento más profundo de la alianza entre EE. UU. y Japón”, ha declarado Abe este lunes.

Abe fue el primer líder extranjero en reunirse con el futuro jefe de Estado, apenas días después de que se celebraran los comicios. Durante la campaña, Trump había afirmado que haría pagar a Japón —un país de Constitución pacifista— el coste de su defensa; también había anunciado el abandono del TPP, la alianza de libre comercio entre las dos orillas del Pacífico que habían abanderado Tokio y Washington y que el Congreso de EE. UU. no ha llegado a ratificar.

Aunque no ha trascendido el contenido de aquella reunión, de carácter no oficial dado que Trump aún no ha asumido la presidencia, Abe emergió expresando su seguridad de que Trump “es un líder en el que confiar”.

En la visión estratégica de Abe, en un Asia Pacífico en la que Trump y sus asesores parecen mirar a China con sospecha, y en la que el otro gran aliado de EE. UU., Corea del Sur, atraviesa momentos políticamente convulsos (su presidenta, la conservadora Park Geun-hye, ha puesto su cargo a disposición del Parlamento), Japón “cumple el papel de socio fiable” de Washington, explicaba el profesor Stephen Nagy, de la Universidad Internacional Cristiana, en una reciente charla con periodistas en Pekín.

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