Marruecos anuncia una operación para regularizar inmigrantes
Argelia deporta a cientos de subsaharianos detenidos en la capital
Francisco Peregil
Rabat, El País
El rey Mohamed VI impartió instrucciones este lunes para que se ponga en marcha “de inmediato” un proceso de integración de extranjeros en situación irregular. Marruecos ya fue pionero en África al iniciar en 2014 la primera regularización masiva de extranjeros efectuada en el continente. En ese momento consiguieron normalizar su situación 25.000 subsaharianos, según cifras oficiales. Ahora no se han ofrecido más detalles sobre cuándo comenzará lo que la agencia oficial MAP ha presentado como una “segunda fase” de aquella operación. Pero cuando el rey menciona la palabra “inmediato” los engranajes del Estado no suelen tardar mucho en reaccionar.
Desde que Marruecos inició las regularizaciones se esforzó en estrechar el cerco en la frontera de Ceuta y Melilla contra la inmigración ilegal. Sin embargo, los inmigrantes siguen intentando saltar las vallas que les separan de España. El viernes pasado, por ejemplo, 438 inmigrantes consiguieron llegar a Ceuta. Aunque gran parte de los subsaharianos que llegan al país aspiran a pasar a Europa algún día, también hay miles de ellos que se conforman con regularizar su situación en Marruecos.
El senegalés Diop Mountaga, presidente de la Asociación Kirikou, que atiende a niños subsaharianos y marroquíes y recibe subvenciones del Estado, reaccionó a la noticia cubriendo de elogios la figura de Mohamed VI. "La política migratoria de Marruecos es mejor que la de sus vecinos e incluso mejor que algunos países de Europa", indicó Mountaga a este diario.
El anuncio del monarca se produce tras concluir su enésima gira por países del África subsahariana (40 viajes desde que fuese coronado en 1999) y al mismo tiempo que en Argelia, su gran rival diplomático a causa del Sáhara Occidental, aún colea la polémica desatada tras una redada masiva contra inmigrantes subsaharianos efectuada en Argel entre el 1 y el 2 de diciembre.
La Liga Argelina por la Defensa de Derechos del Hombre (LADDH) denunció el 1 de diciembre una redada a cargo del delegado del Gobierno en Argel, en la que las autoridades apresaron en el barrio de Bouchebouk de forma “arbitraria y violenta” a “niños, embarazadas, enfermos, migrantes en situación irregular, demandadores de asilo y refugiados”. En menos de 48 horas fueron detenidos 1.400 inmigrantes, según este organismo.
Los inmigrantes fueron conducidos en autobús a la localidad sureña de Tamanrasset, desde donde empezaron a ser deportados cientos de ellos el pasado miércoles. La polémica se avivó con las declaraciones del abogado Farouk Ksentini, presidente de la Comisión Nacional Consultora de Promoción y Protección de Derechos del Hombre (CNCPPDH, por sus siglas en francés). Ksentini declaró el 5 de diciembre en una entrevista al diario Essawt El Akher que los argelinos se encuentran expuestos al riesgo de propagación del sida y de otras enfermedades de transmisión sexual “a causa de la presencia de inmigrantes”. Y añadió algo insostenible desde cualquier punto de vista médico: “Esas enfermedades son consideradas como una cosa habitual y normal en esta comunidad [de subsaharianos]”. Y remachó: “Los inmigrantes africanos no tienen futuro en Argelia”.
El mismo miércoles en que comenzaban las primeras deportaciones hacia Mali y Níger, las autoridades explicaban, a través de la presidenta del Creciente Rojo, Saida Benhabylè, por qué habían emprendido la operación. Benhabylè dijo que había “promiscuidad en la capital” y que esta promiscuidad entraña “problemas de seguridad”.
Tanto las expulsiones de inmigrantes en Argelia como el anuncio de Mohamed VI se producen en un contexto en el que los dos países libran un pulso diplomático de gran calado en el continente africano. Marruecos ha solicitado su incorporación a la Unión Africana (UA), organismo que abandonó en 1984, cuando se llamaba Organización para la Unidad Africana (OUA, fundada en 1963). Rabat se exilió de la UA porque no quería aceptar como miembro a República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Ahora, Mohamed VI pretende ingresar en la Unión Africana para, desde dentro, conseguir la expulsión de la RASD.
Francisco Peregil
Rabat, El País
El rey Mohamed VI impartió instrucciones este lunes para que se ponga en marcha “de inmediato” un proceso de integración de extranjeros en situación irregular. Marruecos ya fue pionero en África al iniciar en 2014 la primera regularización masiva de extranjeros efectuada en el continente. En ese momento consiguieron normalizar su situación 25.000 subsaharianos, según cifras oficiales. Ahora no se han ofrecido más detalles sobre cuándo comenzará lo que la agencia oficial MAP ha presentado como una “segunda fase” de aquella operación. Pero cuando el rey menciona la palabra “inmediato” los engranajes del Estado no suelen tardar mucho en reaccionar.
Desde que Marruecos inició las regularizaciones se esforzó en estrechar el cerco en la frontera de Ceuta y Melilla contra la inmigración ilegal. Sin embargo, los inmigrantes siguen intentando saltar las vallas que les separan de España. El viernes pasado, por ejemplo, 438 inmigrantes consiguieron llegar a Ceuta. Aunque gran parte de los subsaharianos que llegan al país aspiran a pasar a Europa algún día, también hay miles de ellos que se conforman con regularizar su situación en Marruecos.
El senegalés Diop Mountaga, presidente de la Asociación Kirikou, que atiende a niños subsaharianos y marroquíes y recibe subvenciones del Estado, reaccionó a la noticia cubriendo de elogios la figura de Mohamed VI. "La política migratoria de Marruecos es mejor que la de sus vecinos e incluso mejor que algunos países de Europa", indicó Mountaga a este diario.
El anuncio del monarca se produce tras concluir su enésima gira por países del África subsahariana (40 viajes desde que fuese coronado en 1999) y al mismo tiempo que en Argelia, su gran rival diplomático a causa del Sáhara Occidental, aún colea la polémica desatada tras una redada masiva contra inmigrantes subsaharianos efectuada en Argel entre el 1 y el 2 de diciembre.
La Liga Argelina por la Defensa de Derechos del Hombre (LADDH) denunció el 1 de diciembre una redada a cargo del delegado del Gobierno en Argel, en la que las autoridades apresaron en el barrio de Bouchebouk de forma “arbitraria y violenta” a “niños, embarazadas, enfermos, migrantes en situación irregular, demandadores de asilo y refugiados”. En menos de 48 horas fueron detenidos 1.400 inmigrantes, según este organismo.
Los inmigrantes fueron conducidos en autobús a la localidad sureña de Tamanrasset, desde donde empezaron a ser deportados cientos de ellos el pasado miércoles. La polémica se avivó con las declaraciones del abogado Farouk Ksentini, presidente de la Comisión Nacional Consultora de Promoción y Protección de Derechos del Hombre (CNCPPDH, por sus siglas en francés). Ksentini declaró el 5 de diciembre en una entrevista al diario Essawt El Akher que los argelinos se encuentran expuestos al riesgo de propagación del sida y de otras enfermedades de transmisión sexual “a causa de la presencia de inmigrantes”. Y añadió algo insostenible desde cualquier punto de vista médico: “Esas enfermedades son consideradas como una cosa habitual y normal en esta comunidad [de subsaharianos]”. Y remachó: “Los inmigrantes africanos no tienen futuro en Argelia”.
El mismo miércoles en que comenzaban las primeras deportaciones hacia Mali y Níger, las autoridades explicaban, a través de la presidenta del Creciente Rojo, Saida Benhabylè, por qué habían emprendido la operación. Benhabylè dijo que había “promiscuidad en la capital” y que esta promiscuidad entraña “problemas de seguridad”.
Tanto las expulsiones de inmigrantes en Argelia como el anuncio de Mohamed VI se producen en un contexto en el que los dos países libran un pulso diplomático de gran calado en el continente africano. Marruecos ha solicitado su incorporación a la Unión Africana (UA), organismo que abandonó en 1984, cuando se llamaba Organización para la Unidad Africana (OUA, fundada en 1963). Rabat se exilió de la UA porque no quería aceptar como miembro a República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Ahora, Mohamed VI pretende ingresar en la Unión Africana para, desde dentro, conseguir la expulsión de la RASD.