Los líderes africanos se movilizan para mediar en la lucha por el poder en Gambia

El actual jefe de Estado no acepta su derrota en las urnas y se niega a abandonar el poder

José Naranjo
Banyul, El País
Los príncipes líderes africanos se han movilizado para mediar en el conflicto por el poder en Gambia, donde el actual jefe de Estado,Yahya Jammeh, se niega a abandonar la presidencia pese a haber sido derrotado en las urnas.


La misión de mediación de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) estaba encabezada por la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, e integrada por los jefes de Estado de Nigeria, Mahamadou Buhari, Sierra Leona, Ernest Bai Koroma, y el presidente saliente de Ghana, John Dramani Mahama, tiene previsto llegar el martes a Gambia en un intento de convencer a Jammeh de transferir el poder a su sucesor, Adama Barrow. Tanto la Cedeao como la Unión Africana o incluso el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por unanimidad han instado al presidente gambiano a hacerse a un lado.

“Soy el presidente legítimo de este país. Lo mejor que Jammeh puede hacer es dejar el poder y hacerlo inmediatamente. Gambia ya ha hablado”. Así de contundente se expresaba este lunes Barrow, después de que el pasado viernes el todavía jefe de Estado, Yahya Jammeh, anunciara que no reconocía su derrota en los comicios celebrados el 1 de diciembre y pidiera nuevas elecciones.

“La comunidad internacional está haciendo su trabajo, tenemos su apoyo. Por nuestra parte, no vamos a sacar a nuestros seguidores a la calle, queremos evitar cualquier situación de violencia, pero Jammeh debe irse”, añadió.

Los últimos dos días han sido festivos en Gambia y la calma ha sido la tónica dominante en el país. Sin embargo, la oposición desconfía de las intenciones de Jammeh. “Me preocupa mi seguridad personal”, añadió este lunes Barrow en un encuentro con EL PAÍS. “Soy el presidente electo y debería tener seguridad estatal, lo cual no está pasando”. El pasado viernes, el Gobierno gambiano ordenó la inmediata retirada de la unidad de élite senegalesa que estaba protegiendo a Barrow y en este momento sólo cuenta con voluntarios desarmados para defenderle de una hipotética agresión.

La vía escogida por Jammeh para tratar de mantenerse en el poder es impugnar los resultados de las elecciones en el Tribunal Supremo. Sin embargo, este órgano no está operativo desde hace más de un año y el presidente en funciones tendría que nombrar nuevos miembros antes de presentar su recurso, lo cual se presenta como una irregularidad legal. Mai Fatty, miembro de la oposición, aseguró este lunes que “Jammeh ya no tiene la autoridad constitucional para nombrarlos”.

Incluso si el partido del Gobierno llega a presentar el citado recurso, el presidente de la comisión electoral, Alieu Momar Njie, aseguró este lunes a Reuters que “no cambiará nada. Podemos demostrar cada voto emitido y la realidad es que él perdió las elecciones, los resultados están ahí para todo el que quiera verlos y nada los puede cambiar”. Aislado internacionalmente y ante la evidencia de una derrota electoral que primero aceptó y luego pretende impugnar, Yahya Jammeh se está empezando a encontrar en un callejón con la única salida de mantenerse ilegalmente en el poder.

Según la comisión electoral independiente, las elecciones del 1 de diciembre se saldaron con la victoria de Adama Barrow, que obtuvo 227.708 votos, frente a Yahya Jammeh, quien recabó 208.487 apoyos, es decir, una diferencia de algo más de 19.000 votos. En tercer lugar quedó Mahma Kande con 89.768 votos, quien ya ha expresado su apoyo al presidente electo. Jammeh aceptó 24 horas después los resultados y días más tarde la Justicia gambiana puso en libertad a más de cuarenta presos políticos, entre los que se encuentra el histórico opositor Ousainou Darboe que cumplía una condena de tres años por las protestas contra el régimen del pasado mes de abril. Sin embargo, lo que parecía ser una sorprendente transición pacífica del poder se ha visto interrumpida por el anuncio de Jammeh de rechazo a los resultados una semana después de los comicios.

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