La alianza del ‘no’ en Italia se disuelve tras el triunfo
El presidente de la República inicia los contactos para salir con urgencia de la crisis
Pablo Ordaz
Corresponsal en Italia y el Vaticano
Roma, El País
Nunca un ejército tan mal avenido obtuvo una victoria tan aplastante. El frente del no, un revoltijo de formaciones de las más dispares procedencias que hicieron campaña contra la reforma constitucional de Matteo Renzi, murió de éxito la noche del domingo. Los partidos ya han regresado a sus trifulcas mientras el presidente de la República, Sergio Mattarella, inició ayer con el presidente del Senado, Pietro Grasso, los contactos para encontrar una salida a la crisis para encontrar una salida a la crisis.
En cuanto el todavía primer ministro anunció su renuncia, cada líder regresó a su rincón y se calzó los guantes para un combate que se presenta muy duro. A dos de los cuatro partidos principales, el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo y la Liga Norte de Matteo Salvini, les conviene ir cuanto antes a las urnas para aprovechar la movilización del electorado contra Renzi, a quien muchos acusan de querer modificar la Constitución de 1948 con el objetivo de perpetuarse en el poder.
Por el contrario, las otras dos fuerzas, el Partido Democrático de Matteo Renzi y Forza Italia de Silvio Berlusconi, preferirían que el presidente de la República, Sergio Mattarella, lograra imponer un primer ministro provisional de consenso para calmar el clima de enfrentamiento y sacar adelante algunos proyectos urgentes, entre los que destaca una nueva ley electoral. Renzi y Berlusconi dispondrían así de unos cuantos meses fundamentales. El primero, para intentar negociar una tregua con el sector crítico del PD, al que Renzi ha maltratado desde que llegó a la dirección y que ahora se ha envalentonado con la victoria del no a las reformas. “Yo sé”, dijo Renzi ante la dirección nacional, “que algunos del PD han celebrado no muy elegantemente mi derrota”.
Por su parte, Berlusconi tendrá que buscar un líder de centroderecha que lo pueda sustituir, porque, aunque no quiera apearse del machito, ni el maquillaje ni el Photoshop dan ya más de sí. De no hacerlo, existe un riesgo cierto de que su electorado tradicional —huérfano desde que en 2011 el magnate perdió el Gobierno y en 2013 fue expulsado del Senado tras su condena por fraude fiscal— termine escorándose hasta las xenófobas posiciones de Matteo Salvini, quien ya ha advertido: “O hay elecciones enseguida o saldremos a las calles”.
Por el momento, la vista está puesta en el palacio del Quirinal. Mattarella, que ayer inició los contactos para encargar un nuevo Gobierno reuniéndose con la presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Boldrini, el presidente del Senado, Pietro Grasso, y con el expresidente de la República y senador vitalicio Giorgio Napolitano, baraja tres posibilidades para salir de la crisis. La primera —que coincide con los deseos de Renzi— sería la de un Gobierno de responsabilidad nacional, sostenido por todos los partidos. Muy difícil, por cuanto la campaña en torno al referéndum ha sido tan dura que llegó a ser calificada como de “guerra civil sin armas”.
La segunda opción pasaría por pedir a Renzi que vuelva a ser jefe del Ejecutivo para sacar una nueva ley electoral con la que ir a elecciones en primavera. Pero ni el aludido ni la oposición están dispuestos a un déjà vu tan traumático. La última de las salidas que estaría barajando Mattarella es la de un Gobierno liderado por una personalidad vinculada al centroizquierda y respetada por el centroderecha —se habla del hasta ahora ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, y también de Pietro Grasso— y sostenido por el PD y Forza Italia. Mientras tanto, Renzi no pierde el carácter: “O hay gobierno de coalición o elecciones anticipadas”.
Pablo Ordaz
Corresponsal en Italia y el Vaticano
Roma, El País
Nunca un ejército tan mal avenido obtuvo una victoria tan aplastante. El frente del no, un revoltijo de formaciones de las más dispares procedencias que hicieron campaña contra la reforma constitucional de Matteo Renzi, murió de éxito la noche del domingo. Los partidos ya han regresado a sus trifulcas mientras el presidente de la República, Sergio Mattarella, inició ayer con el presidente del Senado, Pietro Grasso, los contactos para encontrar una salida a la crisis para encontrar una salida a la crisis.
En cuanto el todavía primer ministro anunció su renuncia, cada líder regresó a su rincón y se calzó los guantes para un combate que se presenta muy duro. A dos de los cuatro partidos principales, el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo y la Liga Norte de Matteo Salvini, les conviene ir cuanto antes a las urnas para aprovechar la movilización del electorado contra Renzi, a quien muchos acusan de querer modificar la Constitución de 1948 con el objetivo de perpetuarse en el poder.
Por el contrario, las otras dos fuerzas, el Partido Democrático de Matteo Renzi y Forza Italia de Silvio Berlusconi, preferirían que el presidente de la República, Sergio Mattarella, lograra imponer un primer ministro provisional de consenso para calmar el clima de enfrentamiento y sacar adelante algunos proyectos urgentes, entre los que destaca una nueva ley electoral. Renzi y Berlusconi dispondrían así de unos cuantos meses fundamentales. El primero, para intentar negociar una tregua con el sector crítico del PD, al que Renzi ha maltratado desde que llegó a la dirección y que ahora se ha envalentonado con la victoria del no a las reformas. “Yo sé”, dijo Renzi ante la dirección nacional, “que algunos del PD han celebrado no muy elegantemente mi derrota”.
Por su parte, Berlusconi tendrá que buscar un líder de centroderecha que lo pueda sustituir, porque, aunque no quiera apearse del machito, ni el maquillaje ni el Photoshop dan ya más de sí. De no hacerlo, existe un riesgo cierto de que su electorado tradicional —huérfano desde que en 2011 el magnate perdió el Gobierno y en 2013 fue expulsado del Senado tras su condena por fraude fiscal— termine escorándose hasta las xenófobas posiciones de Matteo Salvini, quien ya ha advertido: “O hay elecciones enseguida o saldremos a las calles”.
Por el momento, la vista está puesta en el palacio del Quirinal. Mattarella, que ayer inició los contactos para encargar un nuevo Gobierno reuniéndose con la presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Boldrini, el presidente del Senado, Pietro Grasso, y con el expresidente de la República y senador vitalicio Giorgio Napolitano, baraja tres posibilidades para salir de la crisis. La primera —que coincide con los deseos de Renzi— sería la de un Gobierno de responsabilidad nacional, sostenido por todos los partidos. Muy difícil, por cuanto la campaña en torno al referéndum ha sido tan dura que llegó a ser calificada como de “guerra civil sin armas”.
La segunda opción pasaría por pedir a Renzi que vuelva a ser jefe del Ejecutivo para sacar una nueva ley electoral con la que ir a elecciones en primavera. Pero ni el aludido ni la oposición están dispuestos a un déjà vu tan traumático. La última de las salidas que estaría barajando Mattarella es la de un Gobierno liderado por una personalidad vinculada al centroizquierda y respetada por el centroderecha —se habla del hasta ahora ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, y también de Pietro Grasso— y sostenido por el PD y Forza Italia. Mientras tanto, Renzi no pierde el carácter: “O hay gobierno de coalición o elecciones anticipadas”.