Hasta que Messi dijo basta
Lidera la victoria del Barça junto a Iniesta, en la que marcó un golazo, originó otros dos y deslumbró con varias jugadas de dibujos animados. Suárez (2) y Alba, los otros goleadores.
Santi Giménez
As
El derby duró hasta que Messi dijo basta. Cuando el argentino puso la directa fue imparable. En dos minutos liquidó el partido con dos jugadas estratosféricas que culminaron Suárez y Alba y el Barcelona acabó goleando al Espanyol por 4-1 en un partido que le sirve a los barcelonistas para quedarse a tres puntos del Real Madrid en la tabla, a pesar de que los blancos tienen un partido menos (en Mestalla).
La exhibición del argentino es de esas que hacen que uno se vaya del campo diciendo eso de que “yo vi jugar a Messi”. Le quedan tan pocos retos a Messi por completar que esta vez optó por dejar los goles a un lado y dar una clase de física. Messi demostró sobre el césped del Camp Nou que la materia en forma de jugadores españolistas puede ser atravesada, que el tiempo se puede parar y que la inercia de un frenazo tras una violenta aceleración puede ser controlada por un humano que sigue en pie con el balón enganchado al pie mientras a su alrededor, el resto de bípedos se van al piso. Cuando Messi se pone como se puso ayer, no hay nadie capaz de frenarle. Lo único que toca es sentarse y disfrutar.
Cuando Messi rompió a jugar y decidió acabar con el partido el derbi lo ganaba el Barcelona por 1-0, pero de ninguna manera el partido parecía estar cerrado. Había mucho respeto por ambos lados. El Espanyol se defendía con orden y parecía cómodo en su papel esperando llegar al tramo final del partido con opciones de darle un susto al Barça.
Los locales, por su lado, estaban muy sólidos en defensa, pero no sabían como meterle mano al Espanyol en la fase de ataque estático. El peligro del Barça estaba en los contragolpes que lanzaba de manera fulgurante cuando el Espanyol se atrevía a acercarse al área de Ter Stegen. En una de estas jugadas, Mascherano robó un balón, que le cayó a Iniesta que de primera colocó un pase al espacio que cazó Luis Suárez tras un delicioso control para batir a Diego López en el uno contra uno.
Si lo de Messi es descomunal, su actuación no puede eclipsar la del centrocampista del Barcelona, que desde que ha vuelto al equipo ha encendido la luz. El recital de inteligencia de Andrés Iniesta fue delicioso. Manjar para sibaritas. Messi es el trapecista que hace números prodigiosos que dejan al espectador con la boca abierta, pero el manchego es el director de orquesta que hace todo fluya como una seda.
Nunca podrá demostrarse que hubiera pasado en el bando españolista de no haberse lesionado Diego López en una jugada fortuita ante Suárez. Su puesto lo ocupó Roberto, que salió apresuradamente sin calentar. Puede que en los goles que encajó pudiera haber hecho alguna cosa más, pero cuando tienes ante ti un Leo desencadenado, poco más puede hacerse.
Messi rompió el partido con dos jugadas en las que se regateó a medio equipo del Espanyol en un lapso de dos minutos. La primera la completó Suárez, que también hizo un partido excelente y la segunda Jordi Alba.
El Espanyol tuvo la sangre fría de no parar el partido para pedir autógrafos al argentino y se rebeló contra las circunstancias. David López marcó un estupendo gol que fue la antesala de la última maravilla de Messi, que cerró el marcador con otro gol prodigioso de caño al portero al primer toque.
Santi Giménez
As
El derby duró hasta que Messi dijo basta. Cuando el argentino puso la directa fue imparable. En dos minutos liquidó el partido con dos jugadas estratosféricas que culminaron Suárez y Alba y el Barcelona acabó goleando al Espanyol por 4-1 en un partido que le sirve a los barcelonistas para quedarse a tres puntos del Real Madrid en la tabla, a pesar de que los blancos tienen un partido menos (en Mestalla).
La exhibición del argentino es de esas que hacen que uno se vaya del campo diciendo eso de que “yo vi jugar a Messi”. Le quedan tan pocos retos a Messi por completar que esta vez optó por dejar los goles a un lado y dar una clase de física. Messi demostró sobre el césped del Camp Nou que la materia en forma de jugadores españolistas puede ser atravesada, que el tiempo se puede parar y que la inercia de un frenazo tras una violenta aceleración puede ser controlada por un humano que sigue en pie con el balón enganchado al pie mientras a su alrededor, el resto de bípedos se van al piso. Cuando Messi se pone como se puso ayer, no hay nadie capaz de frenarle. Lo único que toca es sentarse y disfrutar.
Cuando Messi rompió a jugar y decidió acabar con el partido el derbi lo ganaba el Barcelona por 1-0, pero de ninguna manera el partido parecía estar cerrado. Había mucho respeto por ambos lados. El Espanyol se defendía con orden y parecía cómodo en su papel esperando llegar al tramo final del partido con opciones de darle un susto al Barça.
Los locales, por su lado, estaban muy sólidos en defensa, pero no sabían como meterle mano al Espanyol en la fase de ataque estático. El peligro del Barça estaba en los contragolpes que lanzaba de manera fulgurante cuando el Espanyol se atrevía a acercarse al área de Ter Stegen. En una de estas jugadas, Mascherano robó un balón, que le cayó a Iniesta que de primera colocó un pase al espacio que cazó Luis Suárez tras un delicioso control para batir a Diego López en el uno contra uno.
Si lo de Messi es descomunal, su actuación no puede eclipsar la del centrocampista del Barcelona, que desde que ha vuelto al equipo ha encendido la luz. El recital de inteligencia de Andrés Iniesta fue delicioso. Manjar para sibaritas. Messi es el trapecista que hace números prodigiosos que dejan al espectador con la boca abierta, pero el manchego es el director de orquesta que hace todo fluya como una seda.
Nunca podrá demostrarse que hubiera pasado en el bando españolista de no haberse lesionado Diego López en una jugada fortuita ante Suárez. Su puesto lo ocupó Roberto, que salió apresuradamente sin calentar. Puede que en los goles que encajó pudiera haber hecho alguna cosa más, pero cuando tienes ante ti un Leo desencadenado, poco más puede hacerse.
Messi rompió el partido con dos jugadas en las que se regateó a medio equipo del Espanyol en un lapso de dos minutos. La primera la completó Suárez, que también hizo un partido excelente y la segunda Jordi Alba.
El Espanyol tuvo la sangre fría de no parar el partido para pedir autógrafos al argentino y se rebeló contra las circunstancias. David López marcó un estupendo gol que fue la antesala de la última maravilla de Messi, que cerró el marcador con otro gol prodigioso de caño al portero al primer toque.