El Atlético se despeña

Tercer partido seguido del equipo rojiblanco sin ganar. Partidazo del Villarreal, que aprovechó los fallos del rival. Tiago y Oblak, lesionados.

Patricia Cazón
As
La cara de Simeone en el 39’ era un poema y en ella se leía, perfectamente, lo que su equipo vivía en El Madrigal. Dos fallos, dos goles, dos lesiones. Un drama. Como ese pase atrás de Tiago en el 28’ que cambió el partido para siempre.


Nunca llegó, en realidad, el Atleti a asentarse ante ese Villarreal tocón y venenoso cada vez que rondaba a Oblak. Avisó Soriano primero y avisó después Dos Santos, obligando a Savic a sacar un balón de cabeza bajo palos. Mientras, el Atleti tardaría 18’ en acercarse a Asenjo. A su puerta llamó Correa. Koke casi la tumba con un trallazo al palo. Diez minutos después, justo diez, fue cuando Tiago, tantas veces héroe, dio ese pase maldito. Ante Soriano. Un regalo.

Godín, que se lanzó a la desesperada a por el balón, no llegó. Savic tampoco. Y Trigueros le quitó el lazo al regalo con la bota derecha: cruzó el balón y batió a Oblak. En la misma jugada, Tiago se lesionaba. Fuera: entraría Saúl. En el 38’ era Oblak el que caminaba hacia la caseta, con lágrimas en los ojos, otro gol en su red y el hombro izquierdo fuera de su sitio. Y todo lo había provocado un fallo propio: no había atrapado Oblak un balón de Pato y Dos Santos le condenó en el rechace. Al caer se había hecho daño. Fuera: entraría Moyá.

La segunda parte era un subir el Tourmalet en bici de rodines para el Atleti, con un Villarreal plantado sobre un Trigueros excelso y un Asenjo sublime ante su red. Quiso el Atleti, con una de Gameiro nada más comenzar, con Carrasco sobre el campo, teniendo el balón; quiso, pero no pudo.

No puede, como si fuera otro Atleti, uno que en nada se parece a lo que era: el Atleti del Cholo. Pero es que Grizi no marca, Koke parece normal y no Koke, Correa resulta intrascendente de titular y la defensa ya no es muro. Tampoco lo fue en el 90’, ante Soriano (pase de N’Diaye, ¡instantes llevaba en el campo!). La puntilla. Y no es la Liga. Es la Champions. Es amanecer sexto. Es la cara del Cholo, al final, hacia el vestuario. “Va a llover”, gritaba, bajo la niebla. Otro poema.

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