Asesinada en Perú la última mujer hablante de resígaro
El hermano de Rosa Andrade, asesinada a los 67 años, será el único portador de la lengua amazónica
Jacqueline Fowks
Lima, El País
La última hablante de resígaro, una lengua indígena amazónica, Rosa Andrade Ocagane, de 67 años, fue asesinada cruelmente a fines de noviembre en la comunidad de Nueva Esperanza, en la selva norte de Perú. Andrade estaba, además, entre los 40 únicos hablantes de otra lengua, el ocaina, tanto en Perú como en Colombia, a ambos lados del Putumayo. Casi un mes después, sus familiares piden justicia: el fiscal ha dictado comparecencia restringida al sospechoso, pese a los testimonios en su contra.
Según el antropólogo Alberto Chirif, Andrade y su hermano Pablo, de 65 años, son los dos últimos hablantes de resígaro en Perú, una de las 43 lenguas de la Amazonía. Sus vecinos ratifican su versión. “Su padre era ocaina y su madre resígara, ambos pueblos indígenas víctimas de la crueldad de los caucheros, hoy en extinción”, indica Chirif.
“Fue una de las sabias más relevantes de nuestra historia, sobre todo de nuestra cultura. Muy amable y cariñosa hasta con los animales”, apunta por su parte el sobrino de Andrade, Willy Rengifo.
Solo un mes antes de la muerte de Rosa, el director de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura, Agustín Panizo, acababa de empezar a preparar un proyecto con ambos hermanos para la documentación de la lengua resígaro. “Las últimas descripciones de esa lengua son muy antiguas: de los años cincuenta. A mediados el siglo pasado, el Instituto Lingüístico de Verano, regido por evangelistas estadounidenses, elaboró una gramática, un vocabulario y un diccionario. Con Rosa y su hermano íbamos a revisar o complementar la información anterior, detectar vacíos; ahora sólo podremos ejecutarlo únicamente con Pablo”, apunta Panizo. “Los conocimos formalmente en el Congreso de normalización del alfabeto de la lengua ocaina. La señora era más fluida en ocaina que en resígaro”, agrega.
Según el último censo disponible, de 2007, 97 personas afirmaban haber aprendido a hablar en ocaina y 37 en resígaro. “Pero no sabemos cuántas mantuvieron la lengua desde entonces ni cuántas han fallecido”, explica Panizo. Natalia Verástegui, una especialista del Ministerio de Educación que conoció a Andrade sostiene que el pueblo resígaro y su lengua están “en agonía”. “Pese a los muchos esfuerzos que se hacen, aún es poco lo que ofrecemos a estas personas que llegan a la vejez casi en el abandono”, apunta. “Tienen consigo un conocimiento, una palabra única de la que todos deberíamos aprender”. A Verástegui, Andrade le contó que hablaba con su hermano en resígaro para recordar a su madre.
El asesinato
Una sobrina de Andrade, Frida Vega, confirmó por teléfono a EL PAÍS desde Loreto que se encontraron los restos de la anciana en una chacra [tierra de cultivo]. “Sin cabeza ni corazón: eso ha sido cortado con machete”, incidió. Tanto ella como Chirif indicaron que el principal sospechoso del asesinato de Andrade es un foráneo de Estirón, otra comunidad cercana, un hombre conocido por las autoridades por peleas en borracheras.
“Ha sido un asesinato por encargo. Pese a que al hombre le encontraron un bolso con sangre que pertenecía a mi tía y a que las personas lo han visto llegando al lugar con una ropa y saliendo de allí con otra, el fiscal dice que no hay nada. Le ha dado comparecencia restringida”, lamenta Vega.
La sobrina de Andrade y otra decena de personas, entre parientes y vecinos, están citadas para declarar este viernes en la Fiscalía provincial en Caballococha, la capital de la provincia Mariscal Castilla. “La familia no tiene abogado, no tiene traductor, en cambio él [el sospechoso] tiene defensor de oficio”, se queja Vega al tiempo que añade que el fiscal, Juan Alberto Basilio, es el mismo que archivó la investigación por la muerte de uno de los hijos de Andrade en 2015 tras ser empujado desde un segundo piso durante una fiesta. “Hay muchas quejas sobre este fiscal. Hace poco archivó la investigación por una violación de una niña. La mamá nos dijo: ‘Es en vano que estén aquí, el culpable se está riendo de mi hijita”.
Jacqueline Fowks
Lima, El País
La última hablante de resígaro, una lengua indígena amazónica, Rosa Andrade Ocagane, de 67 años, fue asesinada cruelmente a fines de noviembre en la comunidad de Nueva Esperanza, en la selva norte de Perú. Andrade estaba, además, entre los 40 únicos hablantes de otra lengua, el ocaina, tanto en Perú como en Colombia, a ambos lados del Putumayo. Casi un mes después, sus familiares piden justicia: el fiscal ha dictado comparecencia restringida al sospechoso, pese a los testimonios en su contra.
Según el antropólogo Alberto Chirif, Andrade y su hermano Pablo, de 65 años, son los dos últimos hablantes de resígaro en Perú, una de las 43 lenguas de la Amazonía. Sus vecinos ratifican su versión. “Su padre era ocaina y su madre resígara, ambos pueblos indígenas víctimas de la crueldad de los caucheros, hoy en extinción”, indica Chirif.
“Fue una de las sabias más relevantes de nuestra historia, sobre todo de nuestra cultura. Muy amable y cariñosa hasta con los animales”, apunta por su parte el sobrino de Andrade, Willy Rengifo.
Solo un mes antes de la muerte de Rosa, el director de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura, Agustín Panizo, acababa de empezar a preparar un proyecto con ambos hermanos para la documentación de la lengua resígaro. “Las últimas descripciones de esa lengua son muy antiguas: de los años cincuenta. A mediados el siglo pasado, el Instituto Lingüístico de Verano, regido por evangelistas estadounidenses, elaboró una gramática, un vocabulario y un diccionario. Con Rosa y su hermano íbamos a revisar o complementar la información anterior, detectar vacíos; ahora sólo podremos ejecutarlo únicamente con Pablo”, apunta Panizo. “Los conocimos formalmente en el Congreso de normalización del alfabeto de la lengua ocaina. La señora era más fluida en ocaina que en resígaro”, agrega.
Según el último censo disponible, de 2007, 97 personas afirmaban haber aprendido a hablar en ocaina y 37 en resígaro. “Pero no sabemos cuántas mantuvieron la lengua desde entonces ni cuántas han fallecido”, explica Panizo. Natalia Verástegui, una especialista del Ministerio de Educación que conoció a Andrade sostiene que el pueblo resígaro y su lengua están “en agonía”. “Pese a los muchos esfuerzos que se hacen, aún es poco lo que ofrecemos a estas personas que llegan a la vejez casi en el abandono”, apunta. “Tienen consigo un conocimiento, una palabra única de la que todos deberíamos aprender”. A Verástegui, Andrade le contó que hablaba con su hermano en resígaro para recordar a su madre.
El asesinato
Una sobrina de Andrade, Frida Vega, confirmó por teléfono a EL PAÍS desde Loreto que se encontraron los restos de la anciana en una chacra [tierra de cultivo]. “Sin cabeza ni corazón: eso ha sido cortado con machete”, incidió. Tanto ella como Chirif indicaron que el principal sospechoso del asesinato de Andrade es un foráneo de Estirón, otra comunidad cercana, un hombre conocido por las autoridades por peleas en borracheras.
“Ha sido un asesinato por encargo. Pese a que al hombre le encontraron un bolso con sangre que pertenecía a mi tía y a que las personas lo han visto llegando al lugar con una ropa y saliendo de allí con otra, el fiscal dice que no hay nada. Le ha dado comparecencia restringida”, lamenta Vega.
La sobrina de Andrade y otra decena de personas, entre parientes y vecinos, están citadas para declarar este viernes en la Fiscalía provincial en Caballococha, la capital de la provincia Mariscal Castilla. “La familia no tiene abogado, no tiene traductor, en cambio él [el sospechoso] tiene defensor de oficio”, se queja Vega al tiempo que añade que el fiscal, Juan Alberto Basilio, es el mismo que archivó la investigación por la muerte de uno de los hijos de Andrade en 2015 tras ser empujado desde un segundo piso durante una fiesta. “Hay muchas quejas sobre este fiscal. Hace poco archivó la investigación por una violación de una niña. La mamá nos dijo: ‘Es en vano que estén aquí, el culpable se está riendo de mi hijita”.