A la final sin esmero

Marca de la casa, el Real Madrid volvió a marcar en el tiempo de prolongación, y esta vez por partida doble, tanto en la primera como en la segunda mitad, en su semifinal del Mundial de Clubes ante el América



Japón, ABC
Sin Ramos, sin épica, sin milagro a los postres, sin sobresaltos, pero también sin brillo, el Madrid superó la mitad de su recorrido en busca del Mundial de Clubes. En el inventario quedaron los kilómetros de Lucas Vázquez, medalla al trabajo, un pase de Kroos que mandó al voluntarioso América por el desagüe y otro enredo con el videoarbitraje. El domingo la cita es con el Kashima, que no exigirá más que el América, pero la dimensión planetaria del partido le pide al Madrid que acerque más la eficiencia a la excelencia.



La única telegenia del duelo apareció cuando estaba decidido. Cristiano encontró consuelo a varias ocasiones perdidas culminando un contragolpe con éxito en el descuento. El paraguayo Cáceres fue advertido por el asistente de vídeo de un fuera de juego, una de las infracciones que estaba fuera del catálogo del rebobinado ayer y que aparentemente se incluyó hoy. Anuló el gol y finalmente acabó concediéndolo. Fue un tanto limpísimo ensuciado por este absurdo ensayo de la FIFA condenado al fracaso. Aplicarlo en la competición sólo demuestra que ni la propia FIFA toma en serio su Mundial de Clubes.

Es la velocidad, o la falta de ella, la que establece las clases en el fútbol. Así que aplicando una aceleración similar, Real Madrid y América parecieron de la misma especie en el arranque del partido. Es un equipo de contrastes el mexicano. Quiso ser fiero sin la pelota, con un buen sistema de ayudas defensivas, llenando el campo de alambradas para que el partido se le endemoniase al favorito. Su otra cara reveló que, pelota en mano, La Volpe exige armar el juego desde atrás, en corto, y sólo cuando aparece la oportunidad arriba jugar con pocos toques. Hizo bien lo uno y lo otro, no sólo para evitar la matanza que se presumía sino para mantener el partido con vida.

Comienzo gélido
El Madrid entró frío en una competición peculiar, un choque de mundos para el que se recurre al diminutivo (Mundialito) en caso de derrota, siempre imprevista. Tardó en desatar a sus laterales, con mayor actividad en la banda de Marcelo, la hemiplejia habitual, y propusieron poco sus centrocampistas. Casemiro se equivocó más de lo habitual, esta vez sin sobrecostes, y Modric, el compositor del equipo, ofreció poca variedad hasta entrado el segundo tiempo, bien vigilado por la tupida red de centinelas que dispuso La Volpe. Kroos no asomó hasta el minuto 46, para filtrar un pase de regalo a Benzema. El francés le debe tres cuartos de su gol, anotado en otro descuento, la caja de ahorros del Madrid.

Hubo demasiados minutos en que todo se redujo a que Cristiano sacase a pasear su Balón de Oro y diese carpetazo al asunto. Como reconoció en France Football, su fútbol está en proceso de mutación. Ya se acerca más al cercanías que al largo recorrido. Se movió siempre como segundo punta, incluso como primero, y puso el único peligro del Madrid antes del 1-0. Dejó un cabezazo al palo, un izquierdazo brutal rechazado por Moisés Alonso, un centro-chut que no encontró pie que le sacase rentabilidad y algunos adornos barrocos que no llevaron a ninguna parte. El Madrid quiso buscar ese atajo habitual del portugués, siempre bien asociado con Lucas Vázquez, cuyo entusiasmo actúa frecuentementecomo propulsor del ataque del Madrid.

El América tuvo respuestas débiles, la mayoría atribuibles a Romero y Da Silva, que sonaron como avisos para un Madrid somnoliento. Durante muchos minutos fue una molestia, un erizo al que el equipo de Zidane era incapaz de agarrar. Encajar un gol lo desinfló. Y también abrió el partido, que tomó un camino más alegre en la segunda parte.

El Madrid encontró muchos caminos hacia la puerta, abiertos por la fatiga y cierto desánimo del América, pero le faltó precisión. Cuando no atinó en el último pase llegó el gatillazo en el remate. Cristiano pifió uno a puerta vacía desorientado por Benzema, con Lucas Vázquez a toda máquina pero sin acompañamiento. Y finalmente Cristiano, en el minuto 93, que quizá un día forme parte del himno del club, remató la faena en un gol que vino y fue del vídeo al campo. En esto la FIFA ha metido los dedos en el enchufe.





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