Una cementera mexicana se ofrece a construir el muro de Trump
Cementos Chihuahua considera una oportunidad para su negocio el plan del magnate
David Marcial Pérez
El País
La constructora mexicana Cementos Chihuahua ha hecho bueno ese adagio mercantil que dice que nada debe interponerse nunca a los negocios. Ni el menosprecio, la humillación o los insultos racistas de Donald Trump han impedido al director general de la compañía lanzar el guante al presidente electo estadounidense para colaborar en la construcción del muro que pretende levantar en la frontera: “No podemos ser selectivos. Tenemos que respetar a nuestros clientes en ambos lados”. Business as usual.
La cementera, con sede en el Estado fronterizo que le da nombre, ve una oportunidad de negocio en la propuesta del magnate. “Build that wall” se convirtió en uno de los eslóganes que han coreado enfervorecidos como hooligans los seguidores de Trump antes y después de la campaña. Un tercio de los 3.000 kilómetros de frontera entre ambos países ya está marcado por una barrera de placas metálicas, levantada por la Administración Clinton en 1993.
El plan original de Trump era completar definitivamente la pared y costearla con las remesas de los migrantes mexicanos en EE UU. “Vamos a levantar ese muro y México aún no lo sabe, pero lo va a pagar”, dijo el rubicundo empresario metido a político en un acto electoral horas después de su sorprendente visita al vecino del sur invitado por el presidente Peña Nieto. Ya como ganador de las elecciones, la semana pasada rebajó su tono al matizar en una entrevista televisiva que en algunas partes “podrá ser una valla”.
Un tercio de los 3000 kilómetros de frontera ya está marcado por una barrera de placas metálicas
Pensando en los intereses de Cementos Chihuahua, le convendría más que finalmente cumpliese su promesa y la barrera fuera alta, gruesa y de hormigón armado. La empresa, que cuenta con un 70% de su negocio en EE UU y el 30% en México, es especialista en concreto, morteros y cemento de alta resistencia. El desierto fronterizo de Chihuahua es precisamente una de las zonas donde no hay pared. Los 50 grados de la llanura desértica sirven de impedimento natural. Unos 8.000 migrantes han muerto en los últimos 20 años al intentar cruzar este paso.
"Para el negocio en el que nosotros estamos, Trump es un candidato que favorece bastante la industria", añadió el director general de la compañía, Enrique Escalante, refiriéndose a los otros proyectos anunciados por el magnate en infraestructura –carreteras, aeropuertos– o energía –plantas de petróleo, eléctricas–.
Cementos Chihuahua, que cotiza en bolsa pero no entra ni en la lista de las 10 principales cementeras mexicanas, está participada en un 23% por Cemex, la dominadora absoluta del mercado. Cemex ha anunciado recientemente un plan de desinversión, que ya dio su primer paso este mes con la venta de activos por 306 millones de dólares en Estados fronterizos con EE UU.
David Marcial Pérez
El País
La constructora mexicana Cementos Chihuahua ha hecho bueno ese adagio mercantil que dice que nada debe interponerse nunca a los negocios. Ni el menosprecio, la humillación o los insultos racistas de Donald Trump han impedido al director general de la compañía lanzar el guante al presidente electo estadounidense para colaborar en la construcción del muro que pretende levantar en la frontera: “No podemos ser selectivos. Tenemos que respetar a nuestros clientes en ambos lados”. Business as usual.
La cementera, con sede en el Estado fronterizo que le da nombre, ve una oportunidad de negocio en la propuesta del magnate. “Build that wall” se convirtió en uno de los eslóganes que han coreado enfervorecidos como hooligans los seguidores de Trump antes y después de la campaña. Un tercio de los 3.000 kilómetros de frontera entre ambos países ya está marcado por una barrera de placas metálicas, levantada por la Administración Clinton en 1993.
El plan original de Trump era completar definitivamente la pared y costearla con las remesas de los migrantes mexicanos en EE UU. “Vamos a levantar ese muro y México aún no lo sabe, pero lo va a pagar”, dijo el rubicundo empresario metido a político en un acto electoral horas después de su sorprendente visita al vecino del sur invitado por el presidente Peña Nieto. Ya como ganador de las elecciones, la semana pasada rebajó su tono al matizar en una entrevista televisiva que en algunas partes “podrá ser una valla”.
Un tercio de los 3000 kilómetros de frontera ya está marcado por una barrera de placas metálicas
Pensando en los intereses de Cementos Chihuahua, le convendría más que finalmente cumpliese su promesa y la barrera fuera alta, gruesa y de hormigón armado. La empresa, que cuenta con un 70% de su negocio en EE UU y el 30% en México, es especialista en concreto, morteros y cemento de alta resistencia. El desierto fronterizo de Chihuahua es precisamente una de las zonas donde no hay pared. Los 50 grados de la llanura desértica sirven de impedimento natural. Unos 8.000 migrantes han muerto en los últimos 20 años al intentar cruzar este paso.
"Para el negocio en el que nosotros estamos, Trump es un candidato que favorece bastante la industria", añadió el director general de la compañía, Enrique Escalante, refiriéndose a los otros proyectos anunciados por el magnate en infraestructura –carreteras, aeropuertos– o energía –plantas de petróleo, eléctricas–.
Cementos Chihuahua, que cotiza en bolsa pero no entra ni en la lista de las 10 principales cementeras mexicanas, está participada en un 23% por Cemex, la dominadora absoluta del mercado. Cemex ha anunciado recientemente un plan de desinversión, que ya dio su primer paso este mes con la venta de activos por 306 millones de dólares en Estados fronterizos con EE UU.