Un jefe yihadista afirmó que el ISIS introdujo en Europa a 90 terroristas
Abaaoud viajó a París para morir “como mártir” tras coordinar múltipes ataques
Carlos Yárnoz
París, El País
Abdelhamid Abaaoud, jefe del múltiple comando que atacó París hace un año y asesinó a 130 personas, no fue, sin embargo, el cerebro de la operación. La policía atribuye ahora esa función al belga Osama Atar, de 32 años, vecino del barrio bruselense de Molenbeek, al igual que Abaaoud. Pero fuera o no el que concibió semejante golpe de terror, Abaaoud jugó un papel clave en esa nebulosa yihadista, la mayoría belgas y franceses, que ha sembrado de cadáveres las calles europeas.
En París, contó a su prima Hasna Aït Boulahcen, muerta con él en el asalto policial al piso donde se escondían en Saint Denis el 18 de noviembre, que había partido de Siria en verano con un grupo de yihadistas “mezclado entre los refugiados”. “Logramos entrar un grupo de 90. Había iraquíes, sirios, ingleses, alemanes, belgas, franceses…Tenemos hermanos por toda la región de París. Están por todos los lados”.
Abaaoud exageró, dice la policía. Solo así se entiende que no tuviera infraestructura para esconderse en París. Pero a su vez, los investigadores han demostrado que los suicidas de marzo en Bruselas eran parte de la misma nebulosa. Como lo era Mohamed Belkaid, que murió en Bruselas mientras cubría la huida de Salah Abdeslam, atacante en París.
O Reda Kriket, detenido el mismo mes en la capital francesa con un arsenal de armas y explosivos. Y también Mohamed Abrini, el hombre del sombrero que acompañó a los dos suicidas en el aeropuerto de Bruselas.
La policía ha conectado también a Abaaoud con atentados anteriores como los del museo judío en Bruselas en 2014 o al tren Thalys el año pasado. O los frustrados ataques a una iglesia en la capital francesa, con la detención de un yihadista, y a unos policías belgas en Bruselas, con dos islamistas muertos. Son ya 26 los muertos, detenidos o identificados de esa nebulosa del terror.
Pese a ese destacado papel en el Estado Islámico (ISIS), Abaaoud estaba hace un año en París para morir a sus 28 años. Así se explica su participación directa en los ataques. A las 21.25 de aquel 13 de noviembre, Abaaoud, su lugarteniente Chakib Akrouh e Ibrahim Abdeslam, se acercaron a escasa velocidad a las inmediaciones del Bar Carillon y del restaurante La Petit Cambodge, en el distrito X de París. Dispararon a quemarropa a los clientes sentados en las terrazas. Dejaron atrás 15 cadáveres y decenas de heridos.
Prosiguieron su camino de fuego y sangre por otros cuatro locales. En el último, Comptoir Voltaire, Ibrahim activó su cinturón de explosivos. Eran ya 40 las víctimas mortales. Abaaoud se alejó, abandonó el coche y las armas y, de madrugada, regresó cerca de Bataclan para observar de lejos el asalto policial a la sala de conciertos en la que otros tres suicidas mataron a 90 personas.
Cuatro días después, dijo a su prima que iba a morir “como un mártir” el día 19. Fue un día antes, tras ser descubierto por la policía en el barrio de Saint-Denis.
Carlos Yárnoz
París, El País
Abdelhamid Abaaoud, jefe del múltiple comando que atacó París hace un año y asesinó a 130 personas, no fue, sin embargo, el cerebro de la operación. La policía atribuye ahora esa función al belga Osama Atar, de 32 años, vecino del barrio bruselense de Molenbeek, al igual que Abaaoud. Pero fuera o no el que concibió semejante golpe de terror, Abaaoud jugó un papel clave en esa nebulosa yihadista, la mayoría belgas y franceses, que ha sembrado de cadáveres las calles europeas.
En París, contó a su prima Hasna Aït Boulahcen, muerta con él en el asalto policial al piso donde se escondían en Saint Denis el 18 de noviembre, que había partido de Siria en verano con un grupo de yihadistas “mezclado entre los refugiados”. “Logramos entrar un grupo de 90. Había iraquíes, sirios, ingleses, alemanes, belgas, franceses…Tenemos hermanos por toda la región de París. Están por todos los lados”.
Abaaoud exageró, dice la policía. Solo así se entiende que no tuviera infraestructura para esconderse en París. Pero a su vez, los investigadores han demostrado que los suicidas de marzo en Bruselas eran parte de la misma nebulosa. Como lo era Mohamed Belkaid, que murió en Bruselas mientras cubría la huida de Salah Abdeslam, atacante en París.
O Reda Kriket, detenido el mismo mes en la capital francesa con un arsenal de armas y explosivos. Y también Mohamed Abrini, el hombre del sombrero que acompañó a los dos suicidas en el aeropuerto de Bruselas.
La policía ha conectado también a Abaaoud con atentados anteriores como los del museo judío en Bruselas en 2014 o al tren Thalys el año pasado. O los frustrados ataques a una iglesia en la capital francesa, con la detención de un yihadista, y a unos policías belgas en Bruselas, con dos islamistas muertos. Son ya 26 los muertos, detenidos o identificados de esa nebulosa del terror.
Pese a ese destacado papel en el Estado Islámico (ISIS), Abaaoud estaba hace un año en París para morir a sus 28 años. Así se explica su participación directa en los ataques. A las 21.25 de aquel 13 de noviembre, Abaaoud, su lugarteniente Chakib Akrouh e Ibrahim Abdeslam, se acercaron a escasa velocidad a las inmediaciones del Bar Carillon y del restaurante La Petit Cambodge, en el distrito X de París. Dispararon a quemarropa a los clientes sentados en las terrazas. Dejaron atrás 15 cadáveres y decenas de heridos.
Prosiguieron su camino de fuego y sangre por otros cuatro locales. En el último, Comptoir Voltaire, Ibrahim activó su cinturón de explosivos. Eran ya 40 las víctimas mortales. Abaaoud se alejó, abandonó el coche y las armas y, de madrugada, regresó cerca de Bataclan para observar de lejos el asalto policial a la sala de conciertos en la que otros tres suicidas mataron a 90 personas.
Cuatro días después, dijo a su prima que iba a morir “como un mártir” el día 19. Fue un día antes, tras ser descubierto por la policía en el barrio de Saint-Denis.