Trump, el nuevo ‘hombre teflón’

La victoria del magnate abre un panorama incierto en el mundo entero

M. A. Bastenier
El País
En su día se dijo del presidente Reagan, republicano de la derecha profunda, pero bien educado y con un inglés de actor excelente, que era el ‘hombre teflón’, porque no tenía que pagar un precio por nada de lo que dijera. Su sustituto por todo lo alto es hoy Donald Trump, elegido presidente de EE UU.


El magnate de la televisión ha dicho lo que no está escrito sobre las mujeres; apostrofado al pueblo de México y por extensión a todo lo atezado que viene del sur; prometido resolver el problema de ISIS y del mundo islamo-yihadista a bombazo limpio; no dejar entrar a los árabes en el país; meter en la cárcel a su rival, la candidata demócrata, Hillary Clinton; pero este miércoles compareció ante el mundo como si nunca hubiera roto un plato, refiriéndose incluso con algo próximo al respeto a la esposa del expresidente Bill Clinton, así como pidiendo la unión de todos los norteamericanos para hacer un país más grande y mejor. Era el primer ensayo público de la reeducación de un político intuitivo pero novicio.

Y con ello el problema se lo traspasa directamente a todos sus detractores, en especial europeos y latinoamericanos. ¿Qué cara pondrán cuando tengan que tratar con el presidente los dignatarios occidentales que, más o menos prudentes, en sus manifestaciones públicas no han podido ocultar que preferían tanto como rogaban al Altísimo que la elegida fuera la señora Clinton, tan convencional como profesional y por ello perfectamente asimilable? Pero todos harán también el correspondiente curso de reeducación y sonreirán de oreja a oreja cuando la ocasión lo exija.

Si reducimos a un par de sucintas explicaciones el por qué de la victoria del candidato republicano, de las que, por lo menos yo, no hablábamos en tiempo de campaña, subrayemos que sonaba siempre con una autenticidad que le faltaba a la experimentada, quizá demasiado, señora Clinton; e igualmente que el protagonista de sus peroratas era el propio Trump y el de Hillary asimismo también el presidente electo. Y su primer cometido habrá de ser hoy la reunificación del partido, restañar las heridas, aunque sobre una base es de suponer que bastante corrida a la derecha, pero no hay pegamento ni ungüento más eficaz que el ejercicio del poder para colmar diferencias políticas dentro de una misma formación; y, paralelamente, esa reeducación del candidato transformado en presidente tampoco puede recorrer una trayectoria de 180 grados porque su elector podría sentirse estafado.

¿A cuántas de sus radicales propuestas tratará Trump de dar cumplimiento?

¿A cuántas de sus radicales propuestas tratará Trump de dar cumplimiento? Cuesta creer que pretenda que México erija o pague un muro en la común frontera, que, por otra parte, ya existe; o expulse a 11 millones de latinoamericanos indocumentados que hacen muchos de los trabajos que los nativos desdeñan, sin excluir en algunas de las empresas del propio magnate; o mandar a prisión a la derrotada y humillada Hillary.

En enero comienza, por tanto, el ejercicio del Trump II. Y podremos ver entonces hasta dónde llega la reeducación de este nuevo ‘hombre teflón’.

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