Seúl se manifiesta contra la presidenta Park y sus “amistades peligrosas”

Hasta 200.000 personas acudieron a la protesta, una de las mayores en años en la capital surcoreana

Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
La crisis política en Corea del Sur no da señales de abatirse. Decenas de miles de personas se han manifestado este sábado por el centro de Seúl para exigir la dimisión de la presidenta Park Geun-hye, implicada en un escándalo de corrupción y amiguismo por su extraña relación con Choi Soon-sil, una mujer a la que los medios surcoreanos han comparado con el monje ruso Rasputín por su injerencia en los asuntos de Estado y su supuesto uso de tretas para aumentar su influencia.


Hasta 200.000 personas, según los organizadores, se han congregado para expresar su repulsa a la presidenta en unas concentraciones vigiladas por cerca de 20.000 agentes de Policía. Las fuerzas de seguridad calculan que participaron en las protestas cerca de 43.000 ciudadanos.

De nada ha servido que Park compareciera este viernes en televisión, en una de sus intervenciones más personales. Esta mujer con fama de distante, que apenas ha interactuado con el público o con la prensa en sus cuatro años de mandato, se presentó ante las cámaras por segunda vez en apenas diez días, al borde de las lágrimas y declarando su disposición a que se abriera una investigación sobre el caso, del que asegura asumir toda la responsabilidad.

“Desde que llegué al palacio presidencial he vivido una vida solitaria”, declaró, para justificar su intensa amistad con Choi. Nunca se ha casado y asegura que se ha apartado de sus hermanos precisamente para evitar cualquier sospecha de nepotismo sobre su mandato, en un país donde abunda ese tipo de escándalos.

La peculiar relación entre ambas tiene sus raíces cuatro décadas atrás. En 1974, la joven Park había perdido a su madre en un atentado que buscaba asesinar a su padre, el dictador Park Chung-hee (1961-1979). En pleno luto, recibió una carta del predicador Choi Tae-min, pastor de una secta que combina elementos animistas, cristianos y budistas, la “Iglesia de la Vida Eterna”.

Nunca ha estado del todo claro qué le contaba en aquella carta, que Park nunca ha hecho pública. Algunos medios surcoreanos apuntan a que Choi ofreció ponerla en contacto con su madre en el más allá. En cualquier caso, se convirtió desde entonces y hasta su muerte en 1994 en el mentor y confidente inseparable de la joven. “Abundan los rumores de que el predicador tuvo un control completo del cuerpo y el alma de Park durante sus años de formación y que los hijos de este acumularon una enorme riqueza gracias a ello”, escribía la Embajada estadounidense en un cable de 2007 filtrado por Wikileaks.

A la muerte del predicador, Choi Soon-sil, su hija, tomó el relevo de la relación con Park. En Corea del Sur era vox pópuli la intensa amistad de ambas, que aparentemente llevó a incluir en la ceremonia de toma de posesión de Park en 2012, por indicación de Choi, un árbol decorado con diminutos monederos de seda para atraer la prosperidad y la buena suerte.

El mes pasado una cadena de televisión dio a conocer a un público surcoreano horrorizado hasta qué punto la presidenta se había puesto en manos de su confidente. Un ordenador olvidado ponía de manifiesto que Choi —que no ocupa ningún cargo público— tuvo acceso a numerosos documentos clasificados; aconsejó a Park sobre asuntos de política interna e internacional, e incluso editó algunos de los discursos de la presidenta. Mientras tanto, la mujer aprovechaba aparentemente su relación con la jefa de Estado para atraer donaciones millonarias de las grandes empresas a organizaciones sin ánimo de lucro que ella dirigía, y según las denuncias desviaba esos fondos a sus propias cuentas.

Al estallar el escándalo, Park cesó a su equipo de asesores personales. Esta semana ha llevado a cabo una remodelación del Gobierno. Choi ha quedado formalmente bajo arresto mientras se desarrolla una investigación.

Pero no ha sido suficiente para atajar la mayor crisis política en los cuatro años de mandato de Park. Aunque por el momento parece querer continuar hasta que expire su mandato el año próximo, las encuestas le conceden una popularidad de solo el 5%, el nivel más bajo jamás registrado por un presidente en Corea.

“Lo que es de verdad irritante es que Choi se comportaba como si fuera la regente de Park, controlando las decisiones que tomaba”, declaraba durante la manifestación a la agencia France Presse el estudiante de Políticas Kim Do-Hyun, de 20 años. Otro participante, un hombre de 53 años que se identificó como Ahn, afirmó también a esta agencia que Park “tiene que dimitir porque ha perdido toda su autoridad moral como presidenta”.

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