La 'Chape' era la niña bonita que tenía enamorado a todo Brasil
Brasil, AS
El modesto club del sur de Brasil ascendió de cuarta a primera división en menos de seis años y estaba viviendo el sueño de poder ganar un título continental histórico.
La tragedia de Antioquía acabó con el cuento de hadas de la Chape, como cariñosamente el equipo catarinense es conocido por la hinchada brasileña.
La Chapecoense y Brasil vivían un idilio. El equipo modesto y desconocido del interior que logró una ascensión meteórica de la 4ª a la 1ª división en tan sólo seis años sin hacer milagros. Fue el resultado de una gestión correcta, sin grandes inversiones y sin ir más allá de sus posibilidades.
Con apoyo del ayuntamiento y de la fuerte industria de embutidos de la importante cuidad en el estado de Santa Catarina, región sur de Brasil. A pesar de ser sólo la quinta urbe más grande del estado, Chapecó es uno de los polos de agronegocio más importantes de Brasil.
Una ciudad rica y que decidió invertir en su equipo de fútbol con la misma seriedad con la que hace negocios.
Buenas infraestructuras, sueldos en día y planificación a largo plazo fue lo que llevó este equipo creado en los años 70 a la primera división y a dos participaciones en torneos continentales.
Llegar a la final de la Copa Sudamericana, por otro lado, era un sueño tan lejano que mismo después de haber sido logrado parecía todavía una película.
La simpática y sencilla Chape se transformó en el segundo equipo de todos los brasileños.
Llegaron a primera en el 2014 y desde entonces, no sólo se ha mantenido en la máxima categoría, sino que cada año ha mejorado su rendimiento hasta llegar a estar a sólo dos partidos de ganar el primer título internacional de su corta historia.
En Chapecó, donde en las calles antes sólo se veían camisetas de los otros equipos de Santa Catarina, como Avaí o Figueirense, o del Internacional y de Gremio, los clubes grandes de la ciudad cercana de Porto Alegre, hace unos años, el verde y blanco de la Chape tomó la ciudad.
Algunas de las figuras del equipo son jugadores como Cleber Santana, Thiego y Ananias, quienes provienen de clubes grandes de Brasil donde no tenían mucho lugar. Otros, como Danilo, Kempes y Gil, hicieron carrera por varios clubes del país hasta desembarcar en Chapecó. En el plantel del equipo sólo hay un extranjero, el argentino Hernán Martinuccio, que casi no juega.
Caio Júnior, el técnico, también tiene una trayectoria dilatada como entrenador, aunque todavía no ganó ningún título importante en Brasil. Reconocido por sus jugadores como un motivador, logró darle al equipo una identidad asentada en el equilibrio y la eficiencia para aprovechar errores rivales.
Para acceder a la final de la Copa Sudamericana, la Chapecoense dejó en el camino primero a Cuiabá, un equipo pequeño de Brasil. Luego, los "peces gordos" fueron cayendo: primero fue Independiente, de Argentina; después Junior de Barranquilla, de Colombia y, en semifinales, el que quedó en el camino fue San Lorenzo, también argentino.
El último escollo en el camino a la gloria era Atlético Nacional, de Colombia, campeón de la Copa Libertadores. El partido de ida estaba previsto para el miércoles en Medellín, y el de vuelta, el 7 de diciembre en Curitiba, ya que el Arena Condá, estadio del equipo brasileño, no posee capacidad suficiente para albergar un juego de este tipo.
El modesto club del sur de Brasil ascendió de cuarta a primera división en menos de seis años y estaba viviendo el sueño de poder ganar un título continental histórico.
La tragedia de Antioquía acabó con el cuento de hadas de la Chape, como cariñosamente el equipo catarinense es conocido por la hinchada brasileña.
La Chapecoense y Brasil vivían un idilio. El equipo modesto y desconocido del interior que logró una ascensión meteórica de la 4ª a la 1ª división en tan sólo seis años sin hacer milagros. Fue el resultado de una gestión correcta, sin grandes inversiones y sin ir más allá de sus posibilidades.
Con apoyo del ayuntamiento y de la fuerte industria de embutidos de la importante cuidad en el estado de Santa Catarina, región sur de Brasil. A pesar de ser sólo la quinta urbe más grande del estado, Chapecó es uno de los polos de agronegocio más importantes de Brasil.
Una ciudad rica y que decidió invertir en su equipo de fútbol con la misma seriedad con la que hace negocios.
Buenas infraestructuras, sueldos en día y planificación a largo plazo fue lo que llevó este equipo creado en los años 70 a la primera división y a dos participaciones en torneos continentales.
Llegar a la final de la Copa Sudamericana, por otro lado, era un sueño tan lejano que mismo después de haber sido logrado parecía todavía una película.
La simpática y sencilla Chape se transformó en el segundo equipo de todos los brasileños.
Llegaron a primera en el 2014 y desde entonces, no sólo se ha mantenido en la máxima categoría, sino que cada año ha mejorado su rendimiento hasta llegar a estar a sólo dos partidos de ganar el primer título internacional de su corta historia.
En Chapecó, donde en las calles antes sólo se veían camisetas de los otros equipos de Santa Catarina, como Avaí o Figueirense, o del Internacional y de Gremio, los clubes grandes de la ciudad cercana de Porto Alegre, hace unos años, el verde y blanco de la Chape tomó la ciudad.
Algunas de las figuras del equipo son jugadores como Cleber Santana, Thiego y Ananias, quienes provienen de clubes grandes de Brasil donde no tenían mucho lugar. Otros, como Danilo, Kempes y Gil, hicieron carrera por varios clubes del país hasta desembarcar en Chapecó. En el plantel del equipo sólo hay un extranjero, el argentino Hernán Martinuccio, que casi no juega.
Caio Júnior, el técnico, también tiene una trayectoria dilatada como entrenador, aunque todavía no ganó ningún título importante en Brasil. Reconocido por sus jugadores como un motivador, logró darle al equipo una identidad asentada en el equilibrio y la eficiencia para aprovechar errores rivales.
Para acceder a la final de la Copa Sudamericana, la Chapecoense dejó en el camino primero a Cuiabá, un equipo pequeño de Brasil. Luego, los "peces gordos" fueron cayendo: primero fue Independiente, de Argentina; después Junior de Barranquilla, de Colombia y, en semifinales, el que quedó en el camino fue San Lorenzo, también argentino.
El último escollo en el camino a la gloria era Atlético Nacional, de Colombia, campeón de la Copa Libertadores. El partido de ida estaba previsto para el miércoles en Medellín, y el de vuelta, el 7 de diciembre en Curitiba, ya que el Arena Condá, estadio del equipo brasileño, no posee capacidad suficiente para albergar un juego de este tipo.