Francia remonta sin brillo, pero es líder de grupo en solitario

Se repuso con goles de Pogba y Payet al tanto inicial de un inspirado Forsberg. Fallos decisivos de los dos porteros. Griezmann gris y Gameiro sin minutos.

Manu de Juan
As
Francia puede estar contenta, pues el botín (tres puntos y el liderato en solitario, con 10 puntos, del Grupo A camino de Rusia 2018) es muy superior a lo que sus méritos acreditaron. En el haber de los bleus está la virtud de no decaer con el marcador en contra y saber reaccionar casi al instante; en el debe, prácticamente todo lo demás. Francia no dominó, fue inconstante en su ataque y permisiva en la presión, sus estrellas dejaron escasos detalles y se vio ayudada de un fallo del meta Olsen para remontar ante una Suecia descarada a la que un nueve en condiciones haría mucho más temible.


Pese a la corriente favorable que vive Gameiro en su país desde que hiciese un doblete a Bulgaria en el pasado parón de selecciones, Deschamps arriesgó lo justo en el once y optó por Giroud como referencia. El nueve del Atleti, que no tuvo minutos, sigue siendo sólo alternativa, pareció decirle su entrenador en el combinado del gallo. Aunque el ariete del Arsenal no correspondió la confianza: dejó poco tanto con su clásico juego de espaldas como en el remate.

Un Stade de France a rebosar vivió el partido entre el furor y una memoria dolorosa: el 13 se cumple el primer aniversario de los atentados de París, que pillaron a la selección gala en pleno partido; el choque se adelantó dos días para evitar la coincidencia. El minuto de silencio, escrupulosamente respetado, dio paso a un primer tiempo en el que Francia no pareció el aspirante a todo que, por jugadores, debe ser. A ello contribuyó el ritmo impuesto por los de Deschamps, lánguido con balón y sin él, y la entereza de Suecia atrás. Los balones largos de Varane en busca de Griezmann y Giroud no suponían mayor problema para Granqvist (1’92) y Lindeloef (1,87). Los galos, encorsetados con dos interiores (Matuidi y Sissoko) que sin espacios pierden su esencia, se entregaron en exceso a los disparos lejanos y los centros laterales; Griezmann, sin mucho protagonismo como mediapunta conector, sólo inquietó a Olsen al borde del descanso con un cabezazo ligeramente desviado.

El 0-0 al final del primer tiempo era demérito de Francia (especial mención para el inoperante Sidibé) y también castigo a la falta de filo de los suecos en el último momento: Guidetti y Toivonen dejaron escapar dos chuts francos en el área pequeña para fusilar a Lloris. Por encima de los dos emergió la figura de Forsberg, enlazando con soltura como enganche el juego de contragolpe de los pupilos de Andersson y que se llevó como consolación el premio del gol.

El segundo tiempo no ofreció, de primeras, un cuadro muy distinto: Francia tiene un enorme caudal de talento mal administrado, escasamente organizado y demasiado dependiente de una genialidad, algo por definición espontáneo e impredecible. Forsberg castigó estos pecados a los diez minutos de la reanudación con una falta 'acristianada' en la que Lloris hizo la estatua, precedida de un paso en falso. Pero, curiosamente, el 0-1 tuvo un efecto rejuvenecedor sobre los locales, que encontraron pronto el empate con un cabezazo de Pogba (poco más dejó el del United) e iniciaron el asedio sobre un Olsen presionado y nervioso que regaló la remontada poco después. Payet aprovechó el balón suelto tras una exhibición de manos blandas del meta sueco, con Griezmann algo adelantado en el nacimiento de la acción.

Los minutos finales dibujaron el carrusel esperable entre uno que puede, pero que no domina, y otro que no se arruga aunque sea menos (y lo sabe; ahí nace su fuerza). Griezmann dejó escapar el 3-1 con un disparo raso que lamió el poste y segundos después Thalin dejó sin aliento al Stade de France con un mano a mano resuelto en la (horrorosa) línea de Suecia durante todo el choque. Pogba recibió una amarilla justísima que le impedirá estar contra Luxemburgo en marzo y Deschamps debió verlo todo más luminoso que el resto, pues renunció a los revulsivos de un banquillo bien cargado: sólo dio apenas cinco minutos a Kanté.

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