El conservadurismo de Fillon se perfila como el dique frente a Le Pen
El ex primer ministro lidera las primarias con el programa más conservador de la derecha francesa
Carlos Yárnoz
París, El País
El inesperado y apabullante triunfo de François Fillon en la primera vuelta de las primarias de la derecha francesa supone una pésima noticia para la ultraderechista Marine Le Pen. De los siete candidatos, Fillon es quien más opciones tiene de derrotar al Frente Nacional (FN) en la recta final por el Elíseo, que todos los sondeos prevén entre derecha y ultraderecha. Conservador a ultranza, recoge votos del centro a la derecha más radical y no suscita el rechazo frontal de la izquierda. El domingo, se enfrentará en la segunda vuelta a Alain Juppé.
“Fillon es una síntesis casi perfecta de las derechas”, asegura el analista e historiador Benoît Pellistrandi. “Seduce al núcleo duro y a los centristas, pasando por los democristianos”. La derecha, mucho más activa y politizada de lo previsto, acudió el domingo en masa a las urnas y ha dejado claro que prefiere ser clásica, ortodoxa, católica, no tan centrista como propone Alain Juppé ni escorada a la ultraderecha como quería Nicolas Sarkozy.
Esa es la derecha francesa actual, la que las encuestas no supieron ver y la que arranca la campaña electoral en inmejorables condiciones. Los electores apostaron en la primera vuelta por Fillon, el más conservador, el más clásico. Un “ultraliberal”, según el primer ministro, Manuel Valls.
Fillon ganó con el 44% de los votos, según los resultados preliminares, frente al 28% de Juppé —que ahora confía en otra sorpresa para imponerse el próximo domingo— y el 20% de Sarkozy. Cuando se conocieron los resultados de la primera vuelta, el derrotado expresidente pidió a sus seguidores que apoyen al ganador.
Fillon cuenta con una gran ventaja frente a Le Pen. Las encuestas coinciden desde hace meses en que la líder ultraderechista ganará la primera vuelta de las presidenciales en abril con el 30% de los votos aproximadamente y se enfrentará en mayo, en la segunda ronda, al candidato de Los Republicanos. Para superarla, este tendrá que contar con el apoyo de los votantes del centro y de la izquierda. Para Le Pen, su mejor rival hubiera sido Sarkozy. Era, hasta despedirse de la política el domingo tras su humillante derrota, el dirigente conservador que mayor rechazo levantaba en la izquierda. Los votantes progresistas, por tanto, se hubieran resistido a apoyarle aún a riesgo de que Le Pen llegara al Elíseo. Fillon no provoca esa repulsa entre los progresistas.
Duro contra el terrorismo
No solo eso. Sarkozy ha rechazado una alianza con los centristas de François Bayrou, que logró el 10% de los votos en las presidenciales de 2012, con lo que el expresidente se cerraba una opción de ampliar su electorado.
Fillon quiere expulsar de Francia a todo sospechoso de radicalización islamista con doble nacionalidad
No es el caso de Fillon. Tampoco el de Juppé, pero la ventaja de aquel con respecto al candidato al que los sondeos daban por ganador es que el también ex primer ministro y ahora alcalde de Burdeos tiene un discurso centrista, prudente, que no cautiva a la derecha más radical hoy entregada al FN.
Primer ministro entre 2007 y 2012, ministro seis veces y en puestos políticos desde los 23 años, Fillon transmite a sus 62 años el discurso propio de un dirigente duro y firme ante el terrorismo o la migración, liberal en sus recetas económicas y agresivo en su empeño de rebajar logros sociales y ciudadanos.
El hombre con grandes posibilidades de ser el próximo presidente de la República quiere endurecer la ya controvertida reforma laboral dando mayor protagonismo a los acuerdos internos en las empresas. Por ejemplo, para que puedan saltarse el límite legal de 35 horas laborales por semana. El único margen serían las 48 horas que como máximo fija también la ley.
En su afán por adelgazar el peso del Estado, pretende reducir en 100.000 millones de euros el gasto público (hoy en el 54,6% del PIB, uno de los más altos del mundo) o eliminar medio millón de puestos de funcionarios (hay 5,6 millones). Los que queden deberán trabajar al menos 39 horas por semana, cuatro más que ahora. También quiere retrasar hasta los 65 años la edad de jubilación (ahora situada en los 62).
Por el contrario, se propone rebajar y suprimir impuestos y cargas sociales a las empresas para que se ahorren 50.000 millones de euros en cinco años. En la actual legislatura socialista, la rebaja ya ha alcanzado los 40.000 millones. Hasta aquí, el programa es muy similar al de su rival en la segunda vuelta, Alain Juppé.
Frente al yihadismo y el islamismo radical, la mano dura es la fórmula de Fillon. Quiere expulsar de Francia a todo sospechoso con doble nacionalidad y prohibir el regreso a los franceses que hayan ido a combatir a Siria o Irak. También es partidario de prohibir el burkini, a pesar de que el Consejo de Estado rechaza ese veto.
En política exterior, François Fillon pretende recomponer las relaciones con Rusia. No ve con buenos ojos las sanciones impuestas por la anexión de Crimea y quiere una alianza con Moscú, y hasta con el régimen de Bachar el Asad, para acabar con el Estado Islámico, una tesis similar a la de Donald Trump. Mejorar las relaciones con Vladímir Putin es un punto común entre Fillon y Marine Le Pen, pero el primero resulta más creíble teniendo en cuenta que buena parte de la financiación del Frente Nacional proviene de Moscú.
La vena conservadora del nuevo líder emergente de Los Republicanos también es nítida con respecto a la política europea. Planea un referéndum sobre el reparto de refugiados entre los países de la Unión Europea, como el de Hungría el mes pasado. Igualmente plantea consultas populares sobre la reducción de escaños parlamentarios, la reforma territorial, la desaparición de regímenes especiales de jubilación o la introducción en la Constitución de un necesario equilibrio presupuestario.
Católico practicante, hijo de militantes conservadores y padre de cinco hijos, Fillon se ha mostrado muy comprensivo con la Manif pour Tous, el exitoso movimiento de la derecha contra el matrimonio homosexual. Por eso, se propone prohibir la adopción por parejas gais, hoy legal en Francia.
En el terreno católico arrastra más simpatías que Marine Le Pen, que se descolgó de la Manif pour Tous y eligió a varios homosexuales declarados entre sus más directos colaboradores, un dato que enervó a su padre y fundador del partido, Jean-Marie Le Pen. La joven Marion Maréchal Le Pen, sobrina de la presidenta del FN, es la única figura del partido que participa en esos movimientos homófobos.
Carlos Yárnoz
París, El País
El inesperado y apabullante triunfo de François Fillon en la primera vuelta de las primarias de la derecha francesa supone una pésima noticia para la ultraderechista Marine Le Pen. De los siete candidatos, Fillon es quien más opciones tiene de derrotar al Frente Nacional (FN) en la recta final por el Elíseo, que todos los sondeos prevén entre derecha y ultraderecha. Conservador a ultranza, recoge votos del centro a la derecha más radical y no suscita el rechazo frontal de la izquierda. El domingo, se enfrentará en la segunda vuelta a Alain Juppé.
“Fillon es una síntesis casi perfecta de las derechas”, asegura el analista e historiador Benoît Pellistrandi. “Seduce al núcleo duro y a los centristas, pasando por los democristianos”. La derecha, mucho más activa y politizada de lo previsto, acudió el domingo en masa a las urnas y ha dejado claro que prefiere ser clásica, ortodoxa, católica, no tan centrista como propone Alain Juppé ni escorada a la ultraderecha como quería Nicolas Sarkozy.
Esa es la derecha francesa actual, la que las encuestas no supieron ver y la que arranca la campaña electoral en inmejorables condiciones. Los electores apostaron en la primera vuelta por Fillon, el más conservador, el más clásico. Un “ultraliberal”, según el primer ministro, Manuel Valls.
Fillon ganó con el 44% de los votos, según los resultados preliminares, frente al 28% de Juppé —que ahora confía en otra sorpresa para imponerse el próximo domingo— y el 20% de Sarkozy. Cuando se conocieron los resultados de la primera vuelta, el derrotado expresidente pidió a sus seguidores que apoyen al ganador.
Fillon cuenta con una gran ventaja frente a Le Pen. Las encuestas coinciden desde hace meses en que la líder ultraderechista ganará la primera vuelta de las presidenciales en abril con el 30% de los votos aproximadamente y se enfrentará en mayo, en la segunda ronda, al candidato de Los Republicanos. Para superarla, este tendrá que contar con el apoyo de los votantes del centro y de la izquierda. Para Le Pen, su mejor rival hubiera sido Sarkozy. Era, hasta despedirse de la política el domingo tras su humillante derrota, el dirigente conservador que mayor rechazo levantaba en la izquierda. Los votantes progresistas, por tanto, se hubieran resistido a apoyarle aún a riesgo de que Le Pen llegara al Elíseo. Fillon no provoca esa repulsa entre los progresistas.
Duro contra el terrorismo
No solo eso. Sarkozy ha rechazado una alianza con los centristas de François Bayrou, que logró el 10% de los votos en las presidenciales de 2012, con lo que el expresidente se cerraba una opción de ampliar su electorado.
Fillon quiere expulsar de Francia a todo sospechoso de radicalización islamista con doble nacionalidad
No es el caso de Fillon. Tampoco el de Juppé, pero la ventaja de aquel con respecto al candidato al que los sondeos daban por ganador es que el también ex primer ministro y ahora alcalde de Burdeos tiene un discurso centrista, prudente, que no cautiva a la derecha más radical hoy entregada al FN.
Primer ministro entre 2007 y 2012, ministro seis veces y en puestos políticos desde los 23 años, Fillon transmite a sus 62 años el discurso propio de un dirigente duro y firme ante el terrorismo o la migración, liberal en sus recetas económicas y agresivo en su empeño de rebajar logros sociales y ciudadanos.
El hombre con grandes posibilidades de ser el próximo presidente de la República quiere endurecer la ya controvertida reforma laboral dando mayor protagonismo a los acuerdos internos en las empresas. Por ejemplo, para que puedan saltarse el límite legal de 35 horas laborales por semana. El único margen serían las 48 horas que como máximo fija también la ley.
En su afán por adelgazar el peso del Estado, pretende reducir en 100.000 millones de euros el gasto público (hoy en el 54,6% del PIB, uno de los más altos del mundo) o eliminar medio millón de puestos de funcionarios (hay 5,6 millones). Los que queden deberán trabajar al menos 39 horas por semana, cuatro más que ahora. También quiere retrasar hasta los 65 años la edad de jubilación (ahora situada en los 62).
Por el contrario, se propone rebajar y suprimir impuestos y cargas sociales a las empresas para que se ahorren 50.000 millones de euros en cinco años. En la actual legislatura socialista, la rebaja ya ha alcanzado los 40.000 millones. Hasta aquí, el programa es muy similar al de su rival en la segunda vuelta, Alain Juppé.
Frente al yihadismo y el islamismo radical, la mano dura es la fórmula de Fillon. Quiere expulsar de Francia a todo sospechoso con doble nacionalidad y prohibir el regreso a los franceses que hayan ido a combatir a Siria o Irak. También es partidario de prohibir el burkini, a pesar de que el Consejo de Estado rechaza ese veto.
En política exterior, François Fillon pretende recomponer las relaciones con Rusia. No ve con buenos ojos las sanciones impuestas por la anexión de Crimea y quiere una alianza con Moscú, y hasta con el régimen de Bachar el Asad, para acabar con el Estado Islámico, una tesis similar a la de Donald Trump. Mejorar las relaciones con Vladímir Putin es un punto común entre Fillon y Marine Le Pen, pero el primero resulta más creíble teniendo en cuenta que buena parte de la financiación del Frente Nacional proviene de Moscú.
La vena conservadora del nuevo líder emergente de Los Republicanos también es nítida con respecto a la política europea. Planea un referéndum sobre el reparto de refugiados entre los países de la Unión Europea, como el de Hungría el mes pasado. Igualmente plantea consultas populares sobre la reducción de escaños parlamentarios, la reforma territorial, la desaparición de regímenes especiales de jubilación o la introducción en la Constitución de un necesario equilibrio presupuestario.
Católico practicante, hijo de militantes conservadores y padre de cinco hijos, Fillon se ha mostrado muy comprensivo con la Manif pour Tous, el exitoso movimiento de la derecha contra el matrimonio homosexual. Por eso, se propone prohibir la adopción por parejas gais, hoy legal en Francia.
En el terreno católico arrastra más simpatías que Marine Le Pen, que se descolgó de la Manif pour Tous y eligió a varios homosexuales declarados entre sus más directos colaboradores, un dato que enervó a su padre y fundador del partido, Jean-Marie Le Pen. La joven Marion Maréchal Le Pen, sobrina de la presidenta del FN, es la única figura del partido que participa en esos movimientos homófobos.