Cristiano fue el paraguas
Marcó los dos goles del equipo de Zidane, que acabó pidiendo la hora y enfadando al público. Cop falló un penalti a un cuarto de hora del final.
Luis Nieto
As
El diluvio, las palizas del Calderón y de Lisboa, la cercanía del Clasico y un Sporting sobrado de coraje desfiguraron de tal modo al Madrid que su 31º partido invicto consecutivo concluyó con el público suplicando la hora, deshecho por los nervios. Un desenlace inesperado pero reiterado para un Madrid que, por inapetente, colecciona partidos trampa. Lo pagó ante Las Palmas y Eibar y ante un Sporting emergido de su desgracia le salvó un penalti errado por Cop. Del Camp Nou saldrá líder, pero llegará preocupado.
Hace diez partidos ya desde que en el Sporting se aplican con rigor extremo las leyes de Murphy. En el fútbol viene a ser frecuente: la desdicha se agiganta para el desdichado. A los tres minutos Sergio Álvarez invalidó el trabajo de la semana al cometer un penalti sin sentido, cuando Lucas Vázquez escapaba del área por falta de un pasillo hacia Mariño. Sucedió segundos después de que Carmona no atinara con la puerta de Keylor en un mano a mano muy limpio. No existen evidencias de que un modesto que se equivoca dos veces en el Bernabéu pueda sobrevivir a él. Ayer casi sucede.
Ese penalti, transformado por Cristiano, desmontó en cierto modo el partido, porque le quitó codicia y coquetería al Madrid, que quiso despachar rutinariamente su victoria. Esta vez fue con James, al que Zidane le encontró un empleo temporal en este partido de apariencia sencilla. Ese es el día a día del colombiano. Ahora es un jugador de avituallamiento, al que no ayudaron la tarde de perros en Madrid ni la compañía.
Sólo Cristiano puso empeño en la tarea. Sus dos goles le hacen pichichi y ponen a salvo su media, pero está ante una temporada sin regularidad, con frenazos y acelerones. Lo que ocurre es que estos, en su caso, le hacen inalcanzable. Le sirvió su segundo gol Nacho, en impecable centro de izquierda. No hay futbolista más constante en rebelarse contra su baja visibilidad, aunque su error en la jugada del penalti pudo costarle caro al Madrid. En el otro lado, Danilo presentó una oferta ofensiva incompleta.
Benzema reeditó su fama de jugador evanescente, tan poco visceral que cansa en un club que construyó su leyenda haciendo lo contrario. A ratos contagió a los demás y eso levantó al Sporting, que tuvo ánimo para escalar el paredón del 2-0, achicar al Madrid y hacer sonar tambores cerca de la meta de Keylor Navas. Recortó su desventaja en un remate sobre la marcha y con el exterior de Carmona que salió como un torpedo y murió aporreando la puerta de Keylor.
Ese gol y el diluvio de la segunda mitad incomodaron aún más al Madrid, incapaz de darle carpetazo al partido. Zidane buscó apuntillar al Sporting con Marcelo y Asensio y lo que se encontró fue con el claro penalti de Nacho. Cop fue escrupuloso con la ley de Murphy y mandó su tiro a la grada norte. Hay rachas en que ni hacerlo bien es suficiente.
Luis Nieto
As
El diluvio, las palizas del Calderón y de Lisboa, la cercanía del Clasico y un Sporting sobrado de coraje desfiguraron de tal modo al Madrid que su 31º partido invicto consecutivo concluyó con el público suplicando la hora, deshecho por los nervios. Un desenlace inesperado pero reiterado para un Madrid que, por inapetente, colecciona partidos trampa. Lo pagó ante Las Palmas y Eibar y ante un Sporting emergido de su desgracia le salvó un penalti errado por Cop. Del Camp Nou saldrá líder, pero llegará preocupado.
Hace diez partidos ya desde que en el Sporting se aplican con rigor extremo las leyes de Murphy. En el fútbol viene a ser frecuente: la desdicha se agiganta para el desdichado. A los tres minutos Sergio Álvarez invalidó el trabajo de la semana al cometer un penalti sin sentido, cuando Lucas Vázquez escapaba del área por falta de un pasillo hacia Mariño. Sucedió segundos después de que Carmona no atinara con la puerta de Keylor en un mano a mano muy limpio. No existen evidencias de que un modesto que se equivoca dos veces en el Bernabéu pueda sobrevivir a él. Ayer casi sucede.
Ese penalti, transformado por Cristiano, desmontó en cierto modo el partido, porque le quitó codicia y coquetería al Madrid, que quiso despachar rutinariamente su victoria. Esta vez fue con James, al que Zidane le encontró un empleo temporal en este partido de apariencia sencilla. Ese es el día a día del colombiano. Ahora es un jugador de avituallamiento, al que no ayudaron la tarde de perros en Madrid ni la compañía.
Sólo Cristiano puso empeño en la tarea. Sus dos goles le hacen pichichi y ponen a salvo su media, pero está ante una temporada sin regularidad, con frenazos y acelerones. Lo que ocurre es que estos, en su caso, le hacen inalcanzable. Le sirvió su segundo gol Nacho, en impecable centro de izquierda. No hay futbolista más constante en rebelarse contra su baja visibilidad, aunque su error en la jugada del penalti pudo costarle caro al Madrid. En el otro lado, Danilo presentó una oferta ofensiva incompleta.
Benzema reeditó su fama de jugador evanescente, tan poco visceral que cansa en un club que construyó su leyenda haciendo lo contrario. A ratos contagió a los demás y eso levantó al Sporting, que tuvo ánimo para escalar el paredón del 2-0, achicar al Madrid y hacer sonar tambores cerca de la meta de Keylor Navas. Recortó su desventaja en un remate sobre la marcha y con el exterior de Carmona que salió como un torpedo y murió aporreando la puerta de Keylor.
Ese gol y el diluvio de la segunda mitad incomodaron aún más al Madrid, incapaz de darle carpetazo al partido. Zidane buscó apuntillar al Sporting con Marcelo y Asensio y lo que se encontró fue con el claro penalti de Nacho. Cop fue escrupuloso con la ley de Murphy y mandó su tiro a la grada norte. Hay rachas en que ni hacerlo bien es suficiente.