Angela Merkel aspira a un cuarto mandato como canciller de Alemania
Alemania, AFP
La decisión de la canciller alemana, Angela Merkel, de presentarse a la reelección es un nuevo desafío para esta líder atípica, dispuesta a igualar o superar las marcas en el poder de dos históricos de sus filas conservadoras, Konrad Adenauer y Helmut Kohl.
De imponerse en las generales de 2017, empezará para Merkel una cuenta atrás hacia el récord de su exmentor Kohl, con 16 años en la Cancillería (1982-1998). De no completar la legislatura, podría quedarse en la marca de Adenauer, el canciller fundacional de la República Federal de Alemania (RFA), con 14 años (1949-1963).
Son muchos los hitos en la biografía de Merkel, aunque en este caso no hace más que seguir la dinámica de Kohl de no rehuir las urnas y no dejarse apear del poder más que por una derrota.
Merkel, con dieciséis años al frente de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y en la Cancillería desde 2005, ha multiplicado en este periodo su poderío, sin dejar de ser la “Angie” o “Mutti” (mamá) del elector.
Sigue siendo la favorita de los sondeos, pese a las tensiones con sus aliados bávaros, que pedían un giro derechista a su política migratoria frente al auge del voto xenófobo.
El triunfo de Donald Trump en las presidenciales de EEUU la ha revalorizado como factor de estabilidad global.
Con 63 años -que cumple en julio-, Merkel volverá a intentar ganar tras haber derrotado ya a tres socialdemócratas -el canciller Gerhard Schröder, en 2005; su actual ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier, en 2009; y el extitular de Finanzas, Peer Steinbrück, en 2013.
En este tiempo ha alternado el perfil de la líder implacable que impone austeridad, con el de la “Mutti” que, sin hijos propios, adoptó a sus compatriotas, sea para amonestarles o para protegerles.
La sangre fría ha sido el arma con la que ha vencido a todo aquel que cometió el error de subestimarla, fuera el animal político Schröder o los barones conservadoras que quisieron cerrarle el paso.
La fecha clave en su ascenso fue el 22 de diciembre de 1999, cuando llamó a la CDU a “emanciparse” del patriarca Kohl.
Merkel era secretaria general de la CDU, entonces en la oposición y hundida en un escándalo de cuentas secretas en la “era Kohl”.
Con su llamada a pasar página, Merkel se convirtió en presidenta de la CDU, tras la renuncia a la jefatura del exdelfín de Kohl, Wolfgang Schäuble, salpicado por el escándalo.
Nada en su biografía parecía hasta entonces predestinarla a ser una líder global: Angela Dorothea Kassner, el nombre con el que vino al mundo en 1954, en Hamburgo, creció en la comunista República Democrática Alemana (RDA), en la parroquia de pueblo donde su padre ejercía como pastor protestante.
Estudió entre Leipzig y Berlín, lejos de su hogar, y se casó con 23 años con el compañero de estudios del que conserva el apellido, Ulrich Merkel, aunque el matrimonio apenas duró cinco años.
Conoció a Joachim Sauer, por entonces casado y con dos hijos, que se convirtió en el “consejero” de su tesis doctoral en Física y con el que, tras varios años de convivencia, se casó en 1998.
No estuvo entre los cientos de miles de germano-orientales que el 9 de noviembre de 1989 celebraron entre abrazos y cervezas la caída del muro de Berlín, sino que se enteró de la noticia al salir de su sauna semanal y prefirió retirarse a casa porque tenía que madrugar.
Había sido secretaria de propaganda de las juventudes comunistas de la RDA, pero ya antes de la caída del muro había contactado con grupos de la oposición al régimen.
En febrero de 1990 ingresó en la CDU y Kohl la convirtió en 1991 en ministra de la Mujer y la Juventud, necesitado de llenar su cantera con jóvenes talentos de la extinta RDA.
Escaló posiciones, llegó a la secretaria general y luego a la presidencia de la CDU. Pero incluso en esa posición encajó algunos golpes, como la designación del bávaro Edmund Stoiber como candidato a arrebatar la Cancillería a Schröder, en 2002.
Stoiber fracasó y tres años después Merkel escribió por partida doble una página de la historia, al convertirse en la primer mujer y primer político crecido en el Este en la Cancillería alemana.
Si hasta entonces ninguno de sus rivales la doblegó, a partir de ahí fue imparable o, tal vez, imbatible.
La decisión de la canciller alemana, Angela Merkel, de presentarse a la reelección es un nuevo desafío para esta líder atípica, dispuesta a igualar o superar las marcas en el poder de dos históricos de sus filas conservadoras, Konrad Adenauer y Helmut Kohl.
De imponerse en las generales de 2017, empezará para Merkel una cuenta atrás hacia el récord de su exmentor Kohl, con 16 años en la Cancillería (1982-1998). De no completar la legislatura, podría quedarse en la marca de Adenauer, el canciller fundacional de la República Federal de Alemania (RFA), con 14 años (1949-1963).
Son muchos los hitos en la biografía de Merkel, aunque en este caso no hace más que seguir la dinámica de Kohl de no rehuir las urnas y no dejarse apear del poder más que por una derrota.
Merkel, con dieciséis años al frente de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y en la Cancillería desde 2005, ha multiplicado en este periodo su poderío, sin dejar de ser la “Angie” o “Mutti” (mamá) del elector.
Sigue siendo la favorita de los sondeos, pese a las tensiones con sus aliados bávaros, que pedían un giro derechista a su política migratoria frente al auge del voto xenófobo.
El triunfo de Donald Trump en las presidenciales de EEUU la ha revalorizado como factor de estabilidad global.
Con 63 años -que cumple en julio-, Merkel volverá a intentar ganar tras haber derrotado ya a tres socialdemócratas -el canciller Gerhard Schröder, en 2005; su actual ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier, en 2009; y el extitular de Finanzas, Peer Steinbrück, en 2013.
En este tiempo ha alternado el perfil de la líder implacable que impone austeridad, con el de la “Mutti” que, sin hijos propios, adoptó a sus compatriotas, sea para amonestarles o para protegerles.
La sangre fría ha sido el arma con la que ha vencido a todo aquel que cometió el error de subestimarla, fuera el animal político Schröder o los barones conservadoras que quisieron cerrarle el paso.
La fecha clave en su ascenso fue el 22 de diciembre de 1999, cuando llamó a la CDU a “emanciparse” del patriarca Kohl.
Merkel era secretaria general de la CDU, entonces en la oposición y hundida en un escándalo de cuentas secretas en la “era Kohl”.
Con su llamada a pasar página, Merkel se convirtió en presidenta de la CDU, tras la renuncia a la jefatura del exdelfín de Kohl, Wolfgang Schäuble, salpicado por el escándalo.
Nada en su biografía parecía hasta entonces predestinarla a ser una líder global: Angela Dorothea Kassner, el nombre con el que vino al mundo en 1954, en Hamburgo, creció en la comunista República Democrática Alemana (RDA), en la parroquia de pueblo donde su padre ejercía como pastor protestante.
Estudió entre Leipzig y Berlín, lejos de su hogar, y se casó con 23 años con el compañero de estudios del que conserva el apellido, Ulrich Merkel, aunque el matrimonio apenas duró cinco años.
Conoció a Joachim Sauer, por entonces casado y con dos hijos, que se convirtió en el “consejero” de su tesis doctoral en Física y con el que, tras varios años de convivencia, se casó en 1998.
No estuvo entre los cientos de miles de germano-orientales que el 9 de noviembre de 1989 celebraron entre abrazos y cervezas la caída del muro de Berlín, sino que se enteró de la noticia al salir de su sauna semanal y prefirió retirarse a casa porque tenía que madrugar.
Había sido secretaria de propaganda de las juventudes comunistas de la RDA, pero ya antes de la caída del muro había contactado con grupos de la oposición al régimen.
En febrero de 1990 ingresó en la CDU y Kohl la convirtió en 1991 en ministra de la Mujer y la Juventud, necesitado de llenar su cantera con jóvenes talentos de la extinta RDA.
Escaló posiciones, llegó a la secretaria general y luego a la presidencia de la CDU. Pero incluso en esa posición encajó algunos golpes, como la designación del bávaro Edmund Stoiber como candidato a arrebatar la Cancillería a Schröder, en 2002.
Stoiber fracasó y tres años después Merkel escribió por partida doble una página de la historia, al convertirse en la primer mujer y primer político crecido en el Este en la Cancillería alemana.
Si hasta entonces ninguno de sus rivales la doblegó, a partir de ahí fue imparable o, tal vez, imbatible.