Al Bagdadi llama a los yihadistas a resistir hasta el final en la batalla de Mosul

"Esto es una guerra total", dice el líder del ISIS en su primera grabación difundida desde diciembre

Ángeles Espinosa
Dubái, El País
El cerco sobre el último bastión del Estado Islámico (ISIS) en Irak se estrecha. Después de que Ejército, fuerzas de seguridad y peshmergas (tropas kurdas) lograran rodear Mosul por el sur, el este y el norte, las milicias populares han anunciado este jueves el corte de las líneas de abastecimiento desde el oeste. La creciente dificultad que afrontan los yihadistas atrincherados en la ciudad ha quedado subrayada por un mensaje del líder del ISIS, Abu Baker al Bagdadi, exhortando a sus seguidores a resistir hasta el final.


“Esto es una guerra total. No os retiréis. Defender vuestras posiciones con honor es mil veces más fácil que retirarse con vergüenza”, afirma Al Bagdadi en un audio difundido por uno de los órganos de propaganda del grupo citada por la agencia France Presse.

Se trata de la primera comunicación del huidizo dirigente desde que el Gobierno de Bagdad, con el apoyo de la coalición internacional que encabeza EE. UU., lanzó la ofensiva para recuperar Mosul el pasado 17 de octubre. No está claro dónde o cuándo se ha realizado la grabación, pero algunos de los hechos que menciona se refieren a hace varias semanas por lo que podría estar preparada desde antes. En cualquier caso, es un raro signo de vida de un hombre sobre cuya salud y movimientos corren numerosos rumores, pero cuyo paradero se desconoce. Su anterior mensaje se remonta a diciembre del año pasado.

Resulta especialmente significativo el contraste entre esta nueva intervención, grabada de forma clandestina, y la que en junio de 2014 realizó desde el púlpito de la Gran Mezquita de Mosul, ante las cámaras de televisión. Anunció entonces la creación de un estado islámico, el califato, que trascendía las fronteras entre Irak y Siria. Pronto, y ante el caos que vivían ambos países, sus entusiasmados seguidores se lanzaron a destruir los mojones que marcaban la linde establecida en 1916 por el Acuerdo Sykes-Picot.

Aunque ni en Faluya (Irak) ni en Dabiq (Siria) los yihadistas han luchado hasta el final como proclama su ideología apocalíptica, y ahora les pide Al Bagdadi, la recaptura de Mosul supondrá un golpe mortal para su estado al privarle de territorio en Irak. De ahí que se espere un duro combate por parte de los entre 3.000 y 8.000 combatientes que, según distintas estimaciones, tienen dentro de la ciudad, en especial cuando las fuerzas gubernamentales logren cruzar el Tigris y entren en el casco antiguo, situado en la orilla occidental del río.

Su éxito avanzando hasta casi las puertas de Bagdad y a medio centenar de kilómetros de Irán fue el principio de su fin. Una formidable entente internacional (aunque no siempre coordinada) les ha combatido desde entonces. El enemigo común ha puesto en la misma barricada a las fuerzas de operaciones especiales de EE. UU. y a los Pasdarán iraníes, y la participación en diferentes grados de europeos (entre ellos España con el entrenamiento de tropas), árabes (al menos nominalmente) y turcos (a pesar del recelo iraquí); además de movilizar con las tropas iraquíes a los peshmergas kurdos.

Desde el año pasado, el califato, que llegó a alardear de controlar casi un tercio de Irak (y otro tanto de Siria), se ha encogido a medida que las fuerzas iraquíes, entrenadas, armadas y apoyadas desde el aire por EE. UU. y sus aliados, han ido reconquistando territorio. Tikrit, Ramadi, o Faluya, han marcado sucesivos hitos en la recuperación de confianza de los iraquíes, aunque también han sacado a la luz la grave fractura sectaria que contribuyó a la inicial rápida expansión del ISIS como supuesto valedor de los suníes.

Por eso, junto al desarrollo de los combates, los observadores están prestando especial atención al comportamiento de las Unidades de Movilización Popular (UMP), las milicias, sobre todo chiíes, que encontraron una justificación a su existencia en el llamamiento a las armas del ayatolá Sistaní tras la irrupción del ISIS. Después de cada batalla, las organizaciones de derechos humanos han denunciado las torturas e incluso ejecuciones extrajudiciales que esos grupos (chiíes) han inflingido a quienes sospechaban de pertenecer o simpatizar con el ISIS (suníes).

De momento, las UMP están haciendo un esfuerzo para mejorar su imagen. Su equipo de medios de comunicación ha insistido en los días pasados en recuperar las iglesias cristianas desacralizadas por el ISIS, como muestra de su interconfesionalidad. Tampoco han trascendido hasta ahora nuevas denuncias de que hayan maltratado a suníes. Para minimizar ese riesgo, el primer ministro, Haider al Abadi, decidió que las milicias no entren en Mosul, una ciudad multiétnica y multiconfesional, pero mayoritariamente suní. A cambio, se les atribuyó el frente oeste, la posible vía de escape de los miembros del ISIS hacia Siria.

“Las #UMP han cortado las rutas desde el #Mosul bajo control del #ISIS y continúan avanzando”, tuiteaba a primera hora de la tarde de este jueves su responsable de prensa. Poco antes, Hadi al Amiri, el líder de la Organización Badr, la mayor milicia chií de las UMP, había explicado en la televisión iraquí que antes de cortar la carretera principal que une Mosul con Tel Afar (a 55 kilómetros al oeste y también en manos del ISIS) se estaban concentrando en la comarca de Muhalabiya porque son las carreteras secundarias que la atraviesan las que los yihadistas han estado utilizando desde hace dos años. Una vez que logren sellar ese sector, las huestes de Al Bagdadi estarán completamente rodeadas.

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