Un argentino de 13 años mata a tiros a uno de los cinco ladrones que asaltan su casa
Disparó con el arma de su padre contra asaltantes armados con fusiles y chalecos antibalas
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
La inseguridad está al tope de las preocupaciones de los argentinos. Cada caso de alto impacto que llega a los medios no hace más que apuntalar esta sensación. El último ocurrió el martes por la noche, en un barrio de casas rodeadas de grandes parques y calles de tierra en el partido de Moreno, en las afueras de Buenos Aires. En una de ellas, un joven de sólo 13 años tomó el arma que su padre utiliza para cazar y tiró contra uno de los cinco ladrones que, armado con una escopeta, amenazaba con matar a su madre y a su hermano de once. Dos disparos entraron por la axila del delincuente, quien cayó muerto en el comedor pese a tener un chaleco antibalas. “Mi hijo no para de llorar y no sé cómo lo voy a sacar de eso. Al menos los ladrones tuvieron códigos y escaparon sin disparar a mi familia. Podrían haber hecho un desastre”, dijo el padre del joven, ausente en el momento del robo.
Un sondeo realizado en septiembre por la consultora Managment & Fit para el diario Clarín determinó que el la inseguridad es el tema que más inquieta al 34% de los argentinos, el doble que en agosto. Por debajo quedó el desempleo (14%) y la inflación (13,1), los dos temas que hasta ahora habían dominado el escenario político y social en Argentina. El cambio de humor coincidió con sonados casos de justicia por mano propia y eventos como el de este martes por la noche en Moreno. Los cinco ladrones rompieron un alambrado perimetral para ingresar al parque de la casa. Cuando la dueña llegó con su auto la metieron en la vivienda, donde estaban sus dos hijos de 11 y 13 años. “Mi esposa abre la puerta y se meten con ella, la golpean, le tiran de los pelos. El nene más chico, asustado, cerró la puerta de la habitación del más grande. Como no se dieron cuenta de que estaba, mi hijo mayor agarró mi arma, se asomó por el comedor, vio que tenían al más chico con una pistola en la cabeza, apuntó y tiró”, contó el padre.
Cuando vieron a su compañero fallecido, los ladrones decidieron huir. “Dispararon cuando se iban, salieron corriendo y dispararon hacia el lugar contrario hacia donde estaba mi familia. Estaban preparados y les salió mal y al irse evitaron que lo pague mi familia. Tuvieron códigos, les tocó perder y así lo asumieron”, dijo el padre del menor. Una de las balas de los delincuentes rebotó en una reja y rozó la cabeza del hijo más pequeño, provocándole un corte profundo pero sin consecuencias. “El chico en mi casa sólo tiene un manejo de las armas básico, como para saber qué hacer para que no se dispare por accidente. Luego tira con la play, con los juguetes, es un chico de 13 años. Él sabe que si entran ladrones debe darles todo, pero reaccionó como pudo. Ahora a mi casa no quiere volver más, mató a una persona, el muerto quedó tirado en el suelo”, contó al canal de noticias TN.
El caso tuvo ayer alto impacto mediático en Argentina, en un momento donde el gobierno de Mauricio Macri tomó nota de la necesidad de mejorar la seguridad urbana. A principios de octubre, ordenó el despliegue de 6.200 efectivos federales en el extrarradio de la ciudad de Buenos Aires, la zona más golpeada. Y la provincia de Buenos Aires ya expulsó de su fuerza a unos 4.000 agentes vinculados a distintos delitos, como el cobro de sobornos. Las cifras señalan que los homicidios y robos han aumentado un 10% desde 2005 en Argentina. Las estadísticas, aunque poco claras, sostienen que en teoría el país se mantiene en el nivel más bajo de Latinoamérica, con 6,6 homicidios cada 100.000 habitantes, como Chile. Pero recientes asaltos violentos han provocado un ambiente de tensión creciente.
En este caso, el menor de Moreno no enfrentará cargos penales por ser inimputable. Y, de ser mayor de 18 años, se hubiese amparado en el uso de la legítima defensa. Pero el problema de fondo es otro. “Ahora debemos sacarlo del impacto de haber matado a alguien, no sé cómo haremos”, reconoció el padre. La familia fue asaltada tres veces en los últimos meses. La última vez en agosto y la primera en diciembre. En aquella oportunidad hubo disparos, “pero lo ladrones no pudieron entrar a mi casa”. El tercer robo ha sido demasiado. El matrimonio y sus dos hijos ya han puesto la casa en venta y piensa mudarse a un barrio cerrado, con seguridad perimetral.
Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
La inseguridad está al tope de las preocupaciones de los argentinos. Cada caso de alto impacto que llega a los medios no hace más que apuntalar esta sensación. El último ocurrió el martes por la noche, en un barrio de casas rodeadas de grandes parques y calles de tierra en el partido de Moreno, en las afueras de Buenos Aires. En una de ellas, un joven de sólo 13 años tomó el arma que su padre utiliza para cazar y tiró contra uno de los cinco ladrones que, armado con una escopeta, amenazaba con matar a su madre y a su hermano de once. Dos disparos entraron por la axila del delincuente, quien cayó muerto en el comedor pese a tener un chaleco antibalas. “Mi hijo no para de llorar y no sé cómo lo voy a sacar de eso. Al menos los ladrones tuvieron códigos y escaparon sin disparar a mi familia. Podrían haber hecho un desastre”, dijo el padre del joven, ausente en el momento del robo.
Un sondeo realizado en septiembre por la consultora Managment & Fit para el diario Clarín determinó que el la inseguridad es el tema que más inquieta al 34% de los argentinos, el doble que en agosto. Por debajo quedó el desempleo (14%) y la inflación (13,1), los dos temas que hasta ahora habían dominado el escenario político y social en Argentina. El cambio de humor coincidió con sonados casos de justicia por mano propia y eventos como el de este martes por la noche en Moreno. Los cinco ladrones rompieron un alambrado perimetral para ingresar al parque de la casa. Cuando la dueña llegó con su auto la metieron en la vivienda, donde estaban sus dos hijos de 11 y 13 años. “Mi esposa abre la puerta y se meten con ella, la golpean, le tiran de los pelos. El nene más chico, asustado, cerró la puerta de la habitación del más grande. Como no se dieron cuenta de que estaba, mi hijo mayor agarró mi arma, se asomó por el comedor, vio que tenían al más chico con una pistola en la cabeza, apuntó y tiró”, contó el padre.
Cuando vieron a su compañero fallecido, los ladrones decidieron huir. “Dispararon cuando se iban, salieron corriendo y dispararon hacia el lugar contrario hacia donde estaba mi familia. Estaban preparados y les salió mal y al irse evitaron que lo pague mi familia. Tuvieron códigos, les tocó perder y así lo asumieron”, dijo el padre del menor. Una de las balas de los delincuentes rebotó en una reja y rozó la cabeza del hijo más pequeño, provocándole un corte profundo pero sin consecuencias. “El chico en mi casa sólo tiene un manejo de las armas básico, como para saber qué hacer para que no se dispare por accidente. Luego tira con la play, con los juguetes, es un chico de 13 años. Él sabe que si entran ladrones debe darles todo, pero reaccionó como pudo. Ahora a mi casa no quiere volver más, mató a una persona, el muerto quedó tirado en el suelo”, contó al canal de noticias TN.
El caso tuvo ayer alto impacto mediático en Argentina, en un momento donde el gobierno de Mauricio Macri tomó nota de la necesidad de mejorar la seguridad urbana. A principios de octubre, ordenó el despliegue de 6.200 efectivos federales en el extrarradio de la ciudad de Buenos Aires, la zona más golpeada. Y la provincia de Buenos Aires ya expulsó de su fuerza a unos 4.000 agentes vinculados a distintos delitos, como el cobro de sobornos. Las cifras señalan que los homicidios y robos han aumentado un 10% desde 2005 en Argentina. Las estadísticas, aunque poco claras, sostienen que en teoría el país se mantiene en el nivel más bajo de Latinoamérica, con 6,6 homicidios cada 100.000 habitantes, como Chile. Pero recientes asaltos violentos han provocado un ambiente de tensión creciente.
En este caso, el menor de Moreno no enfrentará cargos penales por ser inimputable. Y, de ser mayor de 18 años, se hubiese amparado en el uso de la legítima defensa. Pero el problema de fondo es otro. “Ahora debemos sacarlo del impacto de haber matado a alguien, no sé cómo haremos”, reconoció el padre. La familia fue asaltada tres veces en los últimos meses. La última vez en agosto y la primera en diciembre. En aquella oportunidad hubo disparos, “pero lo ladrones no pudieron entrar a mi casa”. El tercer robo ha sido demasiado. El matrimonio y sus dos hijos ya han puesto la casa en venta y piensa mudarse a un barrio cerrado, con seguridad perimetral.