Tras el cierre de la ‘Jungla’ de Calais, 3.000 migrantes acampan en París
Reino Unido critica que Francia haya dejado desprotegidos a muchos menores que han dormido al raso
Gabriela Cañas
Corresponsal de El País en París
París, El País
Este viernes ha terminado Francia de clausurar la ignominiosa Jungla de Calais entre las críticas del Reino Unido y la oficina de la ONU para los refugiados ACNUR. Los últimos moradores (apenas 200) han sido trasladados a centros de acogida tras una semana de evacuación. Pero el problema persiste. En plena capital ha resurgido otra jungla que en parte se ha alimentado con desalojados de Calais. 3.000 personas malviven ahora ahí entre orines y basura a la espera de obtener el estatuto de asilo.
Los alrededores de las estaciones de metro de Stalingrado y Jaurès, en el norte de París, son ahora otra jungla de enormes proporciones. Las tiendas de campaña, los colchones, la suciedad y la falta de higiene se esparcen por las aceras. Las organizaciones humanitarias contabilizan al menos 3.000 migrantes malviviendo aquí. La mayoría son afganos, sudaneses, somalíes y eritreos.
Uno de los barrenderos de la zona asegura que el campamento ha aumentado desde que se ha cerrado Calais. Así lo aseguran algunos medios y lo creen también en el Ayuntamiento de París. “No. Los traslados desde Calais son un fenómeno marginal”, desmiente a El País el director de la Oficina de Refugiados (OFPRA), Pascal Brice. “Este campamento lleva tiempo aquí”, corrobora Angèle Cassagne, del colectivo Les Medecins Migrateurs, que recorre el lugar prestando ayuda. Hace solo un mes, la policía desalojó este lugar. Hoy se ha reproducido en una dimensión aún mayor.
En esta zona urbana ya previamente degradada está la oficina de Asistencia Social y Administrativa donde los migrantes hacen cola para iniciar el proceso de asilo. Hay familias enteras, como la de Sarchar Nazari, que salió de Afganistán hace once meses. Pasó por Italia y ahora vive en una tienda de campaña, junto al metro de París, con su esposa y sus dos hijas pequeñas.
Mientras tanto, el Gobierno Británico ha atacado duramente a Francia a cuenta del desalojo de Calais. Según France Presse, entre cien y doscientas personas tuvieron que dormir al raso en la Jungla de Calais la noche del jueves al viernes. Entre ellos había menores. De ahí que el Gobierno británico haya recordado al francés en una nota oficial su obligación de dar alojamiento a los demandantes de asilo y proteger especialmente a los menores, para los que ha deseado un rápido traslado al Reino Unido, obligado por las normas internacionales a acogerles dado que o bien tienen familia allí o han expresado su deseo de establecerse allí. “Es el mundo al revés”, dice Brice, que confirma el interés de París de que Londres los acepte inmediatamente.
El Gobierno francés ha reaccionado airadamente a la nota de la ministra británica Amber Rudd. Los responsables de Interior, Bernard Cazeneuve, y de Vivienda, Emmanuelle Cosse, han recordado que han dado alojamiento digno a los moradores de la Jungla de Calais (6.500), entre ellos 1.451 menores, y que solo 274 han sido trasladados ya al Reino Unido. Pero la oficina de refugiados de la ONU, ACNUR, se ha sumado a las protestas contra Francia, exigiendo a este país “un alojamiento apropiado” a los demandantes de asilo de la Jungla de Calais, según informa France Presse desde Ginebra.
El foco del problema se ha desplazado a París, ciudad a la que arriban cada día hasta 90 nuevos demandantes de asilo. Los establecidos en el norte de la capital disponen aún de menos servicios que en la Jungla de Calais. “Yo estuve allí un mes”, dice el joven afgano Abdul Rahman junto a las tiendas instaladas en los alrededores de la estación de Stalingrado. “Me vine aquí porque aquello era muy peligroso”.
Muy cerca se construye el campo de refugiados promovido por la alcaldía de la capital, pero como indican en el Ayuntamiento este solo tendrá capacidad para 900 personas y está pensado para cortas estancias para los recién llegados que aún no han iniciado el procedimiento de asilo. No resolverá, por tanto, el problema de los 3.000 migrantes que malviven en las calles del norte de la capital bajo la atenta mirada de la policía.
Francia sufre la mayor presión de refugiados de su historia reciente. Unos 100.000 habrán pedido asilo este año, un récord.
Gabriela Cañas
Corresponsal de El País en París
París, El País
Este viernes ha terminado Francia de clausurar la ignominiosa Jungla de Calais entre las críticas del Reino Unido y la oficina de la ONU para los refugiados ACNUR. Los últimos moradores (apenas 200) han sido trasladados a centros de acogida tras una semana de evacuación. Pero el problema persiste. En plena capital ha resurgido otra jungla que en parte se ha alimentado con desalojados de Calais. 3.000 personas malviven ahora ahí entre orines y basura a la espera de obtener el estatuto de asilo.
Los alrededores de las estaciones de metro de Stalingrado y Jaurès, en el norte de París, son ahora otra jungla de enormes proporciones. Las tiendas de campaña, los colchones, la suciedad y la falta de higiene se esparcen por las aceras. Las organizaciones humanitarias contabilizan al menos 3.000 migrantes malviviendo aquí. La mayoría son afganos, sudaneses, somalíes y eritreos.
Uno de los barrenderos de la zona asegura que el campamento ha aumentado desde que se ha cerrado Calais. Así lo aseguran algunos medios y lo creen también en el Ayuntamiento de París. “No. Los traslados desde Calais son un fenómeno marginal”, desmiente a El País el director de la Oficina de Refugiados (OFPRA), Pascal Brice. “Este campamento lleva tiempo aquí”, corrobora Angèle Cassagne, del colectivo Les Medecins Migrateurs, que recorre el lugar prestando ayuda. Hace solo un mes, la policía desalojó este lugar. Hoy se ha reproducido en una dimensión aún mayor.
En esta zona urbana ya previamente degradada está la oficina de Asistencia Social y Administrativa donde los migrantes hacen cola para iniciar el proceso de asilo. Hay familias enteras, como la de Sarchar Nazari, que salió de Afganistán hace once meses. Pasó por Italia y ahora vive en una tienda de campaña, junto al metro de París, con su esposa y sus dos hijas pequeñas.
Mientras tanto, el Gobierno Británico ha atacado duramente a Francia a cuenta del desalojo de Calais. Según France Presse, entre cien y doscientas personas tuvieron que dormir al raso en la Jungla de Calais la noche del jueves al viernes. Entre ellos había menores. De ahí que el Gobierno británico haya recordado al francés en una nota oficial su obligación de dar alojamiento a los demandantes de asilo y proteger especialmente a los menores, para los que ha deseado un rápido traslado al Reino Unido, obligado por las normas internacionales a acogerles dado que o bien tienen familia allí o han expresado su deseo de establecerse allí. “Es el mundo al revés”, dice Brice, que confirma el interés de París de que Londres los acepte inmediatamente.
El Gobierno francés ha reaccionado airadamente a la nota de la ministra británica Amber Rudd. Los responsables de Interior, Bernard Cazeneuve, y de Vivienda, Emmanuelle Cosse, han recordado que han dado alojamiento digno a los moradores de la Jungla de Calais (6.500), entre ellos 1.451 menores, y que solo 274 han sido trasladados ya al Reino Unido. Pero la oficina de refugiados de la ONU, ACNUR, se ha sumado a las protestas contra Francia, exigiendo a este país “un alojamiento apropiado” a los demandantes de asilo de la Jungla de Calais, según informa France Presse desde Ginebra.
El foco del problema se ha desplazado a París, ciudad a la que arriban cada día hasta 90 nuevos demandantes de asilo. Los establecidos en el norte de la capital disponen aún de menos servicios que en la Jungla de Calais. “Yo estuve allí un mes”, dice el joven afgano Abdul Rahman junto a las tiendas instaladas en los alrededores de la estación de Stalingrado. “Me vine aquí porque aquello era muy peligroso”.
Muy cerca se construye el campo de refugiados promovido por la alcaldía de la capital, pero como indican en el Ayuntamiento este solo tendrá capacidad para 900 personas y está pensado para cortas estancias para los recién llegados que aún no han iniciado el procedimiento de asilo. No resolverá, por tanto, el problema de los 3.000 migrantes que malviven en las calles del norte de la capital bajo la atenta mirada de la policía.
Francia sufre la mayor presión de refugiados de su historia reciente. Unos 100.000 habrán pedido asilo este año, un récord.