Rafinha inédito: doblete, chilena, centrocampista más goleador…
Barcelona, AS
Rafinha se está elevando sobre todos los problemas físicos que no le han dejado en paz desde que en septiembre de 2015 se rompió la rodilla en Roma después de una entrada demencial del excesivo Nainggolan. Luis Enrique esperó con paciencia su recuperación y en cuanto pudo, ya la temporada pasada, le puso a jugar. Rafinha consideró que el verano sería ideal para él, una rampa de lanzamiento. Dunga le convocó para la Copa América y los Juegos Olímpicos y al Barça no le pareció mal. Sería una buena manera de que cogiera minutos. Sin embargo, pronto cayó para la cita de Estados Unidos por unas molestias musculares que interrumpieron su preparación. A los Juegos sí llegó. No fue protagonista en una selección en la que Neymar era el líder y Luan, Gabigol y Gabriel Jesús sus escuderos. Sin embargo, Rafinha cogió confianza. Sólo expresó un deseo desde Brasil. Que si no tenía minutos el Barça revisase su situación.
Luis Enrique, sin embargo, ha vuelto a ganárselo. Otra vez aprovechó la primera oportunidad que se le presentó para darle minutos y hacerle partícipe del juego del equipo. Rafinha se ha convertido en el centrocampista más goleador de la Liga (5) y se atreve con cosas que nunca había realizado. Por ejemplo, hacer un gol de chilena (“en la playa con los colegas alguna he metido, en un partido de competición no”) o un doblete, el segundo de su carrera. O un golazo como el de Leganés, con un golpeo limpio y muy peculiar con confianza cuando tenía a Messi al lado.
Además, Rafinha ha evitado encasillarse. No se señala en ninguna posición. Luis Enrique lo ha utilizado como carrilero en la derecha (Leganés) por detrás de Messi, de falso extremo derecho en Gijón por delante de Arda. También más adelantado en la posición de falso extremo. Y cuando todos daban como favorito a André Gomes o a Denis para jugar en la posición de interior, la ocupó contra el Granada. Sus goles, además, dan brillo a sus actuaciones. Ser de la casa, además, es un plus para un futbolista al que, en realidad, sólo paran sus achaques físicos. Con continuidad, siempre da cosas. Y el gol, lo más difícil del fútbol.
Rafinha se está elevando sobre todos los problemas físicos que no le han dejado en paz desde que en septiembre de 2015 se rompió la rodilla en Roma después de una entrada demencial del excesivo Nainggolan. Luis Enrique esperó con paciencia su recuperación y en cuanto pudo, ya la temporada pasada, le puso a jugar. Rafinha consideró que el verano sería ideal para él, una rampa de lanzamiento. Dunga le convocó para la Copa América y los Juegos Olímpicos y al Barça no le pareció mal. Sería una buena manera de que cogiera minutos. Sin embargo, pronto cayó para la cita de Estados Unidos por unas molestias musculares que interrumpieron su preparación. A los Juegos sí llegó. No fue protagonista en una selección en la que Neymar era el líder y Luan, Gabigol y Gabriel Jesús sus escuderos. Sin embargo, Rafinha cogió confianza. Sólo expresó un deseo desde Brasil. Que si no tenía minutos el Barça revisase su situación.
Luis Enrique, sin embargo, ha vuelto a ganárselo. Otra vez aprovechó la primera oportunidad que se le presentó para darle minutos y hacerle partícipe del juego del equipo. Rafinha se ha convertido en el centrocampista más goleador de la Liga (5) y se atreve con cosas que nunca había realizado. Por ejemplo, hacer un gol de chilena (“en la playa con los colegas alguna he metido, en un partido de competición no”) o un doblete, el segundo de su carrera. O un golazo como el de Leganés, con un golpeo limpio y muy peculiar con confianza cuando tenía a Messi al lado.
Además, Rafinha ha evitado encasillarse. No se señala en ninguna posición. Luis Enrique lo ha utilizado como carrilero en la derecha (Leganés) por detrás de Messi, de falso extremo derecho en Gijón por delante de Arda. También más adelantado en la posición de falso extremo. Y cuando todos daban como favorito a André Gomes o a Denis para jugar en la posición de interior, la ocupó contra el Granada. Sus goles, además, dan brillo a sus actuaciones. Ser de la casa, además, es un plus para un futbolista al que, en realidad, sólo paran sus achaques físicos. Con continuidad, siempre da cosas. Y el gol, lo más difícil del fútbol.