Luis Enrique superó a Guardiola: se llevó la victoria y la posesión
Además de los tres puntos, el asturiano y su Barça se llevaron ante Pep la batalla por la codiciada posesión, seña futbolística de esta época dorada culé.
Mario Cortegana
As
La puerta grande del Camp Nou se abrió para Luis Enrique tras el Barça-City. Desde el banquillo local se hizo con los dos premios a los que opositaba, uno tangible y otro simbólico: los tres puntos y la posesión. Del primero se encargó, en esencia, Messi. El segundo, casi tan importante como el triunfo para quienes viven en un mundo paralelo regido por los cánones de un supuesto fútbol ideal, también se lo agenció el colectivo del asturiano con amplitud: 54%-46%. Ese porcentaje, al que Luis Enrique y Guardiola prestan más atención que los jefes de los digitales al de las visitas, simplificó, del mismo modo que el marcador, lo que fue el partido. Hasta este partido, los azulgranas promediaban un 62% en Champions (63% en LaLiga) y los citizens, un 56% (60% en la Premier).
Intentó a ratos mandar el City, pero la ley de Messi le condenó a base de goles como hizo con tantos otros antes, mientras que Luis Enrique hizo lo propio con un sistema capaz de maniatar a casi cualquiera. El argentino borró con un hat-trick apenas sudado todo lo que Guardiola había ideado para quitarle el balón a él y a sus compañeros con mil y una rayas en su pizarra mágica; el plan de su técnico, entretanto, también sirvió para minimizar al rival.
Cuando llegó la absurda expulsión de Bravo, la posesión no varió y se mantuvo en cifras similares hasta que se produjo la de Mathieu, que rivalizó con el portero chileno en torpeza: 53%-47%. A igualdad de efectivos, el partido siguió su transcurso hasta el 54%-46% definitivo. Ello se tradujo en una sola ocasión más (12-11). Además, el Barça completó más pases (449-408) y con más precisión (85%-82%), recuperó más (44-42) y corrió menos (101,1 km-102,9 km).
Por si no ganar los tres puntos y sucumbir también en la posesión fuera poco, Guardiola se reencontró en su antiguo hogar con los fantasmas de su pasado: este 4-0 iguala el 0-4 que le endosó el Madrid en el Allianz Arena en su último paso antes de Lisboa, donde acabó ganando la Décima.
Mario Cortegana
As
La puerta grande del Camp Nou se abrió para Luis Enrique tras el Barça-City. Desde el banquillo local se hizo con los dos premios a los que opositaba, uno tangible y otro simbólico: los tres puntos y la posesión. Del primero se encargó, en esencia, Messi. El segundo, casi tan importante como el triunfo para quienes viven en un mundo paralelo regido por los cánones de un supuesto fútbol ideal, también se lo agenció el colectivo del asturiano con amplitud: 54%-46%. Ese porcentaje, al que Luis Enrique y Guardiola prestan más atención que los jefes de los digitales al de las visitas, simplificó, del mismo modo que el marcador, lo que fue el partido. Hasta este partido, los azulgranas promediaban un 62% en Champions (63% en LaLiga) y los citizens, un 56% (60% en la Premier).
Intentó a ratos mandar el City, pero la ley de Messi le condenó a base de goles como hizo con tantos otros antes, mientras que Luis Enrique hizo lo propio con un sistema capaz de maniatar a casi cualquiera. El argentino borró con un hat-trick apenas sudado todo lo que Guardiola había ideado para quitarle el balón a él y a sus compañeros con mil y una rayas en su pizarra mágica; el plan de su técnico, entretanto, también sirvió para minimizar al rival.
Cuando llegó la absurda expulsión de Bravo, la posesión no varió y se mantuvo en cifras similares hasta que se produjo la de Mathieu, que rivalizó con el portero chileno en torpeza: 53%-47%. A igualdad de efectivos, el partido siguió su transcurso hasta el 54%-46% definitivo. Ello se tradujo en una sola ocasión más (12-11). Además, el Barça completó más pases (449-408) y con más precisión (85%-82%), recuperó más (44-42) y corrió menos (101,1 km-102,9 km).
Por si no ganar los tres puntos y sucumbir también en la posesión fuera poco, Guardiola se reencontró en su antiguo hogar con los fantasmas de su pasado: este 4-0 iguala el 0-4 que le endosó el Madrid en el Allianz Arena en su último paso antes de Lisboa, donde acabó ganando la Décima.