La Bauza corta

Insólita Selección del Patón: desequilibrada, no defiende ni ataca. En el empate ante Perú sobró un delantero y faltó un volante, y así el rival dominó y hasta mereció ganar. El punto sirve pero no tanto: Argentina quedó en zona de Repechaje.

Hernán Claus
Olé
Habrá que admitir que era el último escenario esperado, pero el guión ciencia ficción terminó imponiéndose en esta realidad virtual de una Selección Argentina impensadamente desequilibrada en defensa, que no llega a cubrir los costados, que corre detrás de la pelota, que obliga a los centrales a jugar de último héroe, que festeja un empate porque hasta mereció perder. Parece mentira que éste sea un equipo de Bauza: la solidez, una marca en su carrera, ausente; el aura de su histórica astucia táctica la dejó en la puerta del complejo de Ezeiza.


Argentina jugó razonablemente bien los primeros 15, 20 minutos. Cuando hizo el gol hasta sonaba lógico: desde la picante gambeta de Dybala, por momentos con arranques a velocidad Messi, con cierta conexión con Agüero, potencialidad pura en Di María, olor a contraataque inminente.

De ahí en adelante, nobleza obliga, el partido fue de Perú. Se jugó como quería Gareca, su equipo dominó campo y pelota, dispuso de las mejores chances, mereció ir ganando antes de empatar. Si hubo un equipo que jugó al fútbol, ése fue Perú.

Extraña que Bauza tardara casi una hora en solucionar un problema tan fácil de ver, tan difícil de ignorar. A la Selección le sobraba un delantero y le faltaba un volante. El ancho de la cancha era demasiado espacio para cubrir con dos volantes centrales que debían salir como bomberos para tapar las espaldas de Dybala y Di María, explotadas por Perú para hacerles el 2-1 a los laterales. Con Mascherano y Kranevitter fuera de posición, el hueco en el centro era enorme. Desde allí manejaba Perú la pelota, explotaba los huecos, seleccionaba el dónde y el cuándo. No servía para mucho que Argentina fuera une quipo corto como quería el Patón, el desequilibrio era una daga constante y la Selección fue dependiendo cada minuto más de la eficacia del arquero y de los centrales. La estructura aguantó lo que aguantó, hasta que un pelotazo que no marcó bien Zabaleta encontró limpio a Guerrero. Funes Mori no llegó al cruce y el empate se hizo realidad.

Recién bien entrado el segundo tiempo, Bauza metió a Banega por Agüero, que se lleva de Lima otro partido de aplazo. Antes, el entrenador decidió sacar al jugador potencialmente más peligroso del equipo, Dybala, por Correa, un cambio que no arregló nada, que no premió la actuación de crack de la Juve ni condenó lo mal que sigue jugando el Kun.

El gol de Higuaín fue fuera de contexto, desconectado del desarrollo y de los méritos. El error de Mascherano puso un poco de lógica, pero el resultado siguió siendo generoso para el equipo argentino. Si la tabla quedó apretada para Bauza y sus muchachos, más apretado y preocupante es el nivel del equipo y la falta de reacción que mostró anoche el DT para corregir lo evidente.

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