El Pizjuán ahoga al Atlético
Primera derrota del Atlético en LaLiga ante un Sevilla que le superó. Marcó N'Zonzi y Nasri fue un tormento. Primera roja en la carrera de Koke.
Patricia Cazón
As
"Siempre estoy esperando que alguien me despierte", que dice Bill Murray. Para el Atlético, ese despertador fue el Pizjuán. Simeone, el hombre de negro, siempre impecable, este domingo llevaba chándal debajo del abrigo. Extraño. Un presagio de lo que el partido sería. Intenso, peleado, trabajado, pura táctica, puro fútbol. Sampaoli siempre lleva el chándal en los partidos. El Cholo se puso a su altura. Y el duelo de entrenadores pronto se trasladó al césped, impecable, sin charcos, a pesar de la intensa lluvia que en oleadas caía sobre la ciudad. El Sevilla salió tocando con paciencia, amasando la pelota, con minutos muy serios, brillantes. N'Zonzi era el dueño del centro. Gameiro, antes de que el partido empezara, en las entrañas del Pizjuán, repartía besos y abrazos. En cuanto el árbitro pitó, quiso convertirlos en puñaladas.
Cada vez que el Atleti enganchaba un balón, se iba como una avispa a la portería de Rico. En los primeros minutos cazó varios. Mientras el Sevilla se acomodaba en el partido, Rami erraba en la entrega y le regalaba un balón al francés (sería la costumbre del más reciente pasado). Después lo haría el Mudo Vázquez. Más tarde sería Vitolo quien fallara ante Correa, jugada Gameiro-Griezmann-Gameiro, disparo y paradón de Rico. Hacia un par de minutos que Oblak había sacado un cabezazo de Nzonzi.
La ocasión provocó un viraje en el plan del Cholo. Retrasó a Griezmann, pobló el centro, donde Gabi, parece, estaba demasiado solo. El Atleti mejoró. Pero nada de lo que ocurría tenía su reflejo en el marcador. Había dos razones. La primera, que Correa sigue como en Rusia, con la mirilla desajustada. Peinó Gameiro un balón y el argentino hizo lo más difícil: fallarlo. Le pegó con el exterior, en un chut extraño. Hasta Juanfran le abroncó luego. Era uno de esos goles que no se fallan. La segunda es que Vietto, la referencia arriba del Sevilla, en la primera parte mostró que ha perdido su cara de Primera Comunión pero no, aún, del todo el aire de canción triste de los Smiths que se le puso en el Atleti. Todo cambió en la segunda. Vietto volvió a ser como en Vila-Real. Pura cumbia sobre el césped. Sólo le faltó lo que a Correa: la puntería. Todo lo demás, chapeau.
Como en Rostov, fue el primer cambio del Cholo. Salió Gaitán. En los primeros minutos no se notó. Los primeros minutos tuvieron otro foco: Nasri. El francés envió un balón al palo (y sacándose el disparo ante Savic y Gabi, palabras mayores), dio una masterclass de regate: se fue de cinco jugadores del Atleti. El Atleti, mientras, pareció quedarse con Correa, en la caseta. Sampaoli olió sangre y fue a degüello. Si no subió al marcador esa superioridad fue por Oblak, que dejó en el Pizjuán otro de sus milagros ante Vitolo. Si uno disparó fortísimo, con toda intención de red, el otro repelió como un frontón. Nunca falla.
El tapón del Cholo para que su equipo no se escurriera del todo fue Tiago. Y lo logró. Lo congeló todo. En Sevilla dejó de moverse hasta el viento. El campo se niveló. Dejó de estar volcado hacia la portería de Oblak. En el 65’, el Pizjuán subió los decibelios para pitar a un futbolista que abandonaba el campo y que tanto aplauso recibió de allí: Gameiro. El fútbol no tiene memoria. Entró Torres. La última carta del Cholo. El gol del Sevilla llegó justo después y dejó al desnudo el mayor problema del Atleti en el Pizjuán: el cansancio. Gabi corría y no llegaba (raro). Savic corría y tampoco (raro también). Pero si uno piensa en el viaje a Rostov, los retrasos en los vuelos, no extraña. Por ese pasillo encontró Sampaoli un agujero en la portería de Oblak. Vietto subió un tono más su fútbol y, con un pase en profundidad, encontró a N'Zonzi, que se fue entre tres rojiblancos y se quedó solo ante Oblak. En la primera parte había errado. Ahora no. Ahora, su gol sería para ganar el partido y hacer líder provisional al Sevilla.
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Jose Manuel Vidal (EFE)
Pero, más allá de la derrota, la primera de la temporada para el Cholo, el peor castigo llegaría diez minutos después. Koke, en un balón dividido con Rami, vio la segunda amarilla y su equipo se quedó con diez bajo la lluvia, con Griezmann perdido en el trabajo oscuro, Gaitán cosido a patas y los balones a la olla buscando la cabeza de Godín como único paraguas para intentar guarecerse del agua. La del cielo y la tormenta que, de las botas de los futbolistas del Sevilla, no dejó de salir hasta el 93’. Fue un tormento. Y la primera derrota del Cholo en Sevilla. No volverá a quitarse el traje.
Patricia Cazón
As
"Siempre estoy esperando que alguien me despierte", que dice Bill Murray. Para el Atlético, ese despertador fue el Pizjuán. Simeone, el hombre de negro, siempre impecable, este domingo llevaba chándal debajo del abrigo. Extraño. Un presagio de lo que el partido sería. Intenso, peleado, trabajado, pura táctica, puro fútbol. Sampaoli siempre lleva el chándal en los partidos. El Cholo se puso a su altura. Y el duelo de entrenadores pronto se trasladó al césped, impecable, sin charcos, a pesar de la intensa lluvia que en oleadas caía sobre la ciudad. El Sevilla salió tocando con paciencia, amasando la pelota, con minutos muy serios, brillantes. N'Zonzi era el dueño del centro. Gameiro, antes de que el partido empezara, en las entrañas del Pizjuán, repartía besos y abrazos. En cuanto el árbitro pitó, quiso convertirlos en puñaladas.
Cada vez que el Atleti enganchaba un balón, se iba como una avispa a la portería de Rico. En los primeros minutos cazó varios. Mientras el Sevilla se acomodaba en el partido, Rami erraba en la entrega y le regalaba un balón al francés (sería la costumbre del más reciente pasado). Después lo haría el Mudo Vázquez. Más tarde sería Vitolo quien fallara ante Correa, jugada Gameiro-Griezmann-Gameiro, disparo y paradón de Rico. Hacia un par de minutos que Oblak había sacado un cabezazo de Nzonzi.
La ocasión provocó un viraje en el plan del Cholo. Retrasó a Griezmann, pobló el centro, donde Gabi, parece, estaba demasiado solo. El Atleti mejoró. Pero nada de lo que ocurría tenía su reflejo en el marcador. Había dos razones. La primera, que Correa sigue como en Rusia, con la mirilla desajustada. Peinó Gameiro un balón y el argentino hizo lo más difícil: fallarlo. Le pegó con el exterior, en un chut extraño. Hasta Juanfran le abroncó luego. Era uno de esos goles que no se fallan. La segunda es que Vietto, la referencia arriba del Sevilla, en la primera parte mostró que ha perdido su cara de Primera Comunión pero no, aún, del todo el aire de canción triste de los Smiths que se le puso en el Atleti. Todo cambió en la segunda. Vietto volvió a ser como en Vila-Real. Pura cumbia sobre el césped. Sólo le faltó lo que a Correa: la puntería. Todo lo demás, chapeau.
Como en Rostov, fue el primer cambio del Cholo. Salió Gaitán. En los primeros minutos no se notó. Los primeros minutos tuvieron otro foco: Nasri. El francés envió un balón al palo (y sacándose el disparo ante Savic y Gabi, palabras mayores), dio una masterclass de regate: se fue de cinco jugadores del Atleti. El Atleti, mientras, pareció quedarse con Correa, en la caseta. Sampaoli olió sangre y fue a degüello. Si no subió al marcador esa superioridad fue por Oblak, que dejó en el Pizjuán otro de sus milagros ante Vitolo. Si uno disparó fortísimo, con toda intención de red, el otro repelió como un frontón. Nunca falla.
El tapón del Cholo para que su equipo no se escurriera del todo fue Tiago. Y lo logró. Lo congeló todo. En Sevilla dejó de moverse hasta el viento. El campo se niveló. Dejó de estar volcado hacia la portería de Oblak. En el 65’, el Pizjuán subió los decibelios para pitar a un futbolista que abandonaba el campo y que tanto aplauso recibió de allí: Gameiro. El fútbol no tiene memoria. Entró Torres. La última carta del Cholo. El gol del Sevilla llegó justo después y dejó al desnudo el mayor problema del Atleti en el Pizjuán: el cansancio. Gabi corría y no llegaba (raro). Savic corría y tampoco (raro también). Pero si uno piensa en el viaje a Rostov, los retrasos en los vuelos, no extraña. Por ese pasillo encontró Sampaoli un agujero en la portería de Oblak. Vietto subió un tono más su fútbol y, con un pase en profundidad, encontró a N'Zonzi, que se fue entre tres rojiblancos y se quedó solo ante Oblak. En la primera parte había errado. Ahora no. Ahora, su gol sería para ganar el partido y hacer líder provisional al Sevilla.
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Jose Manuel Vidal (EFE)
Pero, más allá de la derrota, la primera de la temporada para el Cholo, el peor castigo llegaría diez minutos después. Koke, en un balón dividido con Rami, vio la segunda amarilla y su equipo se quedó con diez bajo la lluvia, con Griezmann perdido en el trabajo oscuro, Gaitán cosido a patas y los balones a la olla buscando la cabeza de Godín como único paraguas para intentar guarecerse del agua. La del cielo y la tormenta que, de las botas de los futbolistas del Sevilla, no dejó de salir hasta el 93’. Fue un tormento. Y la primera derrota del Cholo en Sevilla. No volverá a quitarse el traje.