El gran vencedor en São Paulo agita el panorama político en Brasil

La aplastante victoria de João Dória Jr. en la ciudad más grande de América del Sur subraya el rechazo a la gestión tradicional

Talita Bedinelli
São Paulo, El País
João Dória Jr es un exitoso empresario y presentador de televisión. Este año se convirtió en un candidato primerizo, protegido por el gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin, y rechazado por los grandes caciques de su agrupación, el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Y la noche del domingo, este hombre de 52 años se ha convertido automáticamente en el nuevo alcalde de São Paulo con un 53% de los votos. Desde que la democracia volvió a Brasil en 1985, no se había visto que una ciudad no necesitase una segunda vuelta entre los candidatos más votados. Nunca se había visto al Partido de los Trabajadores tan lejos de haber entrado en esa segunda vuelta. La gran apuesta de Geraldo Alckmin ha resultado tan exitosa que probablemente haya trastocado irreparablemente el panorama de las elecciones presidenciales de 2018.


Desde el principio, Dória buscó reforzar entre sus electores la idea de que él no es un político al uso, sino un mero administrador. Su frase favorita en los últimos meses ha sido: "São Paulo necesita un buen gestor". En tiempos de ojeriza a la clase política, el discurso le catapultó del 5% de la intención de voto que tenía en agosto, cuando comenzó la campaña, al 44% en las últimas semanas.

Pero este astronómico ascenso responde a otro cúmulo de circunstancias, casi una conspiración cósmica para que este asiduo a la segunda fila política llegase a la alcaldía más grande de América del Sur. Por un lado, la abominación hacia el Partido de los Trabajadores es especialmente fuerte en la capital paulista. Y el hasta ahora alcalde no solo pertenecía a ese partido, sino que caía especialmente mal: un 43% de los encuestados dijeron que no lo votarían bajo ninguna circunstancia. Aquí el anonimato de Dória le volvió beneficiar: solo el 17% de los encuestados dijo lo mismo de él. Las nuevas reglas electorales también han jugado en su favor. Prohíben las donaciones de empresas y él es precisamente el más rico de los candidatos, con un patrimonio valorado en 180 millones de reales (más de 55 millones de dólares), así que pudo invertir en su propia campaña hasta 2,4 millones de reales (740.000 dólares). Otro elemento a su favor: haber pactado con otros 12 partidos, lo que tiene como consecuencia el ocupar su hueco en televisión y ser el candidato más visto de la campaña.

Dória es un veterano de la política pero hasta ahora había rehuido del foco público. Hijo del diputado João Dória, se estrenó a principios de los ochenta como secretario de Turismo del Gobierno de São Paulo y presidente de la empresa estatal Paulistur. Entre 1986 y 1988, cuando José Sarney era presidente él estuvo frente al Consejo Nacional de Turismo. Pero su verdadera ocupación era la empresa. Creó el grupo Dória, con el que aglutinó compañías y asocaciones de empresas nacionales e internacionales: tenía acceso así a los dirigentes más relevantes de cada entorno de que conviniese. El grupo Dória solía celebrar encuentros en paraísos naturales, tanto en Brasil como en el exterior, y él solía invitar a figuras políticas a ellos. El presidente Lula en 2005, por ejemplo. Precisamente dos años después, Dória inció el movimiento "Cansei" (Me he hartado), que denunciaba la "corrupción" y la "falta de seguridad" y culpaba de todo al PT.

Quizá porque resultaba un candidato de éxito tan impredecible, sus candidatos tardaron en explotar su lado oscuro. Se reveló, por ejemplo, que desde hacía 20 años usaba como si fuera suyo el terreno público próximo a su mansión en Campos do Jordão (al este del país). La Justicia le obligó a devolverlo la semana pasada. En 2006 se le acusó de instalar, de nuevo sin permiso, una estatua hecha por su mujer, Bia Dória, en una plaza gestionada por su empresa. El diario Folha de S. Paulo ha revelado que las revistas pertenecientes al grupo Dória habían recibido 1,5 millones de reales (410.000 dólares) en publicidad del Gobierno de Alckmin.

No se puede decir que fueran una mala inversión. Su victoria en este primer turno fortalece a Alckmin, que se enfrentó a los principales caciques políticos del PSDB para apoyarlo. El expresidente Fernando Henrique Cardoso solo le apoyó públicamente en la recta final de la campaña. Alberto Goldman, vicepresidente nacional del partido, le criticó hace pocos días en una carta pública. También le coloca bien alto en las elecciones presidenciales de 2018. En la entrevista realizada por EL PAÍS, él evitó responder si pretende dejar la alcaldía en dos años para competir por el Estado. En este caso, la gestión municipal recaería sobre su vicepresidente Bruno Covas.

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