Trump usa las reuniones de inteligencia contra Obama

El candidato republicano elogia de nuevo a Putin en detrimento del presidente de EE UU

Amanda Mars
Nueva York, El País
Donald Trump ha encontrado en los informes confidenciales de inteligencia, los que como candidato presidencial tiene derecho a recibir, una nueva arma política. El republicano aseguró el miércoles por la noche que los oficiales que se lo dieron expresaron su descontento con el presidente demócrata, Barack Obama, por no seguir sus recomendaciones. El ataque supone infringir una norma sagrada -no pueden revelarse datos del contenido de estos encuentros informativos- y confirma que la estrategia de Trump continúa indomable.


Quedan justo dos meses para las elecciones y la distancia entre la demócrata Hillary Clinton, favorita en los sondeos, y el republicano Trump se ha estrechado respecto al tropiezo que el empresario neoyorquino sufrió a principios de agosto. Pero el manual trumpiano no ha cambiado en exceso: sus declaraciones y promesas, incluso en el ámbito de la defensa nacional, siguen bordeando los límites. En un foro sobre seguridad organizado por la cadena NBC, el candidato dijo que los agentes de inteligencia con los que se reunió le mostraron "con su lenguaje corporal" que no estaban "contentos" con el presidente.

"Lo que supe es que nuestro líder, Barack Obama, no siguió lo que nuestros verdaderos expertos dicen que hay que hacer", dijo Trump. Poco después de la nominación oficial, a finales de julio, los candidatos presidenciales empiezan a recibir información clasificada en reuniones periódicas para ir tomando el pulso de las amenazas que afronta el país que pretenden gobernar. Este verano, el candidato ya molestó al advertir de que no se fiaba gran cosa de estos informes, que en el pasado, a su juicio, habían llevado a tomar decisiones "muy malas".

El candidato también ha aprovechado ahora para poner de relieve de nuevo uno de los elementos que más atónitos ha dejado a sus compañeros del Partido Republicano -aquel de la mano de hierro durante la Guerra Fría-, su simpatía por el presidente de Rusia, Vladímir Putin. "Desde luego, en ese sistema ha sido un líder, bastante más que nuestro presidente", señaló, elogiando de nuevo a Putin.

En esta cuestión llueve sobre mojado. Este verano Trump defendió la política del Kremlin en Crimea y animó jocosamente al espionaje ruso a piratear los correos de Hillary Clinton. De momento, las salidas de tono, seña de identidad de toda su campaña, le han garantizado una presencia permanente en los medios y una imagen ante sus seguidores de hombre crudamente sincero, rematadamente franco, ante una clase política tradicional de la que desconfían.

Clinton tachó hoy de "totalmente inapropiados e indisciplinados" los comentarios de su rival republicano sobre las reuniones que ambos mantienen por separado sobre seguridad nacional. Sus elogios a Putin, añadió, no solo le resultan "antipatrióticos", sino que también "dan miedo". "Sugieren que dejar a Putin hacer lo que quiera" si llega a presidente, advirtió.

Mientras para la campaña de Clinton la falta de experiencia y conocimientos en seguridad es la principal línea de ataque contra Trump, para los republicanos es precisamente la experiencia de Clinton la gran herida en la que hurgar. A la candidata, Trump le achaca su papel como secretaria de Estado en el atentado en el consulado estadounidense de Bengasi (Libia), en 2012, o el voto que en 2002 como senadora permitió a George W. Bush atacar Irak.

Esta semana, el empresario presentó su programa de seguridad, que habla de un refuerzo de gasto militar (pasando de 510.000 a 540.000 el número de soldados en tierra, por ejemplo) y establece que, nada más llegar a la Casa Blanca, dará a sus generales un plazo de 30 días para derrotar definitivamente al grupo terrorista autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés).

Entradas populares