Sergio Rico saca oro de Turín
Un paradón ante Álex Sandro sobre la hora le da un punto a los de Sampaoli, defensivos, en uno de los campos más difíciles de Europa.
Juan Jiménez
As
Con una idea alejada del romanticismo que predica su entrenador pero con un espíritu competitivo instalado en el club hace años, el Sevilla excavó y sacó un tesoro de Turín en su estreno en la Champions. Un punto después de un gran ejercicio defensivo que le deja bien encarado en la ruta del grupo y en el que colaboró activamente Sergio Rico, portero que en más de un pasaje desde que apareció en el primer equipo ha generado dudas que han provocado, entre otras cosas, el fichaje de Sirigu. En el Juventus Stadium, sin embargo, se consagró.
Rico jugó un partido bravo. Estuvo valiente ante el exquisito Dybala, firme por arriba, afortunado en el remate al larguero de Higuaín y providencial sobre la hora, cuando se hizo gigante después de un cabezazo de Alex Sandro que olía a gol. Una parada antológica, la estampa del partido. Rico se rebeló en Turín contra sus críticos y el Sevilla se marchó con una conclusión para la esperanza: pese a la revolución de nombres y estilo está para competir en la Champions. Es para sonreír poder arrancar un punto de un santuario donde sufren por norma general los grandes de Europa y ante un rival que se ha puesto como objetivo ganar la Champions y que puso lo mejor sobre el campo: Alves, Dybala, Khedira, Higuaín. Todos se exprimieron al máximo y aun así se aguantó el Sevilla. Sin argumentos ofensivos pero con esfuerzo y solidaridad, valores que unirán al grupo en estos primeros días agitados del ciclo Sampaoli.
Apareció el Sevilla del Juventus Stadium de amarillo albero y con una alineación inesperada y algo indescifrable. Esta vez Sampaoli, que presume de intentar ser protagonista prefirió músculo y contención al toque. Nada de Mariano, nada de Correa, nada de Ganso. Mercado, Kranevitter, Iborra y un equipo sin delanteros y defensivo. Pero con sentido y una idea: dejar a los archiconocidos tres centrales de la Juventus sin referente. El Mudo Vázquez interpretó bien el papel de falso nueve porque sabe tener el balón pero carece de potencia para jugar en uno contra uno. El Sevilla sólo se salió del carril en la primera parte entre los minutos cinco y quince. Una sucesión de pérdidas de balón con Rami como protagonista permitió varios acercamientos de la Juventus. Khedira falló con la espada después de dos asistencias del exquisito Dybala y Sergio Rico tuvo arrojo en otra acción del argentino. Sampaoli detectó la avería y prohibió jugar más balones atrás. Su salida de balón fue menos limpia pero así minimizó errores y, sobre todo, le quitó vueltas al juego de la Juventus, que perdió electricidad y se sintió algo fuera de foco desde la media hora. Al Sevilla, eso sí, llegar la costó un mundo. Vitolo perdió una buena oportunidad en un mano a mano ante Chiellini. Faltaba picante. O un delantero, si se prefiere. La única carga en el descanso eran las tarjetas. Nzonzi, Iborra, Rami, muchos centímetros amonestados.
La Juve volvió a apretar en la segunda parte. Apareció Daniel Alves, que dejó un centro dulcísimo sobre la cabeza de Higuaín en una jugada de tiralíneas iniciada por Dybala. El argentino remató con destreza pero la pelota se estrelló en el larguero. Se salvó el Sevilla que empezó a acusar el cansancio y la falta de delanteros con ruptura. Tal vez por eso Sampaoli puso en el tapete a Correa, que a la primera que tuvo dejó con el molde a Chiellini y remató fuera- Rugió el Juventus Stadium con la esperanza de empujar a un equipo que tiró del talento de Pjanic, jugador interesante entre líneas. El Sevilla intentó algo. Escapar del agobio bianconero. Pero le resultó imposible. La Juve empujó con todo hasta ese cabezazo de Alex Sandro que encontró las manos sagradas de Sergio Rico. Desde esta noche, Sergio Rico el Santo.
Juan Jiménez
As
Con una idea alejada del romanticismo que predica su entrenador pero con un espíritu competitivo instalado en el club hace años, el Sevilla excavó y sacó un tesoro de Turín en su estreno en la Champions. Un punto después de un gran ejercicio defensivo que le deja bien encarado en la ruta del grupo y en el que colaboró activamente Sergio Rico, portero que en más de un pasaje desde que apareció en el primer equipo ha generado dudas que han provocado, entre otras cosas, el fichaje de Sirigu. En el Juventus Stadium, sin embargo, se consagró.
Rico jugó un partido bravo. Estuvo valiente ante el exquisito Dybala, firme por arriba, afortunado en el remate al larguero de Higuaín y providencial sobre la hora, cuando se hizo gigante después de un cabezazo de Alex Sandro que olía a gol. Una parada antológica, la estampa del partido. Rico se rebeló en Turín contra sus críticos y el Sevilla se marchó con una conclusión para la esperanza: pese a la revolución de nombres y estilo está para competir en la Champions. Es para sonreír poder arrancar un punto de un santuario donde sufren por norma general los grandes de Europa y ante un rival que se ha puesto como objetivo ganar la Champions y que puso lo mejor sobre el campo: Alves, Dybala, Khedira, Higuaín. Todos se exprimieron al máximo y aun así se aguantó el Sevilla. Sin argumentos ofensivos pero con esfuerzo y solidaridad, valores que unirán al grupo en estos primeros días agitados del ciclo Sampaoli.
Apareció el Sevilla del Juventus Stadium de amarillo albero y con una alineación inesperada y algo indescifrable. Esta vez Sampaoli, que presume de intentar ser protagonista prefirió músculo y contención al toque. Nada de Mariano, nada de Correa, nada de Ganso. Mercado, Kranevitter, Iborra y un equipo sin delanteros y defensivo. Pero con sentido y una idea: dejar a los archiconocidos tres centrales de la Juventus sin referente. El Mudo Vázquez interpretó bien el papel de falso nueve porque sabe tener el balón pero carece de potencia para jugar en uno contra uno. El Sevilla sólo se salió del carril en la primera parte entre los minutos cinco y quince. Una sucesión de pérdidas de balón con Rami como protagonista permitió varios acercamientos de la Juventus. Khedira falló con la espada después de dos asistencias del exquisito Dybala y Sergio Rico tuvo arrojo en otra acción del argentino. Sampaoli detectó la avería y prohibió jugar más balones atrás. Su salida de balón fue menos limpia pero así minimizó errores y, sobre todo, le quitó vueltas al juego de la Juventus, que perdió electricidad y se sintió algo fuera de foco desde la media hora. Al Sevilla, eso sí, llegar la costó un mundo. Vitolo perdió una buena oportunidad en un mano a mano ante Chiellini. Faltaba picante. O un delantero, si se prefiere. La única carga en el descanso eran las tarjetas. Nzonzi, Iborra, Rami, muchos centímetros amonestados.
La Juve volvió a apretar en la segunda parte. Apareció Daniel Alves, que dejó un centro dulcísimo sobre la cabeza de Higuaín en una jugada de tiralíneas iniciada por Dybala. El argentino remató con destreza pero la pelota se estrelló en el larguero. Se salvó el Sevilla que empezó a acusar el cansancio y la falta de delanteros con ruptura. Tal vez por eso Sampaoli puso en el tapete a Correa, que a la primera que tuvo dejó con el molde a Chiellini y remató fuera- Rugió el Juventus Stadium con la esperanza de empujar a un equipo que tiró del talento de Pjanic, jugador interesante entre líneas. El Sevilla intentó algo. Escapar del agobio bianconero. Pero le resultó imposible. La Juve empujó con todo hasta ese cabezazo de Alex Sandro que encontró las manos sagradas de Sergio Rico. Desde esta noche, Sergio Rico el Santo.