Pedro Mamani, el minero futbolista que falleció tras seis días de agonía
Wendy Pinto / El Alto
Una bala en la frente fue el inicio de una larga agonía de seis días para el minero cooperativista Pedro Mamani Massi, quien dejó este mundo la tarde del jueves, luego de que los familiares exigiesen a las autoridades un permiso para desconectarlo porque ya tenía muerte cerebral.
"Mártir del sistema cooperativista nacional”, se lee en una de las muchas pancartas alrededor de su féretro, Pedro es la sexta víctima del conflicto entre los cooperativistas y el Gobierno.
"Pedimos justicia, queremos dar con el paradero de los asesinos de los mineros, ¿dónde está la justicia?, han encarcelado a tantos sospechosos por la muerte del viceministro, pero para los mineros no hay nada. El Defensor del Pueblo tiene que estar para ricos y para pobres, ¡no puede estar solo para el Gobierno!”, reclamó entre sollozos doña Jesusa Massi, prima de Pedro.
El clamor de los familiares es el mismo, justicia para esclarecer la muerte de Pedro y de sus cinco compañeros cooperativistas: cinco de ellos fallecieron por impactos de bala y uno por explosión de dinamita durante el enfrentamiento con la Policía.
El cuerpo llegó a las 13:30 de ayer al salón La Joyita en la zona de Senkata de la ciudad de El Alto. Familiares de Oruro y de La Paz, que vestían alguna prenda negra, llegaban a cuenta gotas al modesto lugar. Los arreglos florales blancos en forma de cruces y coronas cercaban el ataúd con crespones lilas o negros.
"¡Ay Jesusa, hijita qué pena!, así ha debido ser su suerte, su destino”, lamentó una de las tías de Pedro, que llegó a las 16:00 de ayer. A cada instante Jesusa recibía junto a su madre los pésames de los asistentes. La coca circulaba en una charolita mientras que el humo del cigarrillo empezaba a visualizarse en el ambiente. "Es para que no ande penando el Pedrito”, decían los asistentes.
Una bandera de Bolivia elaborada con la tela más sencilla cubría el ataúd del cooperativista y sobre éste yacía su reluciente casco de minero con el símbolo de la Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia (Fencomin).
Pedro, quien tenía un hermano mayor por seis años Ángel y otra menor que falleció a sus ocho años Isidora, llevaba la sangre minera en sus venas, su padre y sus tíos pertenecieron a la Corporación Minera de Bolivia (Comibol). Y como ocurre en todos los casos de familias mineras ellos se quedaron huérfanos cuando eran niños y fueron a vivir con sus tíos a La Paz.
A sus 10 años Pedro -nació un 23 de octubre de 1974 en Caracoles- empezó a trabajar y su hermano se fue a buscar trabajo a los Yungas. Según cuentan sus primos, era muy hábil para todo y se especializó en tallar madera. Pero un día le robaron todas sus herramientas, así que decidió ir a la mina. "Una vez que entró a la mina no volvió a cambiar de profesión nunca más”, afirmó Jesusa.
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Cortesía de la familia
El deportista amiguero
"Desde pequeñito siempre le ha gustado jugar fútbol, a donde iba rápido se hacía de amigos, pero hoy ¿acaso están aquí?”, lamentó Ángel Mamani, hermano del cooperativista.
Sin embargo, muchos cooperativistas hicieron llegar sus disculpas de manera anónima a los dolientes y justificaron que no asistirán ni siquiera al velorio de su amigo porque "están siendo perseguidos por el Gobierno”.
En los lugares que trabajó Pedro siempre organizó campeonatos de fútbol, incluso en los lugares donde vivía esporádicamente. "Era muy alegre, pasó preste en la mina”, recuerdan sus familiares quienes no dejan de ver sus fotografías cual si fueran reliquias de oro.
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Cortesía de la familia
Entregó su corazón solo una vez
El amor llegó a la vida de Pedro cuando tenía 22 años, Esperanza se llamaba la dama que le robaba sus suspiros. "No nos ha presentado, porque ella murió de un paro cardiaco”, cuenta Jesusa.
Cuando salía de la mina Pedro iba a visitarla hasta Villa Fátima en la ciudad de La Paz, cuando retornaba a su casa en el Alto lo hacía muy enamorado, Esperanza correspondía al amor del joven durante los seis meses que se frecuentaron. Sin embargo, un paro cardiaco le quitó a Esperanza y desde entonces no se volvió a enamorar. "Tuvo novias pero jamás la intención de casarse porque decía que su amor estaba en el cielo”, relatan sus familiares.
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Informe del IDIF
Durante el enfrentamiento una bala de características aun desconocidas ingresó por la frente de Pedro, pero no salió de su cráneo, esa herida causó hemorragia interna y por lo tanto muerte cerebral.
El certificado médico forense del IDIF establece que la causa de la muerte fue por traumatismo cráneo encefálico abierto por arma de fuego y daño a los centros neurológicos superiores.
"No le van a tocar, no van a llorar y no le van a hablar porque él ya está muerto”, esas fueron las recomendaciones que los médicos del Hospital Obrero de Oruro les hicieron a los familiares, que lo único que pudieron hacer es llorar en los pasillos del nosocomio.
Ángel denunció que los médicos no le informaron sobre el segundo impacto de bala en el muslo izquierdo y que tampoco le dieron un informe escrito de cómo llegó al hospital y tampoco le devolvieron la ropa con la que estaba vestido. Ahora deben 16.000 bolivianos al hospital.
Una bala en la frente fue el inicio de una larga agonía de seis días para el minero cooperativista Pedro Mamani Massi, quien dejó este mundo la tarde del jueves, luego de que los familiares exigiesen a las autoridades un permiso para desconectarlo porque ya tenía muerte cerebral.
"Mártir del sistema cooperativista nacional”, se lee en una de las muchas pancartas alrededor de su féretro, Pedro es la sexta víctima del conflicto entre los cooperativistas y el Gobierno.
"Pedimos justicia, queremos dar con el paradero de los asesinos de los mineros, ¿dónde está la justicia?, han encarcelado a tantos sospechosos por la muerte del viceministro, pero para los mineros no hay nada. El Defensor del Pueblo tiene que estar para ricos y para pobres, ¡no puede estar solo para el Gobierno!”, reclamó entre sollozos doña Jesusa Massi, prima de Pedro.
El clamor de los familiares es el mismo, justicia para esclarecer la muerte de Pedro y de sus cinco compañeros cooperativistas: cinco de ellos fallecieron por impactos de bala y uno por explosión de dinamita durante el enfrentamiento con la Policía.
El cuerpo llegó a las 13:30 de ayer al salón La Joyita en la zona de Senkata de la ciudad de El Alto. Familiares de Oruro y de La Paz, que vestían alguna prenda negra, llegaban a cuenta gotas al modesto lugar. Los arreglos florales blancos en forma de cruces y coronas cercaban el ataúd con crespones lilas o negros.
"¡Ay Jesusa, hijita qué pena!, así ha debido ser su suerte, su destino”, lamentó una de las tías de Pedro, que llegó a las 16:00 de ayer. A cada instante Jesusa recibía junto a su madre los pésames de los asistentes. La coca circulaba en una charolita mientras que el humo del cigarrillo empezaba a visualizarse en el ambiente. "Es para que no ande penando el Pedrito”, decían los asistentes.
Una bandera de Bolivia elaborada con la tela más sencilla cubría el ataúd del cooperativista y sobre éste yacía su reluciente casco de minero con el símbolo de la Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia (Fencomin).
Pedro, quien tenía un hermano mayor por seis años Ángel y otra menor que falleció a sus ocho años Isidora, llevaba la sangre minera en sus venas, su padre y sus tíos pertenecieron a la Corporación Minera de Bolivia (Comibol). Y como ocurre en todos los casos de familias mineras ellos se quedaron huérfanos cuando eran niños y fueron a vivir con sus tíos a La Paz.
A sus 10 años Pedro -nació un 23 de octubre de 1974 en Caracoles- empezó a trabajar y su hermano se fue a buscar trabajo a los Yungas. Según cuentan sus primos, era muy hábil para todo y se especializó en tallar madera. Pero un día le robaron todas sus herramientas, así que decidió ir a la mina. "Una vez que entró a la mina no volvió a cambiar de profesión nunca más”, afirmó Jesusa.
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Cortesía de la familia
El deportista amiguero
"Desde pequeñito siempre le ha gustado jugar fútbol, a donde iba rápido se hacía de amigos, pero hoy ¿acaso están aquí?”, lamentó Ángel Mamani, hermano del cooperativista.
Sin embargo, muchos cooperativistas hicieron llegar sus disculpas de manera anónima a los dolientes y justificaron que no asistirán ni siquiera al velorio de su amigo porque "están siendo perseguidos por el Gobierno”.
En los lugares que trabajó Pedro siempre organizó campeonatos de fútbol, incluso en los lugares donde vivía esporádicamente. "Era muy alegre, pasó preste en la mina”, recuerdan sus familiares quienes no dejan de ver sus fotografías cual si fueran reliquias de oro.
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Cortesía de la familia
Entregó su corazón solo una vez
El amor llegó a la vida de Pedro cuando tenía 22 años, Esperanza se llamaba la dama que le robaba sus suspiros. "No nos ha presentado, porque ella murió de un paro cardiaco”, cuenta Jesusa.
Cuando salía de la mina Pedro iba a visitarla hasta Villa Fátima en la ciudad de La Paz, cuando retornaba a su casa en el Alto lo hacía muy enamorado, Esperanza correspondía al amor del joven durante los seis meses que se frecuentaron. Sin embargo, un paro cardiaco le quitó a Esperanza y desde entonces no se volvió a enamorar. "Tuvo novias pero jamás la intención de casarse porque decía que su amor estaba en el cielo”, relatan sus familiares.
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Informe del IDIF
Durante el enfrentamiento una bala de características aun desconocidas ingresó por la frente de Pedro, pero no salió de su cráneo, esa herida causó hemorragia interna y por lo tanto muerte cerebral.
El certificado médico forense del IDIF establece que la causa de la muerte fue por traumatismo cráneo encefálico abierto por arma de fuego y daño a los centros neurológicos superiores.
"No le van a tocar, no van a llorar y no le van a hablar porque él ya está muerto”, esas fueron las recomendaciones que los médicos del Hospital Obrero de Oruro les hicieron a los familiares, que lo único que pudieron hacer es llorar en los pasillos del nosocomio.
Ángel denunció que los médicos no le informaron sobre el segundo impacto de bala en el muslo izquierdo y que tampoco le dieron un informe escrito de cómo llegó al hospital y tampoco le devolvieron la ropa con la que estaba vestido. Ahora deben 16.000 bolivianos al hospital.