Libro de Valdivia identifica a dos “conspiradores utilitarios” y no indaga sobre CAMC ni sobre riqueza de Zapata
Lenny Valdivia dice que Gabriela Zapata movió 2 millones de bolivianos en menos de 48, pero asegura que no se puede saber de dónde vino el dinero.
ANF
El libro "La gran estafa del 21-F, caso Zapata” escrito por la ministra de Transparencia, Lenny Valdivia, identifica al periodista Carlos Valverde y al abogado Eduardo León como los "conspiradores utilitarios” que actuaron en el marco de una estrategia diseñada en Estados Unidos y ejecutada por los opositores bolivianos para lograr que Evo Morales fuera derrotado en el referéndum constitucional de febrero de este año.
El libro es una recopilación de información publicada en los medios de comunicación sobre el caso de la exnovia del presidente Evo Morales, Gabriela Zapata, sazonada con opiniones de la autora que califican los hechos como una mentira, calumnia o tramoya.
Respecto a la supuesta conspiración, Valdivia cita al "analista internacional Atilio Barón”, quien reveló que "al menos seis operadores políticos de Estados Unidos se reunieron con la oposición boliviana para ejecutar un plan de desprestigio del gobierno del presidente Evo Morales”.
En ese contexto, la ministra Valdivia señala a Valverde y a León como conspiradores utilitarios. Al primero lo acusa por sus supuestas reuniones con funcionarios de la Embajada de Estados Unidos y al segundo por sus presuntos nexos con el partido de Samuel Doria Medina. Y no ahorra en descalificativos para ambos.
Del primero dice que es "frustrado periodista”, "operador del terror cívico mediático”, "parte de la extrema derecha neonazi”, "feroz apaleador y pateador de estudiantes autonomistas”, "participante” de la muerte del empresario Jorge Lonsdale, "implicado en el caso de las narcoestatuillas”, yerno del dueño de una hacienda que era "el centro de fabricación de cocaína del departamento de Santa Cruz” y últimamente investigador de esposas infieles. De ninguna de sus afirmaciones, Valdivia ofrece pruebas.
De Eduardo León dice que es objeto de 20 procesos penales, lo que le hace suponer que no tiene "una conducta íntegra, honesta, digna y respetuosa”.
Valdivia acusa al primero de ser la ficha clave para difundir el caso y al segundo de sostener la estrategia de la mentira.
El libro abunda en detalles para descartar lo que la justicia boliviana señaló: que el hijo del presidente Evo Morales con la empresaria Gabriela Zapata no existió.
En cambio, el texto no aporta ningún detalle sobre los contratos firmados por el Estado con la china Camc, de la que Zapata fue gerente comercial. Se limita a decir que la Contraloría General del Estado está investigando ese tema a pedido del presidente Morales y que una comisión legislativa descartó tráfico de influencias.
Camc es una empresa china en la que Zapata trabajó desde 2013 hasta 2016 que se adjudicó contratos por más de 500 millones de dólares del Estado boliviano.
Y, si bien describe a Gabriela Zapata como una mujer millonaria, no se pregunta ni responde de dónde proviene el dinero.
Por ejemplo, dice que Zapata vivía "en un caserón valuado por un poco más de un millón de dólares”, que había pagado 200 mil dólares de adelanto por la compra del mismo y al día siguiente había comprado al contado un vehículo de 111 mil dólares. "En menos de 48 horas realizó transacciones por más de 2 millones de bolivianos, sin que se conozca el origen de dichos recursos económicos, ya que ambos pagos fueron efectuados con dinero en efectivo”, señala categórica sin explicar el origen del dinero, lo que tampoco está siendo investigado por la Fiscalía o por la Asamblea Legislativa.
El libro de Valdivia hace una recopilación de una serie de falsedades en torno a la exnovia del presidente Morales, entre los que cita, el título de abogada, el certificado de nacido vivo del supuesto hijo, la tía falsa, y la mayor de las mentiras: la del hijo que supuestamente tuvo con Evo Morales.
Incluso, Valdivia pone en duda que Zapata hubiera salido bachiller porque recién obtuvo su título en enero de 2016.
También abunda, con un capítulo de dos páginas, sobre la factura falsa sobre un corte de pelo del Presidente que circuló en las redes sociales, sobre una falsa invitación que ubicaba a Zapata y a Morales como padrinos de un bautizo, y las supuestas charlas de WhatsApp entre Zapata y el ministro Juan Ramón Quintana, mismas que luego la exnovia de Morales reconocería que no existieron.
Pero, va más allá e indica que en el MAS casi nadie la conocía. "Pasada desapercibida, como una militante más”.
Pese a eso, llega a la conclusión de que Zapata sufre de un "trastorno histriónico” para lo que recurre a Wikipedia y dice que es un trastorno "de excesiva búsqueda de atención”.
En un epílogo de dos páginas, Valdivia termina admitiendo lo que ningún otro masista lo hizo, que los resultados del 21 de febrero de 2016 "abren la posibilidad a futuro de una recomposición del escenario político en nuestro país”, al mismo tiempo que admite fallas de estrategia electoral. "Las acciones organizadas desde finales de 2015 a la cabeza de la oposición, Embajada norteamericana, algunos periodistas, el pull de abogados, los cómplices y conspiradores fueron hábilmente orquestadas y planificadas, dejando al gobierno sin capacidad de reacción inmediata para enfrentar el ataque que se gestó desde varios flancos”.
ANF
El libro "La gran estafa del 21-F, caso Zapata” escrito por la ministra de Transparencia, Lenny Valdivia, identifica al periodista Carlos Valverde y al abogado Eduardo León como los "conspiradores utilitarios” que actuaron en el marco de una estrategia diseñada en Estados Unidos y ejecutada por los opositores bolivianos para lograr que Evo Morales fuera derrotado en el referéndum constitucional de febrero de este año.
El libro es una recopilación de información publicada en los medios de comunicación sobre el caso de la exnovia del presidente Evo Morales, Gabriela Zapata, sazonada con opiniones de la autora que califican los hechos como una mentira, calumnia o tramoya.
Respecto a la supuesta conspiración, Valdivia cita al "analista internacional Atilio Barón”, quien reveló que "al menos seis operadores políticos de Estados Unidos se reunieron con la oposición boliviana para ejecutar un plan de desprestigio del gobierno del presidente Evo Morales”.
En ese contexto, la ministra Valdivia señala a Valverde y a León como conspiradores utilitarios. Al primero lo acusa por sus supuestas reuniones con funcionarios de la Embajada de Estados Unidos y al segundo por sus presuntos nexos con el partido de Samuel Doria Medina. Y no ahorra en descalificativos para ambos.
Del primero dice que es "frustrado periodista”, "operador del terror cívico mediático”, "parte de la extrema derecha neonazi”, "feroz apaleador y pateador de estudiantes autonomistas”, "participante” de la muerte del empresario Jorge Lonsdale, "implicado en el caso de las narcoestatuillas”, yerno del dueño de una hacienda que era "el centro de fabricación de cocaína del departamento de Santa Cruz” y últimamente investigador de esposas infieles. De ninguna de sus afirmaciones, Valdivia ofrece pruebas.
De Eduardo León dice que es objeto de 20 procesos penales, lo que le hace suponer que no tiene "una conducta íntegra, honesta, digna y respetuosa”.
Valdivia acusa al primero de ser la ficha clave para difundir el caso y al segundo de sostener la estrategia de la mentira.
El libro abunda en detalles para descartar lo que la justicia boliviana señaló: que el hijo del presidente Evo Morales con la empresaria Gabriela Zapata no existió.
En cambio, el texto no aporta ningún detalle sobre los contratos firmados por el Estado con la china Camc, de la que Zapata fue gerente comercial. Se limita a decir que la Contraloría General del Estado está investigando ese tema a pedido del presidente Morales y que una comisión legislativa descartó tráfico de influencias.
Camc es una empresa china en la que Zapata trabajó desde 2013 hasta 2016 que se adjudicó contratos por más de 500 millones de dólares del Estado boliviano.
Y, si bien describe a Gabriela Zapata como una mujer millonaria, no se pregunta ni responde de dónde proviene el dinero.
Por ejemplo, dice que Zapata vivía "en un caserón valuado por un poco más de un millón de dólares”, que había pagado 200 mil dólares de adelanto por la compra del mismo y al día siguiente había comprado al contado un vehículo de 111 mil dólares. "En menos de 48 horas realizó transacciones por más de 2 millones de bolivianos, sin que se conozca el origen de dichos recursos económicos, ya que ambos pagos fueron efectuados con dinero en efectivo”, señala categórica sin explicar el origen del dinero, lo que tampoco está siendo investigado por la Fiscalía o por la Asamblea Legislativa.
El libro de Valdivia hace una recopilación de una serie de falsedades en torno a la exnovia del presidente Morales, entre los que cita, el título de abogada, el certificado de nacido vivo del supuesto hijo, la tía falsa, y la mayor de las mentiras: la del hijo que supuestamente tuvo con Evo Morales.
Incluso, Valdivia pone en duda que Zapata hubiera salido bachiller porque recién obtuvo su título en enero de 2016.
También abunda, con un capítulo de dos páginas, sobre la factura falsa sobre un corte de pelo del Presidente que circuló en las redes sociales, sobre una falsa invitación que ubicaba a Zapata y a Morales como padrinos de un bautizo, y las supuestas charlas de WhatsApp entre Zapata y el ministro Juan Ramón Quintana, mismas que luego la exnovia de Morales reconocería que no existieron.
Pero, va más allá e indica que en el MAS casi nadie la conocía. "Pasada desapercibida, como una militante más”.
Pese a eso, llega a la conclusión de que Zapata sufre de un "trastorno histriónico” para lo que recurre a Wikipedia y dice que es un trastorno "de excesiva búsqueda de atención”.
En un epílogo de dos páginas, Valdivia termina admitiendo lo que ningún otro masista lo hizo, que los resultados del 21 de febrero de 2016 "abren la posibilidad a futuro de una recomposición del escenario político en nuestro país”, al mismo tiempo que admite fallas de estrategia electoral. "Las acciones organizadas desde finales de 2015 a la cabeza de la oposición, Embajada norteamericana, algunos periodistas, el pull de abogados, los cómplices y conspiradores fueron hábilmente orquestadas y planificadas, dejando al gobierno sin capacidad de reacción inmediata para enfrentar el ataque que se gestó desde varios flancos”.