Griezmann hace volar al Atleti

El francés, de nuevo, estuvo inmenso: otros dos goles, como ante el Celta. Volvió a marcar Gameiro. Torres cerró la goleada también con un doblete (el quinto, de penalti). El Sporting exigió poco a los de Simeone.

Patricia Cazón
AS
Unos minutos antes de que el balón rodara, se escuchó el nombre de Simeone en la megafonía y respondió un aplauso. Y otro, y otro, y otro, así hasta 52.000. Si anteayer se supo que el entrenador ha recortado dos años su contrato con el Atleti, ayer la grada habló y fue unánime: le aplaudió hasta romperse las manos. Es el cholismo una religión sin ateos, cimentada en cuatro años y medio de gloria y partidos como este, como el de ayer ante el Sporting. Tardarán los rojiblancos en olvidar su primera parte, extraordinaria, una delicia para los ojos.


Le bastó a Simeone un minuto y un futbolista, Griezmann, para tumbar a los de Abelardo en cuanto el balón comenzó a rodar. No se cansa el francés de dejar con la boca abierta a todos, partido a partido, cada uno mejor que el anterior. Había alineado el técnico de inicio a Saúl y Koke en el centro; a Carrasco y Gaitán, en las bandas; y a Gameiro y Antoine arriba en una clara declaración de intenciones: nada de sustos ante el Sporting. Iba a por el partido, y por la vía rápida. Dos minutos tardaron los Hombres G del Atlético en comenzar su concierto. Dos minutos tardó en ponerle Griezmann al Calderón la música del gol.

Ayudó Isma López, que dejó suelto un balón en su campo ante Gameiro. Pecado mortal. Metió este francés la puntita de la bota para llevarse el balón ante Meré y asistir al otro francés, Griezmann, que venía solo y ni se lo pensó. Disparó con la zurda y batió a Cuéllar. No le dio casi ni tiempo al portero del Sporting a volver a colocarse los guantes bien cuando otra vez le tocaba recoger el balón del fondo de su red. Era el minuto 4 y Gameiro acababa de fusilarle con un derechazo telemétrico a la escuadra que sonó a golpe en la mesa. Gol(azo). Y consecuencia inevitable de lo que sobre el césped ocurría.

Con el Sporting noqueado, el Atlético se divertía. Y daba gusto verle jugar: transiciones rápidas, triangulaciones infinitas, verticalísimo. Cuatro toques le bastaban para plantarse en Territorio Cuéllar, con Koke y Saúl muy bien en el centro, impecables en la salida del balón, y con un martillo pilón arriba: monsieur Antoine. Allá donde uno mirara, allí lo veía. En el centro, en la recuperación, en la presión, en el último pase o siempre en el gol. Fue un recital. Qué futbolista. Escandaloso.

En el 30’, cuando el Sporting intentaba levantarse tras los dos tortazos iniciales y después de que el árbitro le anulara a Gameiro otro gol que pareció legal, el francés cargó de nuevo la pierna izquierda y fusiló otra vez a Cuéllar. Y Carrasco tuvo el cuarto, pero lo evitó la madera justo antes del descanso, cuando la grada ya había cambiado los aplausos por un grito, “Ole, ole, ole, Cholo Simeone”, igual de unánime.

La segunda parte fue una continuación de la primera. Había sentado Simeone a Griezmann y Gameiro quizá pensando en el Barça pero no se terminó el concierto. De los bises se encargó Torres. Fue pisar El Niño el césped y en tres minutos había hecho el cuarto en una jugada maravillosa que comenzó Filipe, siguió Correa gambeteando a todo aquel que se cruzara en veinte metros y terminó con Torres regalándole su primer gol de la temporada al Calderón. Y no sería el último.

En el descuento, Lillo derribaba en el área a Gaitán (aún un pelín por debajo del resto) y Torres hacía el quinto mientras la grada se deshacía y Oblak se iba a la ducha con los guantes inéditos. Le quedan al Calderón ya sólo 17 tardes de fútbol en LaLiga. Y ojalá todas las que quedaran fueran como ésta, la de ayer, que pensará el viejo hormigón. Qué concierto del Atleti.

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