Goleada y liderato del Madrid
En un partido sin mucha gracia enterró a Osasuna con su contundencia. Marcaron Cristiano, Modric y tres defensas: Danilo, Ramos y Pepe.
Luis Nieto
As
Con el incontestable argumento de los goles el Madrid se abrió paso ante un Osasuna con más entusiasmo que defensa y que salió de luto del Bernabéu. El partido le confirmó al equipo de Zidane que la artillería está lista y que Kroos y Modric van a toda máquina, pero le advirtió que debe vigilarse la tensión para cuando aparezca el toro en puntas. Sin embargo, tras el batacazo del Barça, contempla la Liga desde el liderato.
Cinco minutos de Liga necesitó Cristiano Ronaldo para entrar en contacto con el gol, interruptor que aprieta con solemne facilidad. Fue un remate sencillo, a puerta vacía, de estar ahí, producto de una maniobra imprudente de la zaga de Osasuna en el achique que permitió a Danilo pasar todas las barreras con un envío a Bale. Cristiano sólo hubo de echar al buzón el envío del galés. El portugués, aún en mínimos, es una tormenta solar capaz de provocar el apagón en el rival.
Incluso cuando su equipo anda perezoso, se acuna en la ventaja y pierde el golpe de pedal. Le ocurrió ante Osasuna, que vivió peores partidos en los juzgados y ante la Agencia Tributaria que el del Bernabéu, escenario en el que se sostuvo en pie durante media hora. En un cabezazo al palo de Unai García que pudo suponer el empate puso punto final a su obra, un dominio sin remate, tontorrón, poco amenazador y dejando a sus espaldas demasiado espacio para el Madrid, que sigue siendo galgo corredor.
Modric se asustó en un gesto forzado a los dos minutos y tardó en alcanzar su mejor versión. A falta de guión, el Madrid improvisó sin demasiado lucimiento: algún arranque de Kovacic, que va para cuarto hombre del centro del campo; largas carreras de Bale; apariciones puntuales de Cristiano; sudor sin premio de Morata; impecable dirección de Kroos. Fue la inercia y no el convencimiento lo que llevó a Nauzet, pero la productividad de su ataque no admite discusión. Ahí, a la hora de la siesta, sin entusiasmar al personal, metió dos goles en los cinco últimos minutos del primer tiempo que hicieron las funciones de quitamiedos. Se los apuntaron dos defensas: Danilo, que progresa adecuadamente, sobre todo en campo ajeno, y Sergio Ramos, cabeceador de guardia. Con pegada y sin gracia el Madrid había cerrado el partido en el intermedio.
Otro golazo de cabeza de Ramos
Lo que llegó después fue un calvario para Osasuna, encogido en su inferioridad y a merced de un Madrid en su salsa, con un descomunal Modric ya al volante. Pepe se sumó al congreso del defensa goleador gracias a un Nauzet al que se le acartonaron las manos. También marcó Modric antes de ser reemplazado, se desató Bale, completó Cristiano su rodaje, se consolaron Oriol Riera y David García, se probó Benzema y se apuntó dos remates al palo, Borbalán le quitó un gol a Oier por incontinencia al pitar un penalti previo que le paró Casilla a Roberto Torres. Una sucesión meteórica de hechos intrascendentes. Porque cuando comenzó la acción ya no había partido.
Luis Nieto
As
Con el incontestable argumento de los goles el Madrid se abrió paso ante un Osasuna con más entusiasmo que defensa y que salió de luto del Bernabéu. El partido le confirmó al equipo de Zidane que la artillería está lista y que Kroos y Modric van a toda máquina, pero le advirtió que debe vigilarse la tensión para cuando aparezca el toro en puntas. Sin embargo, tras el batacazo del Barça, contempla la Liga desde el liderato.
Cinco minutos de Liga necesitó Cristiano Ronaldo para entrar en contacto con el gol, interruptor que aprieta con solemne facilidad. Fue un remate sencillo, a puerta vacía, de estar ahí, producto de una maniobra imprudente de la zaga de Osasuna en el achique que permitió a Danilo pasar todas las barreras con un envío a Bale. Cristiano sólo hubo de echar al buzón el envío del galés. El portugués, aún en mínimos, es una tormenta solar capaz de provocar el apagón en el rival.
Incluso cuando su equipo anda perezoso, se acuna en la ventaja y pierde el golpe de pedal. Le ocurrió ante Osasuna, que vivió peores partidos en los juzgados y ante la Agencia Tributaria que el del Bernabéu, escenario en el que se sostuvo en pie durante media hora. En un cabezazo al palo de Unai García que pudo suponer el empate puso punto final a su obra, un dominio sin remate, tontorrón, poco amenazador y dejando a sus espaldas demasiado espacio para el Madrid, que sigue siendo galgo corredor.
Modric se asustó en un gesto forzado a los dos minutos y tardó en alcanzar su mejor versión. A falta de guión, el Madrid improvisó sin demasiado lucimiento: algún arranque de Kovacic, que va para cuarto hombre del centro del campo; largas carreras de Bale; apariciones puntuales de Cristiano; sudor sin premio de Morata; impecable dirección de Kroos. Fue la inercia y no el convencimiento lo que llevó a Nauzet, pero la productividad de su ataque no admite discusión. Ahí, a la hora de la siesta, sin entusiasmar al personal, metió dos goles en los cinco últimos minutos del primer tiempo que hicieron las funciones de quitamiedos. Se los apuntaron dos defensas: Danilo, que progresa adecuadamente, sobre todo en campo ajeno, y Sergio Ramos, cabeceador de guardia. Con pegada y sin gracia el Madrid había cerrado el partido en el intermedio.
Otro golazo de cabeza de Ramos
Lo que llegó después fue un calvario para Osasuna, encogido en su inferioridad y a merced de un Madrid en su salsa, con un descomunal Modric ya al volante. Pepe se sumó al congreso del defensa goleador gracias a un Nauzet al que se le acartonaron las manos. También marcó Modric antes de ser reemplazado, se desató Bale, completó Cristiano su rodaje, se consolaron Oriol Riera y David García, se probó Benzema y se apuntó dos remates al palo, Borbalán le quitó un gol a Oier por incontinencia al pitar un penalti previo que le paró Casilla a Roberto Torres. Una sucesión meteórica de hechos intrascendentes. Porque cuando comenzó la acción ya no había partido.