El régimen sirio aplasta Alepo en una ofensiva general

Las fuerzas de El Asad bombardean los barrios rebeldes tras el fracaso de la diplomacia

Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Una lluvia de bombas y misiles del régimen del presidente Bachar el Asad se precipitó este viernes sobre los barrios de Alepo controlados por las fuerzas rebeldes, donde 250.000 civiles permanecen asediados desde julio. Los muertos se cuentan por decenas. Calles enteras ardieron en llamas y al menos 40 edificios se desplomaron. La ofensiva general de las fuerzas gubernamentales contra los insurgentes se está cebando con una intensidad sin precedentes en la dividida ciudad.


El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, que cuenta con una amplia red de informadores sobre el terreno, aseguró que en la ofensiva aérea y de artillería desencadenada por el régimen de Damasco desde primeras horas de la madrugada se habían registrado más de 30 oleadas de bombardeos, que causaron al menos 27 muertos y dejaron reducidos a escombros numerosos edificios. Los equipos de defensa civil —tres de cuyos centros en el este de la ciudad quedaron destruidos en los ataques— elevaron a más de 70 la cifra de fallecidos en los ataques, aunque fuentes sanitarias la situaban por encima de los 90. El Centro de Información de Alepo, gestionado por la oposición, aseguró que muchos de los incendios registrados en la ciudad se habían producido por el lanzamiento de bombas de fósforo blanco.

Las autoridades sirias instaron a los residentes de las zonas del este a evitar las posiciones de los “terroristas” —como el régimen denomina a todas las fuerzas rebeldes— y reiteraron su ofrecimiento de habilitar corredores seguros para aquellos insurgentes y civiles que quieran abandonar el asedio. “Los ataques del régimen parecen querer vaciar poco a poco los distritos rebeldes antes de tomarlos”, señaló un portavoz del Observatorio, que constató avances de las tropas gubernamentales en el sureste de la ciudad.

El fracaso de la diplomacia —en una reunión “larga, penosa y decepcionante”, en palabras del mediador de la ONU, Staffan de Mistura— dejó la esperanza de paz en Siria en estado terminal la noche del jueves en Nueva York. Los combates son esporádicos en la mayor parte del país, pero la batalla de Alepo se ha recrudecido exponencialmente.

El Grupo Internacional de Apoyo a Siria —presidido por Rusia y EE UU y en el que participan una veintena de países, entre ellos los respectivos aliados de los contendientes—, intentó sin éxito de reavivar la tregua. Washington insistió en que los aviones rusos y sirios deben permanecer en tierra. Moscú rechazó que se imponga un “alto el fuego unilateral” a Damasco, al tiempo que responsabilizaba a la oposición de intensificar los combates.

En una iniciativa de última hora, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se reunió este viernes en Nueva York con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. El primero dijo tras el encuentro que se habían logrado “pequeños avances”. El segundo refirió que estaban intentando prevenir “una nueva catástrofe en Siria”. Los bombardeos sobre Alepo dejan escaso margen para el optimismo. El Ejército de El Asad parece decidido a recobrar el control de la ciudad con una ofensiva terrestre tras machacar desde el aire a los rebeldes. Cuenta con apoyo de sus aliados rusos, iraníes y de la guerrilla libanesa chií de Hezbolá.

El régimen de El Asad se apoderó el pasado 17 de julio de la carretera Castello, la principal vía de suministro de los rebeldes situada al noreste de la ciudad. Las fuerzas insurgentes quedaron aisladas y cercadas, pero el 6 de agosto el denominado Ejército de la Conquista —que agrupa a fuerzas islamistas, entre ellas el Frente de la Conquista, el antiguo Frente al Nusra afiliado a Al Qaeda— rompió el cerco en la estratégica zona de Ramusa, en los distritos del suroeste y rompió también de paso las vías de suministro gubernamentales. Un mes más tarde, el Ejército recuperó el control de Ramusa y la zona rebelde de la urbe volvió a quedar sitiada.

Después de más de cinco años de hostilidades, más de 300.000 muertos y con la mitad de la población del país desplazada, la batalla por Alepo, la que fue gran capital comercial de Siria se ha convertido en crucial para el régimen y las facciones rebeldes. La frágil tregua acordada el pasado día 9 redujo la violencia en Siria durante unos días. Sin embargo, las diferencias entre las partes bloquearon el acceso de la ayuda humanitaria a Alepo.

El presidente El Asad acusó el jueves a EE UU, durante una entrevista concedida a Associated Press, de ser el principal culpable del fracaso de la suspensión de las hostilidades, y aseguró que el bombardeo de la coalición liderada por Washington sobre una base aérea del régimen en Deir el Zor, que causó la muerte de más de 60 soldados sirios, fue "indudablemente intencionado".

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