EE UU y Rusia anuncian un acuerdo en Ginebra para reducir la violencia en Siria
Si la tregua pactada a partir del mantiene, ambos países atacarán juntos a Al Qaeda y al ISIS
Juan Carlos Sanz
Corresponsal en Oriente Próximo
Jerusalén, El País
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry ha anunciado este sábado un acuerdo para un alto el fuego en Siria a partir del martes, día 12, que implicará el cese de todos los combates, y especial el sobrevuelo de la aviación del régimen sobre posiciones de la oposición. El anuncio fue efectuado junto con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, con el que confirmó que ambos países procederán a ataques coordinados contra posiciones de los grupos terroristas Al Nusra y Estado Islámico (ISIS) en el plazo de una semana si se mantienen las hostilidades. El acuerdo de cese de hostilidades se produce después de dos semanas de intensos contactos entre las dos potencias y en vísperas de la señalada celebración musulmana del Eid el Adha, la Fiesta del Sacrificio.
Es sabido que las negociaciones siempre parecen estar a punto de romperse en sus últimas fases, cuando las tácticas del póker priman sobre los protocolos diplomáticos. “Nuestra paciencia no es infinita”, había advertido a través de la agencia Reuters un alto cargo del Departamento de Estado. “Pero si hubiésemos pensado que los rusos solo pretenden ganar tiempo no habríamos vuelto a negociar”. Tras los fiascos de la reunión del 26 de agosto de ambos jefes de la diplomacia también en Ginebra y del encuentro del pasado lunes entre los presidentes Barack Obama y Vladímir Putin en el marco de la cumbre del G20 en China, Kerry acude a la nueva cita con Lavrov en un clima de marcada desconfianza.
A finales de agosto parecía que se había alcanzado un consenso tras la estabilización del frente de Alepo, pero los últimos avances del régimen del presidente Bachar el Asad —oportunamente apoyado por los bombardeos de la aviación rusa— dieron un nuevo vuelco a la guerra y al proceso negociador. Los insurgentes han vuelto a quedar sitiados en los barrios que controlan en el este de la dividida ciudad del norte de Siria, donde permanecen atrapados unos 250.000 civiles.
Desde una renovada posición de fuerza, Rusia —en nombre de sus aliados de Damasco— ha planteado nuevas exigencias a EE UU —que apoya a los grupos y milicias rebeldes que se alzaron contra El Asad en 2011—, lo que está retrasando —y puede que echando a perder— la conclusión de las negociaciones. El propio Obama reconoció tras reunirse con Putin que “la desconfianza” entre las partes impedía pactar un cese de hostilidades general en Siria que permita hacer llegar ayuda humanitaria a la población.
Los principales escollos para un acuerdo son la suspensión de los ataques aéreos del régimen sobre ciudades controladas por la oposición, para el campo negociador ruso, y la definición de cuáles son los grupos rebeldes yihadistas —como el Estado Islámico y las filiales de Al Qaeda— que quedan excluidos de la tregua y, en consecuencia, pueden seguir siendo bombardeados, para la parte estadounidense. A pesar de los fallidos intentos de diálogo, Kerry y Lavrov habían conversado por teléfono en los últimos días para examinar los informes de los equipos técnicos diplomáticos y militares que se han seguido reuniendo en Ginebra. Washington y Moscú pretenden que el alto el fuego refleje también un mecanismo de cooperación en la lucha contra “los grupos terroristas activos en Siria” y abra la vía a la reanudación de las negociaciones de paz entre el régimen y la oposición en la sede de Naciones Unidas en la ciudad suiza.
Estados Unidos confiaba en haber cerrado el acuerdo de alto el fuego en la reunión de Obama con Putin en la cumbre del G20 en Hangzhou. El enviado del presidente para Siria, Michael Ratney, estaba tan convencido de ello que envió una carta a los responsables de la oposición para explicarles sus principales puntos, según la revista especializada en Oriente Próximo Al Monitor, que ha publicado parte del texto de la misiva. “Creemos que el acuerdo restablecerá la tregua y acabará con los ataques indiscriminados del régimen y de Rusia contra civiles y contra la oposición (…) allanando el camino hacia la reanudación de un proceso político creíble”, aseguraba Ratney.
El enviado norteamericano reconocía además que “la principal causa de preocupación para Rusia —que también preocupa a EE UU— sigue siendo la presencia de grupos extremistas como la rama de Al Qaeda en Siria”. Si se alcanza el entendimiento, concluía Ratney, “Moscú impedirá que operen los aviones del régimen, de manera que ya no habrá bombardeos sobre áreas de la oposición (…) incluidas aquellas en las que el Frente de la Conquista está presente junto a otros grupos opositores”. El Kremlin y Damasco han esgrimido el despliegue de milicias del antiguo Frente al Nusra en Alepo para justificar sus ataques contra posiciones rebeldes. “En contrapartida”, agregaba la carta enviada a la oposición, “ofreceremos a Rusia coordinación para debilitar a Al Qaeda en Siria”.
Poco antes de que el Departamento de Estado confirmara que Kerry se iba a reunir con Lavrov, el vierens fuentes insurgentes sirias anunciaron la muerte de altos jefes militares rebeldes durante una ofensiva aérea en la provincia de Alepo. Entre los fallecidos se hallaba el comandante del Frente de la Conquista, Abu Omar Sarakeb. Una fuente insurgente aseguró a Reuters que las primeras informaciones apuntaban a que murió en un ataque de Estados Unidos, aunque el Pentágono declinó comentar el asunto. Desde que el Frente al Nusra cambió de denominación y renunció a su vasallaje a Al Qaeda, el pasado mes de julio, no se habían registrado bombardeos norteamericanos contra sus combatientes yihadistas.
Juan Carlos Sanz
Corresponsal en Oriente Próximo
Jerusalén, El País
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry ha anunciado este sábado un acuerdo para un alto el fuego en Siria a partir del martes, día 12, que implicará el cese de todos los combates, y especial el sobrevuelo de la aviación del régimen sobre posiciones de la oposición. El anuncio fue efectuado junto con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, con el que confirmó que ambos países procederán a ataques coordinados contra posiciones de los grupos terroristas Al Nusra y Estado Islámico (ISIS) en el plazo de una semana si se mantienen las hostilidades. El acuerdo de cese de hostilidades se produce después de dos semanas de intensos contactos entre las dos potencias y en vísperas de la señalada celebración musulmana del Eid el Adha, la Fiesta del Sacrificio.
Es sabido que las negociaciones siempre parecen estar a punto de romperse en sus últimas fases, cuando las tácticas del póker priman sobre los protocolos diplomáticos. “Nuestra paciencia no es infinita”, había advertido a través de la agencia Reuters un alto cargo del Departamento de Estado. “Pero si hubiésemos pensado que los rusos solo pretenden ganar tiempo no habríamos vuelto a negociar”. Tras los fiascos de la reunión del 26 de agosto de ambos jefes de la diplomacia también en Ginebra y del encuentro del pasado lunes entre los presidentes Barack Obama y Vladímir Putin en el marco de la cumbre del G20 en China, Kerry acude a la nueva cita con Lavrov en un clima de marcada desconfianza.
A finales de agosto parecía que se había alcanzado un consenso tras la estabilización del frente de Alepo, pero los últimos avances del régimen del presidente Bachar el Asad —oportunamente apoyado por los bombardeos de la aviación rusa— dieron un nuevo vuelco a la guerra y al proceso negociador. Los insurgentes han vuelto a quedar sitiados en los barrios que controlan en el este de la dividida ciudad del norte de Siria, donde permanecen atrapados unos 250.000 civiles.
Desde una renovada posición de fuerza, Rusia —en nombre de sus aliados de Damasco— ha planteado nuevas exigencias a EE UU —que apoya a los grupos y milicias rebeldes que se alzaron contra El Asad en 2011—, lo que está retrasando —y puede que echando a perder— la conclusión de las negociaciones. El propio Obama reconoció tras reunirse con Putin que “la desconfianza” entre las partes impedía pactar un cese de hostilidades general en Siria que permita hacer llegar ayuda humanitaria a la población.
Los principales escollos para un acuerdo son la suspensión de los ataques aéreos del régimen sobre ciudades controladas por la oposición, para el campo negociador ruso, y la definición de cuáles son los grupos rebeldes yihadistas —como el Estado Islámico y las filiales de Al Qaeda— que quedan excluidos de la tregua y, en consecuencia, pueden seguir siendo bombardeados, para la parte estadounidense. A pesar de los fallidos intentos de diálogo, Kerry y Lavrov habían conversado por teléfono en los últimos días para examinar los informes de los equipos técnicos diplomáticos y militares que se han seguido reuniendo en Ginebra. Washington y Moscú pretenden que el alto el fuego refleje también un mecanismo de cooperación en la lucha contra “los grupos terroristas activos en Siria” y abra la vía a la reanudación de las negociaciones de paz entre el régimen y la oposición en la sede de Naciones Unidas en la ciudad suiza.
Estados Unidos confiaba en haber cerrado el acuerdo de alto el fuego en la reunión de Obama con Putin en la cumbre del G20 en Hangzhou. El enviado del presidente para Siria, Michael Ratney, estaba tan convencido de ello que envió una carta a los responsables de la oposición para explicarles sus principales puntos, según la revista especializada en Oriente Próximo Al Monitor, que ha publicado parte del texto de la misiva. “Creemos que el acuerdo restablecerá la tregua y acabará con los ataques indiscriminados del régimen y de Rusia contra civiles y contra la oposición (…) allanando el camino hacia la reanudación de un proceso político creíble”, aseguraba Ratney.
El enviado norteamericano reconocía además que “la principal causa de preocupación para Rusia —que también preocupa a EE UU— sigue siendo la presencia de grupos extremistas como la rama de Al Qaeda en Siria”. Si se alcanza el entendimiento, concluía Ratney, “Moscú impedirá que operen los aviones del régimen, de manera que ya no habrá bombardeos sobre áreas de la oposición (…) incluidas aquellas en las que el Frente de la Conquista está presente junto a otros grupos opositores”. El Kremlin y Damasco han esgrimido el despliegue de milicias del antiguo Frente al Nusra en Alepo para justificar sus ataques contra posiciones rebeldes. “En contrapartida”, agregaba la carta enviada a la oposición, “ofreceremos a Rusia coordinación para debilitar a Al Qaeda en Siria”.
Poco antes de que el Departamento de Estado confirmara que Kerry se iba a reunir con Lavrov, el vierens fuentes insurgentes sirias anunciaron la muerte de altos jefes militares rebeldes durante una ofensiva aérea en la provincia de Alepo. Entre los fallecidos se hallaba el comandante del Frente de la Conquista, Abu Omar Sarakeb. Una fuente insurgente aseguró a Reuters que las primeras informaciones apuntaban a que murió en un ataque de Estados Unidos, aunque el Pentágono declinó comentar el asunto. Desde que el Frente al Nusra cambió de denominación y renunció a su vasallaje a Al Qaeda, el pasado mes de julio, no se habían registrado bombardeos norteamericanos contra sus combatientes yihadistas.