BARCELONA 1-ATLÉTICO 1 / Un minuto que cambió todo
El Barça domina, pero el Atlético aprovecha su ocasión. Se lesionó Messi y Correa logró el empate de inmediato.Leo, rotura muscular, tres semanas de baja.
Santi Giménez
As
Un minuto, el que transcurrió desde el 59 cuando Messi pidió el cambio por una lesión muscular que le tendrá tres semanas de baja, al 60 en el que entró Correa en el campo valió más que 89 de estrategia, táctica y desparrame físico. El fútbol es grande por eso, porque un detalle, un minuto, un instante acaba siendo decisivo si lo sabes aprovechar. Y el Atlético demostró con su empate a uno en el Camp Nou que no hay nadie comparable al conjunto del Cholo cuando se trata de hacer de la necesidad virtud. El Atleti es un curso de táctica, de paciencia y de oportunismo. Nunca pierde el control cuando juega ante el Barça. Sabe que aparecerá su oportunidad y ahí, nunca perdona.
Sabe el Atleti, como el depredador más temido de la sabana, que resistir es vencer, sabe guarecerse y esperar su oportunidad. Estéticamente es cuestionable su estilo, pero es admirable la capacidad de este equipo para golpear en el momento justo y desanimar al más pintado.
El Barça de Luis Enrique, en cambio, sigue sin saber como meterle mano a un equipo que le lleva al límite y que le exige lo mejor de si mismo. De un tiempo a esta parte, los partidos entre el equipo de Simeone y los de Luis Enrique siempre se juegan al ritmo que marca el primero. Algunas veces gana el blaugrana, pero siempre adaptándose al libreto del colchonero. En este partido no fue una excepción. No se puede decir que el Barça jugara mal, pero la suerte le dio la espalda.
Para el Barcelona enfrentarse al Atlético es lo más parecido a masticar arena. Se enfrenta el equipo blaugrana a un equipo sin complejos que sabe defenderse y que se siente a gusto ante el despliegue de toque culé incluso cuando el conjunto barcelonista se adelanta en el marcador como pasó ayer.
La mejor virtud de los de Simeone es que nunca pierden el norte, ni cuando Rakitic marcó en el 41 en una jugada de estrategia tras un saque de esquina sacado en corto que Iniesta colgó al área y remató el croata. E lpartido hacía bajada para los locales.
Con todo en contra, el Atlético aguantó hasta el descanso y en la segunda parte desplegó su plan B. Si en la primera se defendió el Atlético en su campo, en la segunda adelantó líneas, presionó al Barcelona y supo ver la grieta por la que podía inundar el Camp Nou.
En el minuto 50, Busquets pidió un cambio que parecía pactado (el de Badía jugó griposo) y diez minutos después, Messi se tocó los adductores. Cambio obligado en el Barça, desconcierto y Simeone que aprovecha el momento para variar su estrategia. Con los actores recolocándose, Torres y Corres tocan su primer balón para destrozar en un minuto de inspiración todo lo que se había planteado en la pizarra. Un gol que no estaba en el guión pero que fue el tanto de los más listos de la clase.
A partir de ese empate a uno, el Barça se encomendó a un Neymar que siempre estuvo muy vigilado para tratar de recomponerse del golpe. El partido pasaba a estar en manos del equipo que mejor se adaptara al entorno. Ninguno de los dos contendientes supo hacerlo, pero siempre es más fácil defender que crear y en eso, los del Atlético son maestros. Supieron combinar la amenaza del contragolpe y la solidez defensiva para congelar a un Barça que en un minuto perdió pie y no supo adaptarse al nuevo escenario.
Santi Giménez
As
Un minuto, el que transcurrió desde el 59 cuando Messi pidió el cambio por una lesión muscular que le tendrá tres semanas de baja, al 60 en el que entró Correa en el campo valió más que 89 de estrategia, táctica y desparrame físico. El fútbol es grande por eso, porque un detalle, un minuto, un instante acaba siendo decisivo si lo sabes aprovechar. Y el Atlético demostró con su empate a uno en el Camp Nou que no hay nadie comparable al conjunto del Cholo cuando se trata de hacer de la necesidad virtud. El Atleti es un curso de táctica, de paciencia y de oportunismo. Nunca pierde el control cuando juega ante el Barça. Sabe que aparecerá su oportunidad y ahí, nunca perdona.
Sabe el Atleti, como el depredador más temido de la sabana, que resistir es vencer, sabe guarecerse y esperar su oportunidad. Estéticamente es cuestionable su estilo, pero es admirable la capacidad de este equipo para golpear en el momento justo y desanimar al más pintado.
El Barça de Luis Enrique, en cambio, sigue sin saber como meterle mano a un equipo que le lleva al límite y que le exige lo mejor de si mismo. De un tiempo a esta parte, los partidos entre el equipo de Simeone y los de Luis Enrique siempre se juegan al ritmo que marca el primero. Algunas veces gana el blaugrana, pero siempre adaptándose al libreto del colchonero. En este partido no fue una excepción. No se puede decir que el Barça jugara mal, pero la suerte le dio la espalda.
Para el Barcelona enfrentarse al Atlético es lo más parecido a masticar arena. Se enfrenta el equipo blaugrana a un equipo sin complejos que sabe defenderse y que se siente a gusto ante el despliegue de toque culé incluso cuando el conjunto barcelonista se adelanta en el marcador como pasó ayer.
La mejor virtud de los de Simeone es que nunca pierden el norte, ni cuando Rakitic marcó en el 41 en una jugada de estrategia tras un saque de esquina sacado en corto que Iniesta colgó al área y remató el croata. E lpartido hacía bajada para los locales.
Con todo en contra, el Atlético aguantó hasta el descanso y en la segunda parte desplegó su plan B. Si en la primera se defendió el Atlético en su campo, en la segunda adelantó líneas, presionó al Barcelona y supo ver la grieta por la que podía inundar el Camp Nou.
En el minuto 50, Busquets pidió un cambio que parecía pactado (el de Badía jugó griposo) y diez minutos después, Messi se tocó los adductores. Cambio obligado en el Barça, desconcierto y Simeone que aprovecha el momento para variar su estrategia. Con los actores recolocándose, Torres y Corres tocan su primer balón para destrozar en un minuto de inspiración todo lo que se había planteado en la pizarra. Un gol que no estaba en el guión pero que fue el tanto de los más listos de la clase.
A partir de ese empate a uno, el Barça se encomendó a un Neymar que siempre estuvo muy vigilado para tratar de recomponerse del golpe. El partido pasaba a estar en manos del equipo que mejor se adaptara al entorno. Ninguno de los dos contendientes supo hacerlo, pero siempre es más fácil defender que crear y en eso, los del Atlético son maestros. Supieron combinar la amenaza del contragolpe y la solidez defensiva para congelar a un Barça que en un minuto perdió pie y no supo adaptarse al nuevo escenario.