Trucos para evitar broncas con tu hijo por usar demasiado el celular

Con estas reglas, se acabarán las peleas por el exceso de tiempo enganchado a las pantallas

Eva Bailén
El País
Los tríos no son buenos: tú, tu hijo y su móvil podéis crear una explosiva relación que acabe con tus nervios este verano, con el humor de tu hijo preadolescente —a los 12 años el 70% de los niños tienen ya un smartphone—, y hasta puede que con la integridad física del cacharrín, lo cual no es plan, porque algunos aparatos cuestan un ojo de la cara. A estas alturas de las vacaciones, es posible que el desmadre tecnológico sea tal que necesites acotar claramente los tiempos y lugares en los que usar el teléfono, la consola, la tableta o la tele. Aquí van algunos truquillos para aliviar la tensión:


Instaura en tu hogar el día sin tecnología. Complicadísimo para todos, porque si te vas a trabajar a la oficina y dejas a tus hijos en casa a cargo de alguien o están con algún familiar, tendrás que ser muy disciplinado. O te llevas el móvil de tu hijo en el bolso, la tableta o lo que sea que utilice, o los dejas encerrados bajo llave. Aunque también les puedes cortar el WiFi o el suministro eléctrico… Difícil, pero necesario para que se desintoxiquen.

Establece un aparca-móviles. Una balda de una estantería, un cesto de los de poner los mandos a distancia, una repisa, o una caja, lo que sea. Deja tu móvil junto al de tu pareja, al de tu hijo, todos juntos, no para que se den calor, sino para liberaros de la tentación de comprobar constantemente si hay una nueva notificación, para evitar que acabe en el retrete, o rodando por las escaleras. ¿No querrás ver cómo se arruinan los 500 euros que costó el juguetito del chiquillo, verdad? Es una sana costumbre que evita peligros, como el de convertirse en un phonbie.

Pon límites horarios. Negocia con tus hijos cuándo pueden usar las pantallas y cuándo no. Fija una hora mínima por la mañana y una hora tope por la tarde. Si cenáis a las nueve de la noche, puedes establecer que a las 20.30 ya se apaguen las pantallas, para que los chicos vayan ayudando a preparar la cena, poner la mesa y que despejen su cerebro antes de irse a dormir. Por la mañana, para evitar procrastinar indefinidamente, deben tener tiempo para hacerse la cama, desayunar, asearse, y realizar alguna actividad o tarea en casa, y después de eso, podrán dedicarse un rato a las pantallas.

No permitas que se vayan a la cama con el móvil. En la misma línea, evita instalar en su habitación una televisión, una consola o un ordenador. Las comidas y el sueño son sagrados. Durante las comidas y cenas, apagad la tele, y dejad el móvil en su aparcamiento. No olvides dar ejemplo, las normas son para todos, y no solo para ellos, no te creas que no se dan cuenta de que te quedas dormido mirando el Facebook.

Además de poner en práctica estos cuatro trucos, es buena idea que te intereses por los juegos que le gustan, sus series favoritas, su música, sus contactos, sus redes sociales o los youtubers y cuentas de Instagram que sigue. La tecnología puede separar, pero también puede acercar. Deja de ver el móvil como el enemigo y piensa que es una oportunidad para que tu hijo te cuente todo eso del elixir, los matapuercos, los gemax y otras maravillas del Clash Royale, para que te enseñe a jugar a ti también, y tengáis un tema de conversación en el que él sepa más que tú y se sienta importante. Imagínate que te enganchas a jugar a Minecraft y tiene que ser tu hijo quien te ponga a ti los límites…

Cuando hayas roto la barrera y hayas conseguido el acercamiento a su móvil, a su tesoro, algo que debería ser más sencillo cuanto más joven sea el chaval, trata de que comparta contigo su contraseña de acceso —esperemos que la tenga, y si no, debería tenerla pronto—, y pídele permiso para echar un vistazo a sus contenidos: fotografías, apps, redes sociales, mensajes, que te deje revisar sus conversaciones de WhatsApp y te “presente” a sus amigos… Esto es más fácil que ocurra si tú también dejas a tu hijo acceder a tu smartphone, así que no lo conviertas en tu feudo, porque es un ejemplo nefasto.

Tener un control mínimo y frecuente de lo que tu hijo hace con su smartphone te ayudará a controlar un uso inadecuado, ya sea por sexting, es decir, por fotografías poco decorosas; o por ciberacoso. La tecnología debería hacernos la vida más sencilla, y no al contrario, pero si es esto precisamente lo que está ocurriendo en tu hogar, no lo permitas y ponle freno antes de que sea demasiado complicado.

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