Ter Stegen dio más pases que Messi en San Mamés
Juan Jiménez
As
No por sorprendente, porque ya se le había visto durante dos años en Barcelona, pero sí por extremo, Ter Stegen fue más Ter Stegen que nunca en Bilbao. El portero alemán fue el cuarto azulgrana que más pases dio y el quinto que más completó el domingo en San Mamés (51 buenos de 62 intentados, un 82,25% de acierto). Sólo le superaron Piqué, Umtiti, Sergi Roberto y Sergio Busquets. Como dato revelador, y contra toda ortodoxia, dio más pases que el mismísimo Leo Messi (38 buenos de 51 intentados el argentino) y que todos los jugadores del Athletic.
Una de las once entregas que Ter Stegen equivocó, sin embargo, pudo costarle el partido al Barça. El alemán comprometió a Busquets, que estaba de espaldas a Beñat. El portero compensó su falló porque aguantó bien en pie y salvó con la cabeza el disparo del cerebro rojiblanco. Pero hubo más. En una acción de la segunda parte, dio la espalda a todos los jugadores y se puso de cara a su portería para proteger un balón fuera del área. Después de una extravagante finta, se quitó el balón de encima con la pierna izquierda.
Su actuación, fría y con un punto de displicencia, generó cierto debate y animó las tertulias futboleras del lunes en Barcelona. La prensa catalana está de su parte. Mundo Deportivo le dedicó la página 8 de su diario, que ilustró con su foto y un titular: "Un portero adicto a las emociones fuertes". En el texto de Javier Gascón se recoge que "inició las jugadas con precisión" y que "no sólo brilló con el pie, también estuvo atento a los centros y blocó con seguridad". Sport habló de un Ter Stegen "muy bravo en La Catedral" y Tomás Andreu destacó en su información que "se doctoró en un partido que mide el carácter de cada jugador". Mientras, David Torras en su artículo de análisis en El Periódico equiparó su filosofía a la del Barça: "Por supuesto, algún día fallará. Pero el portero es un signo de distinción del estilo. Ter Stegen no va a cambiar. Prepárense a pasarlo muy mal. Y muy bien". La Vanguardia fue algo más crítica. "El portero completó más pases que cualquier rival con absoluta frialdad pero con dos errores imperdonables", señalaba en su texto Antoni López Tovar.
La calidad de Ter Stegen no está en discusión. Zubizarreta lo fichó procedente del Gladbach en junio de 2014 después de meses de seguimiento cuando Valdés anunció que no renovaría con el Barça. Su juego de pies fue uno de los tesoros que más cautivó al ex director deportivo azulgrana. Las formas de Ter Stegen son aplaudidas por un sector de la afición, pero desconciertan a otro. Vivir con él 38 jornadas de Liga, la mitad ante los murmullos de sus socios, puede ser malo para el corazón. La pregunta es si es necesario llegar a esos límites de riesgo.
Dio la sensación de que Ter Stegen, una vez confirmado el adiós de Bravo, quiso extremar más si cabe su perfil. A quienes le han tratado de cerca no les sorprende. Es una reafirmación de un fuerte carácter. Luis Enrique le aplaudió al final del partido. "Tiene sangre fría, es un buen alemán". La filosofía del portero es innegociable. Ya veremos hasta dónde es brillante o temeraria.
As
No por sorprendente, porque ya se le había visto durante dos años en Barcelona, pero sí por extremo, Ter Stegen fue más Ter Stegen que nunca en Bilbao. El portero alemán fue el cuarto azulgrana que más pases dio y el quinto que más completó el domingo en San Mamés (51 buenos de 62 intentados, un 82,25% de acierto). Sólo le superaron Piqué, Umtiti, Sergi Roberto y Sergio Busquets. Como dato revelador, y contra toda ortodoxia, dio más pases que el mismísimo Leo Messi (38 buenos de 51 intentados el argentino) y que todos los jugadores del Athletic.
Una de las once entregas que Ter Stegen equivocó, sin embargo, pudo costarle el partido al Barça. El alemán comprometió a Busquets, que estaba de espaldas a Beñat. El portero compensó su falló porque aguantó bien en pie y salvó con la cabeza el disparo del cerebro rojiblanco. Pero hubo más. En una acción de la segunda parte, dio la espalda a todos los jugadores y se puso de cara a su portería para proteger un balón fuera del área. Después de una extravagante finta, se quitó el balón de encima con la pierna izquierda.
Su actuación, fría y con un punto de displicencia, generó cierto debate y animó las tertulias futboleras del lunes en Barcelona. La prensa catalana está de su parte. Mundo Deportivo le dedicó la página 8 de su diario, que ilustró con su foto y un titular: "Un portero adicto a las emociones fuertes". En el texto de Javier Gascón se recoge que "inició las jugadas con precisión" y que "no sólo brilló con el pie, también estuvo atento a los centros y blocó con seguridad". Sport habló de un Ter Stegen "muy bravo en La Catedral" y Tomás Andreu destacó en su información que "se doctoró en un partido que mide el carácter de cada jugador". Mientras, David Torras en su artículo de análisis en El Periódico equiparó su filosofía a la del Barça: "Por supuesto, algún día fallará. Pero el portero es un signo de distinción del estilo. Ter Stegen no va a cambiar. Prepárense a pasarlo muy mal. Y muy bien". La Vanguardia fue algo más crítica. "El portero completó más pases que cualquier rival con absoluta frialdad pero con dos errores imperdonables", señalaba en su texto Antoni López Tovar.
La calidad de Ter Stegen no está en discusión. Zubizarreta lo fichó procedente del Gladbach en junio de 2014 después de meses de seguimiento cuando Valdés anunció que no renovaría con el Barça. Su juego de pies fue uno de los tesoros que más cautivó al ex director deportivo azulgrana. Las formas de Ter Stegen son aplaudidas por un sector de la afición, pero desconciertan a otro. Vivir con él 38 jornadas de Liga, la mitad ante los murmullos de sus socios, puede ser malo para el corazón. La pregunta es si es necesario llegar a esos límites de riesgo.
Dio la sensación de que Ter Stegen, una vez confirmado el adiós de Bravo, quiso extremar más si cabe su perfil. A quienes le han tratado de cerca no les sorprende. Es una reafirmación de un fuerte carácter. Luis Enrique le aplaudió al final del partido. "Tiene sangre fría, es un buen alemán". La filosofía del portero es innegociable. Ya veremos hasta dónde es brillante o temeraria.