Temer busca acelerar el ‘impeachment’ de Rousseff para asumir el cargo cuanto antes
La fase final de la destitución arrancará, previsiblemente, el 26 de agosto
A. BENITES
R. SECO
Brasilia / São Paulo
El País
La cuenta atrás de Dilma Rousseff se acelera. El Senado brasileño ha programado para el viernes 26 de agosto el inicio del juicio político de la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT), apartada del poder el pasado mes de mayo. La decisión final de los senadores puede llegar, por lo tanto, entre el 1 y el 2 de septiembre.
El avance del complejo proceso de impeachment ha sido más rápido de lo esperado -en un principio se hablaba del 29 de agosto-. Las prisas se deben, según fuentes del Senado, a presiones del ex vicepresidente de Rousseff y actual presidente interino de Brasil, Michel Temer. El que fue número dos del Gobierno tiene prisa: no quiere acudir con un cargo provisional a la cumbre de líderes del G-20, que se celebra en Hangzhou (China) los días 4 y 5 de septiembre. Sus aliados lo niegan. "En ningún momento el presidente ha pedido nada. Estamos conduciendo el proceso con absoluta neutralidad", asegura el líder del Senado, Renan Calheiros, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mismo que Temer.
Sea como sea, todo indica que, tres meses después de ser suspendida de su cargo, acusada de haber ampliado el presupuesto público sin la aprobación del Congreso, Rousseff conocerá al fin su destino: o bien se convertirá en la segunda presidenta de la democracia brasileña en ser destituida, después de Fernando Collor de Mello (1992), o bien volverá al poder, algo que a estas alturas parece improbable.
La oposición a Rousseff está confiada y da por hecho que cuenta con 60 de los 54 votos necesarios para expulsarla definitivamente de la presidencia. Quienes la apoyan afirman, sin embargo, que aún es posible evitar su salida, pero no especifican cuántos de los 81 senadores del pleno votarían a su favor.
El día clave llegará, si se cumple esta agenda, en un momento simbólico: tan solo cinco días después de la clausura de los Juegos Olímpicos de Río. Rousseff ha anunciado ya que no participará en la ceremonia de apertura del evento, este viernes, porque no quiere participar en al gran cita deportiva y turística de Brasil "en una posición secundaria". Tampoco estará en el estadio del Maracaná su antecesor y aliado, Lula da Silva. Ninguno de los dos, se supone, quiere aparecer en la foto al lado de Temer, el exaliado que acabó con 13 años de gestión del PT.
A. BENITES
R. SECO
Brasilia / São Paulo
El País
La cuenta atrás de Dilma Rousseff se acelera. El Senado brasileño ha programado para el viernes 26 de agosto el inicio del juicio político de la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT), apartada del poder el pasado mes de mayo. La decisión final de los senadores puede llegar, por lo tanto, entre el 1 y el 2 de septiembre.
El avance del complejo proceso de impeachment ha sido más rápido de lo esperado -en un principio se hablaba del 29 de agosto-. Las prisas se deben, según fuentes del Senado, a presiones del ex vicepresidente de Rousseff y actual presidente interino de Brasil, Michel Temer. El que fue número dos del Gobierno tiene prisa: no quiere acudir con un cargo provisional a la cumbre de líderes del G-20, que se celebra en Hangzhou (China) los días 4 y 5 de septiembre. Sus aliados lo niegan. "En ningún momento el presidente ha pedido nada. Estamos conduciendo el proceso con absoluta neutralidad", asegura el líder del Senado, Renan Calheiros, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el mismo que Temer.
Sea como sea, todo indica que, tres meses después de ser suspendida de su cargo, acusada de haber ampliado el presupuesto público sin la aprobación del Congreso, Rousseff conocerá al fin su destino: o bien se convertirá en la segunda presidenta de la democracia brasileña en ser destituida, después de Fernando Collor de Mello (1992), o bien volverá al poder, algo que a estas alturas parece improbable.
La oposición a Rousseff está confiada y da por hecho que cuenta con 60 de los 54 votos necesarios para expulsarla definitivamente de la presidencia. Quienes la apoyan afirman, sin embargo, que aún es posible evitar su salida, pero no especifican cuántos de los 81 senadores del pleno votarían a su favor.
El día clave llegará, si se cumple esta agenda, en un momento simbólico: tan solo cinco días después de la clausura de los Juegos Olímpicos de Río. Rousseff ha anunciado ya que no participará en la ceremonia de apertura del evento, este viernes, porque no quiere participar en al gran cita deportiva y turística de Brasil "en una posición secundaria". Tampoco estará en el estadio del Maracaná su antecesor y aliado, Lula da Silva. Ninguno de los dos, se supone, quiere aparecer en la foto al lado de Temer, el exaliado que acabó con 13 años de gestión del PT.