La Colombia de la guerra aplaude la paz
Montes de María, una región que sufrió a todos los grupos armados, celebra el acuerdo de paz
Sally Palomino
Montes de María, El País
“Hace unos años, usted no se hubiera atrevido a venir hasta acá”. La advertencia la hace Guido Narváez, mientras señala un árbol, a pocos metros, en el que murieron acribillados varios campesinos. “Si usted venía, de pronto no podía volver a salir o si salía, lo hacía en una bolsa. Muerta”, dice desde la vereda San Rafael, en la zona conocida como Montes de María, una región del Caribe que estuvo en la mitad del “sándwich” del conflicto, como explican sus habitantes. Cuando no eran las FARC, eran los paramilitares. Tuvieron que lidiar con todos los grupos armados. Ilegales o no. Porque el Ejército, en medio de los enfrentamientos y combates con la guerrilla, también terminó afectándolos. Hace no tanto de todo esto, pero parece que hubiera pasado mucho tiempo. Las vías, están libres. Sus caras reflejan paz.
La noticia del cierre de las negociaciones de La Habana confirma que la sensación de descanso que han venido sintiendo desde el cese al fuego que se decretó en medio de los diálogos de paz, puede ser para siempre. “Uno estaba acostumbrado a escuchar bala, de día y de noche”, dice Guido, que cuenta, tímidamente, que el ruido de la pólvora (fuegos artificiales) muy común en las ferias de pueblo, lo asusta. “Esos sonidos son sinónimo de bala, se escuchan como se oían las balas”, asegura. En su pueblo hubo generaciones enteras que crecieron con el sonido de las balas, esa palabra que tanto repiten, y que hoy ven con esperanza cómo la salida de las FARC del conflicto les dará descanso. A Guido, el conflicto le mató a tres hermanos, le desapareció un sobrino. Sabe en carne propia qué es vivir la guerra por eso el anuncio de este miércoles, para él, es más que un titular de prensa. Es la noticia de su vida.
Tras cuatro años de diálogos, varias fechas postergadas y una incredulidad que a veces tomaba fuerza, Colombia celebra lo que parecía imposible. La sociedad civil se alienta por redes sociales para lo que viene. Se animan unos a otros para apoyar el proceso de paz, que al final solo dependerá de los colombianos. Con lo que decidan en el plebiscito, pero también con la forma de empezar a ver a las FARC sin armas. En la tarde de este miércoles, varias concentraciones, de jóvenes principalmente, esperan hacer una “fiesta” en torno a la paz. En Bogotá, en un parque céntrico convocan para llevar globos y ver en pantalla gigante el anuncio de La Habana que dará fin a las conversaciones y que plantea una nueva etapa en este proceso.
En el campo de la política, también se han alzado las voces. Los reparos de la oposición, en cabeza del expresidente Álvaro Uribe se han visto opacados por los pronunciamientos de los líderes de otros partidos políticos, que desde muy temprano han inundado las redes sociales. Con la etiqueta Adiós a la guerra y Sí me la juego, los colombianos han expresado en Twitter lo que sienten frente al anuncio de las FARC y el gobierno. “Se acerca más el día en que terminará un conflicto armado que nada bueno le trajo a Colombia”, escribió el senador Jorge Robledo. En las calles de los pueblos de Montes de María quieren que la guerra sea solo un recuerdo. “En esta vía, solo se transitaba cuando la guerrilla decía. Hubo muchos secuestros acá, por eso la gente dejó de salir a pasear”, cuenta un conductor, que ahora se encarga de transportar turistas en la zona y que asegura que solo habla del conflicto cuando algún curioso se lo pregunta. La gente que va a Montes de María sabe que allí, hace algunos años, se vivieron dos de las peores masacres del país. La de El Salado, en donde al menos 70 campesinos fueron torturados y asesinados y la de Chengue, donde otros 27 fueron asesinados a palo y machete. La historia del caribe colombiano ha sido dura. Los que resistieron allí esperan que el futuro les dé la oportunidad de saber qué es vivir en paz.
Sally Palomino
Montes de María, El País
“Hace unos años, usted no se hubiera atrevido a venir hasta acá”. La advertencia la hace Guido Narváez, mientras señala un árbol, a pocos metros, en el que murieron acribillados varios campesinos. “Si usted venía, de pronto no podía volver a salir o si salía, lo hacía en una bolsa. Muerta”, dice desde la vereda San Rafael, en la zona conocida como Montes de María, una región del Caribe que estuvo en la mitad del “sándwich” del conflicto, como explican sus habitantes. Cuando no eran las FARC, eran los paramilitares. Tuvieron que lidiar con todos los grupos armados. Ilegales o no. Porque el Ejército, en medio de los enfrentamientos y combates con la guerrilla, también terminó afectándolos. Hace no tanto de todo esto, pero parece que hubiera pasado mucho tiempo. Las vías, están libres. Sus caras reflejan paz.
La noticia del cierre de las negociaciones de La Habana confirma que la sensación de descanso que han venido sintiendo desde el cese al fuego que se decretó en medio de los diálogos de paz, puede ser para siempre. “Uno estaba acostumbrado a escuchar bala, de día y de noche”, dice Guido, que cuenta, tímidamente, que el ruido de la pólvora (fuegos artificiales) muy común en las ferias de pueblo, lo asusta. “Esos sonidos son sinónimo de bala, se escuchan como se oían las balas”, asegura. En su pueblo hubo generaciones enteras que crecieron con el sonido de las balas, esa palabra que tanto repiten, y que hoy ven con esperanza cómo la salida de las FARC del conflicto les dará descanso. A Guido, el conflicto le mató a tres hermanos, le desapareció un sobrino. Sabe en carne propia qué es vivir la guerra por eso el anuncio de este miércoles, para él, es más que un titular de prensa. Es la noticia de su vida.
Tras cuatro años de diálogos, varias fechas postergadas y una incredulidad que a veces tomaba fuerza, Colombia celebra lo que parecía imposible. La sociedad civil se alienta por redes sociales para lo que viene. Se animan unos a otros para apoyar el proceso de paz, que al final solo dependerá de los colombianos. Con lo que decidan en el plebiscito, pero también con la forma de empezar a ver a las FARC sin armas. En la tarde de este miércoles, varias concentraciones, de jóvenes principalmente, esperan hacer una “fiesta” en torno a la paz. En Bogotá, en un parque céntrico convocan para llevar globos y ver en pantalla gigante el anuncio de La Habana que dará fin a las conversaciones y que plantea una nueva etapa en este proceso.
En el campo de la política, también se han alzado las voces. Los reparos de la oposición, en cabeza del expresidente Álvaro Uribe se han visto opacados por los pronunciamientos de los líderes de otros partidos políticos, que desde muy temprano han inundado las redes sociales. Con la etiqueta Adiós a la guerra y Sí me la juego, los colombianos han expresado en Twitter lo que sienten frente al anuncio de las FARC y el gobierno. “Se acerca más el día en que terminará un conflicto armado que nada bueno le trajo a Colombia”, escribió el senador Jorge Robledo. En las calles de los pueblos de Montes de María quieren que la guerra sea solo un recuerdo. “En esta vía, solo se transitaba cuando la guerrilla decía. Hubo muchos secuestros acá, por eso la gente dejó de salir a pasear”, cuenta un conductor, que ahora se encarga de transportar turistas en la zona y que asegura que solo habla del conflicto cuando algún curioso se lo pregunta. La gente que va a Montes de María sabe que allí, hace algunos años, se vivieron dos de las peores masacres del país. La de El Salado, en donde al menos 70 campesinos fueron torturados y asesinados y la de Chengue, donde otros 27 fueron asesinados a palo y machete. La historia del caribe colombiano ha sido dura. Los que resistieron allí esperan que el futuro les dé la oportunidad de saber qué es vivir en paz.