GIMNASIA / Las cinco medallas de Biles iluminan el universo de la gimnasia
Natalia Arriaga
Río de Janeiro, EFE
Las cinco medallas olímpicas, cuatro de ellas de oro, conseguidas en Río por Simone Biles la convierten en una de las referencias de estos Juegos Olímpicos y, si no sucumbe a la trituradora de gimnastas que es la selección estadounidense, en un posible nuevo mito de este deporte.
Biles se va de Río con los dos oros más valiosos, el individual absoluto y el de equipos, otros dos en sendos aparatos, suelo y salto, y una medalla de bronce en barra, donde se le escapó la victoria por un inoportuno resbalón que casi le cuesta la caída.
El botín de Biles la convierte en la tercera deportista más laureada de los Juegos, por detrás de sus compatriotas Michael Phelps (cinco oros y una plata) y Katie Ledecky (cuatro oros y una plata).
Estados Unidos ha ganado el oro individual femenino en las cuatro últimas ediciones de los Juegos, pero cada vez con una gimnasta diferente. El reto para el equipo es cuidar a Biles para que aguante otro ciclo en el estado de forma soberbio en que ha competido en Río. Si renovase el título, algo que solo han hecho dos mujeres en toda la historia, sería verdaderamente universal.
Por detrás de la norteamericana, el otro gran triunfador de Río ha sido el japonés Kohei Uchimura, que revalidó el oro individual de Londres 2012 y añadió, por fin, el oro olímpico por equipos.
Uchimura, seis veces consecutivas campeón mundial, derrotó en el último aparato de la final al ucraniano Oleg Verniaiev, llamado a ser su sucesor en los podios internacionales y que sí ganó el oro en paralelas.
Otro gimnasta que se irá de Río lleno de felicidad será el británico Max Whitlock, bronce general por detrás de los gigantes Uchimura y Verniaiev y, además, campeón olímpico en las modalidades de suelo y caballo con arcos. Después de ser bronce por equipos y en caballo con arcos en Londres 2012, su carrera puede considerarse histórica para la gimnasia de su país.
Alexandra Raisman, compañera de equipo de Simone Biles, termina con el oro por equipos y la plata general y en suelo, en ambos casos por detrás de la superestrella.
La medallista de bronce en el concurso completo, la rusa Aliya Mustafina, añadió también a su currículum el oro en asimétricas y la plata por equipos, además de unas bonitas declaraciones sobre su rival Biles: "Competir contra ella no es difícil, es un placer".
Entre las sorpresas positivas del torneo, las dos platas (paralelas y barra) del estadounidense Dannel Leyva, bronce absoluto en Londres y que llegó a Río gracias a la lesión de John Orozco; el oro de la holandesa Sanne Wevers en barra, beneficiada por el resbalón de Biles; y la prometedora brasileña Flavia Saraiva, sin medallas pero con muy buen aspecto como gimnasta de futuro.
Brasil, en 2012 el primer país latino que ganaba una medalla olímpica en gimnasia con el oro de Arthur Zanetti en anillas, confirmó su paso de potencia regional a mundial con las platas del propio Zanetti en el mismo aparato y de Diego Hypolito en suelo, más el bronce de Arthur Mariano también sobre el tapiz.
Las mayores decepciones estuvieron a cargo del holandés Epke Zonderland, con una caída terrible en la barra que le impidió revalidar el oro tan brillantemente ganado en Londres; y del cubano Manrique Larduet, subcampeón mundial absoluto y con las finales de barra y paralelas como únicos méritos. Para la del concurso completo se clasificó pero no la completó.
Río de Janeiro, EFE
Las cinco medallas olímpicas, cuatro de ellas de oro, conseguidas en Río por Simone Biles la convierten en una de las referencias de estos Juegos Olímpicos y, si no sucumbe a la trituradora de gimnastas que es la selección estadounidense, en un posible nuevo mito de este deporte.
Biles se va de Río con los dos oros más valiosos, el individual absoluto y el de equipos, otros dos en sendos aparatos, suelo y salto, y una medalla de bronce en barra, donde se le escapó la victoria por un inoportuno resbalón que casi le cuesta la caída.
El botín de Biles la convierte en la tercera deportista más laureada de los Juegos, por detrás de sus compatriotas Michael Phelps (cinco oros y una plata) y Katie Ledecky (cuatro oros y una plata).
Estados Unidos ha ganado el oro individual femenino en las cuatro últimas ediciones de los Juegos, pero cada vez con una gimnasta diferente. El reto para el equipo es cuidar a Biles para que aguante otro ciclo en el estado de forma soberbio en que ha competido en Río. Si renovase el título, algo que solo han hecho dos mujeres en toda la historia, sería verdaderamente universal.
Por detrás de la norteamericana, el otro gran triunfador de Río ha sido el japonés Kohei Uchimura, que revalidó el oro individual de Londres 2012 y añadió, por fin, el oro olímpico por equipos.
Uchimura, seis veces consecutivas campeón mundial, derrotó en el último aparato de la final al ucraniano Oleg Verniaiev, llamado a ser su sucesor en los podios internacionales y que sí ganó el oro en paralelas.
Otro gimnasta que se irá de Río lleno de felicidad será el británico Max Whitlock, bronce general por detrás de los gigantes Uchimura y Verniaiev y, además, campeón olímpico en las modalidades de suelo y caballo con arcos. Después de ser bronce por equipos y en caballo con arcos en Londres 2012, su carrera puede considerarse histórica para la gimnasia de su país.
Alexandra Raisman, compañera de equipo de Simone Biles, termina con el oro por equipos y la plata general y en suelo, en ambos casos por detrás de la superestrella.
La medallista de bronce en el concurso completo, la rusa Aliya Mustafina, añadió también a su currículum el oro en asimétricas y la plata por equipos, además de unas bonitas declaraciones sobre su rival Biles: "Competir contra ella no es difícil, es un placer".
Entre las sorpresas positivas del torneo, las dos platas (paralelas y barra) del estadounidense Dannel Leyva, bronce absoluto en Londres y que llegó a Río gracias a la lesión de John Orozco; el oro de la holandesa Sanne Wevers en barra, beneficiada por el resbalón de Biles; y la prometedora brasileña Flavia Saraiva, sin medallas pero con muy buen aspecto como gimnasta de futuro.
Brasil, en 2012 el primer país latino que ganaba una medalla olímpica en gimnasia con el oro de Arthur Zanetti en anillas, confirmó su paso de potencia regional a mundial con las platas del propio Zanetti en el mismo aparato y de Diego Hypolito en suelo, más el bronce de Arthur Mariano también sobre el tapiz.
Las mayores decepciones estuvieron a cargo del holandés Epke Zonderland, con una caída terrible en la barra que le impidió revalidar el oro tan brillantemente ganado en Londres; y del cubano Manrique Larduet, subcampeón mundial absoluto y con las finales de barra y paralelas como únicos méritos. Para la del concurso completo se clasificó pero no la completó.