El régimen sirio pacta una tregua con las milicias kurdas mientras Turquía les cierra el paso

La artillería turca bombardea al ISIS en la frontera en apoyo de rebeldes aliados que preparan un ataque

Juan Carlos Sanz
Corresponsal en Oriente Próximo
Jerusalén, El País
En el tablero de la guerra siria mueven sus piezas cada vez más potencias regionales y globales. Mientras el régimen del presidente Bachar el Asad pactaba este martes un alto el fuego con las milicias rebeldes kurdas —aliadas de Estados Unidos, aunque también han colaborado con Rusia– en la estratégica ciudad de Hasaka, la artillería de Turquía machacaba Yarablus, la última posición que los yihadistas del ISIS mantienen en la frontera turco-siria. El Gobierno de Ankara busca allanar el camino a un inminente avance del Ejército Libre Sirio, coalición insurgente suní respaldada por el Gobierno turco, para que cierre el paso a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) kurdas, que controlan una franja de territorio fronterizo de más de 400 kilómetros de longitud donde han proclamado el autogobierno.


La mediación militar rusa ha facilitado el acuerdo para el cese de hostilidades en Hasaka, donde durante una semana las milicias kurdas han cercado a los soldados del régimen de Damasco. Poco antes de que se anunciara la tregua, el YPG se había apoderado del 90% de la ciudad y había arrinconado al Ejército en los edificios gubernamentales del centro. Ambos contendientes —que han librado en esta zona del noreste del país su mayor enfrentamiento en más de cinco años de guerra– van a retirar sus unidades militares para ceder el control de las calles a la policía siria y las fuerzas de seguridad del Partido Unión Democrática (PYD, ala política de la milicia kurda).

En la batalla por Hasaka estuvieron a punto de enfrentarse cazas Sujói-24 de la aviación siria, que bombardeó a los rebeldes el pasado viernes, con F22 estadounidenses que acudieron en defensa de sus aliados y de las fuerzas especiales norteamericanas que les asesoran sobre el terreno. El Pentágono lanzó entonces una inequívoca advertencia a Damasco, que finalmente parece haber preferido retornar al statu quo que mantenía durante el conflicto en una localidad con población mixta árabe y kurda.

Turquía, mientras tanto, intenta evitar a toda costa el nacimiento de un cinturón kurdo en su frontera con Siria, según el modelo de autogobierno casi pleno con el que cuentan los kurdos del norte de Irak desde el derrocamiento del régimen de Sadam Husein. La artillería turca bombardeó directamente el lunes la ciudad de Manbij, que el YPG y su coalición Fuerzas Democráticas Sirias arrebataron a comienzos de mes al Estado Islámico. Ankara quiere cerrar a toda costa el paso a las milicias kurdas en su marcha hacia Yarablus, sobre la que cayeron este martes más de 40 impactos de proyectiles turcos para intentar poner en fuga a los últimos combatientes del ISIS.

El Gobierno de Ankara ha ordenado evacuar la ciudad fronteriza turca de Karkamis, próxima a Yarablus, donde impactaron granadas de mortero lanzadas por los yihadistas. El ministro de Exteriores, Mevlut Cavusolglu, anticipó que Turquía va a prestar “todo tipo de apoyo” a la operación que prepara el Ejército Libre Sirio, enfrentado con el YPG, para expulsar al ISIS de la ciudad fronteriza, informa Andrés Mourenza desde Estambul.

Unos 1.500 insurgentes sirios se han concentrado en los últimos días en el sector turco de la frontera, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con el presunto objetivo de lanzar una operación para expulsar a los yihadistas de Yarablus. “No queremos al Daesh ni en la frontera siria ni en la de Irak”, advirtió el jefe de la diplomacia de Turquía, al referirse por su acrónimo en árabe al ISIS, al que as primeras investigaciones de Ankara atribuyen el atentado que se cobró 54 muertos que asistían a una boda entre kurdos en Gaziantep, la principal ciudad turca próxima a Siria.

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