BALONCESTO / Una pésima España pierde otra vez y se complica los cuartos
Juan Jiménez
As
La Ciudad Maravillosa, Río de Janeiro, amenaza con convertirse en maldita para España. Ante Brasil, y con 65-64, Pau Gasol, tantas y tantas veces héroe de esta dorada Selección de baloncesto, tuvo dos tiros libres a 19 segundos del final para casi cerrar la victoria ante Brasil o, al menos, asegurarse no caer. Sin embargo, y al feo grito de “Pau, vete a tomar por culo” coreado por los 16.000 enfervorizados brasileños que reventaban el encendido Carioca Arena, falló los dos. La pelota acabó en manos de Marcelinho, que se jugó un tiro que quedó en el aire hasta que Marquinhos, empujado se diría que por el Corcovado, palmeó volando por encima de todos los brazos españoles, incluidos los del desdichado Pau Gasol. La derrota ante Brasil (66-65), deja a España en una situación límite, con dos derrotas en el casillero y una hoja de ruta que incluye a Nigeria, Lituania y Argentina. Si esas tres victorias, está condenada a ser eliminada o acabar cuarta de grupo con la amenaza, casi letal, de Estados Unidos. España, el equipo que tantas y tantas veces ha deslumbrado, perdió el norte y no puede decirse que fuera una derrota injusta. Esta vez, ni le salvó Gasol. Su tarde aciaga (5/12 en tiros libres, 4/9 en tiros de dos y 0/2 en triples) empujó al abismo a la Selección. Pero no fue Gasol el único problema de la selección.
España, que repitió quinteto (Ricky, Llull, Rudy, Mirotic, Gasol), advirtió pronto que las musas de la Ciudad Maravillosa tampoco habían bajado a verle contra Brasil. Su atasco en el primer cuarto fue considerable y de un 0-4 inicial se pasó a un 18-10 preocupante a poco más de un minuto del final del primer cuarto. Gasol no encontró las mismas facilidades para anotar que contra Croacia y en defensa la Selección seguía sufriendo una extraña parálisis que le impidió seguir los cortes rivales, llegar a los rebotes y saltar lo que saltaba Brasil, un equipo excitado, dispuesto a dar el corazón si era necesario. Un triple de Sergio Rodríguez le salvó el final del primer cuarto a España (18-13).
Apareció Navarro, que anotó sus primeros puntos en los Juegos con un dos más uno ilusionante. A Navarro, lejos de sus mejores días, se le ve algo apagado. Era necesario, pues, un empujón de autoestima. Tal vez a partir de ahí arrancase... pero no. Scariolo probó cosas. Por ejemplo, endurecer al equipo con Claver y Felipe y mezclar defensas para crear cierta confusión en la selección de Magnano. Con 18-16, nada más arrancar el segundo cuarto, España se puso en zona. El asunto pareció funcionar pero España no está redonda. No es estable ni tiene continuidad. Por eso Brasil convirtió un esperanzador 27-31 en un 34-31 al descanso con Marcelinho desatado y sin fallo en el tiro. Guilherme Giovanonni, 36 años, 126 internacionalidades y algo así como el padre de familia, se fue al descanso chocando manos a la afición en el Carioca Arena con la cara desencajada, levantando a la afición y creyendo que era posible. Su rostro encendido contrastaba con el de Llull, que se marchó al vestuario con tres pérdidas y sólo dos puntos, lejos del jugador MVP de las dos últimas finales de la ACB.
Parecía imposible, pero el tercer cuarto empezó aún peor. Gasol pareció un fantasma en defensa y Brasil entró con facilidad en la cocina. Una y otra vez, martilleando con las bombitas de Marcelinho y los rebotes ofensivos de Felicio. A 6:51 del final la cosa tenía muy mala pinta. 42-33 después de un contragolpe de Leandrinho y el Carioca Arena ardiendo. Ganar a esta España histórica sería mucho. España se agarró al partido como pudo. Con pérdidas, errores y gracias a la agresividad extrema de Brasil, empató a 45. Lo siguiente fue otra desconexión, la enésima…, hasta el 56-45 del minuto 31. España naufragaba sin rumbo fijo. Casi sin saber cómo, apretó de nuevo el partido (57-54), después de un par de buenas acciones defensivas.
Un triple de Sergio Rodríguez lo puso ya en un pañuelo (59-58). Y un triple de Llull, al que no se puede negar un tremendo carácter, adelantó a la Selección. Entonces llegó la secuencia de tiros libres fallados por Gasol y el desenlace fatal con Marquinhos como héroe nacional hasta el 66-65 final. España pareció empeñada en perder. Ahora ya no tiene margen de error.
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La Ciudad Maravillosa, Río de Janeiro, amenaza con convertirse en maldita para España. Ante Brasil, y con 65-64, Pau Gasol, tantas y tantas veces héroe de esta dorada Selección de baloncesto, tuvo dos tiros libres a 19 segundos del final para casi cerrar la victoria ante Brasil o, al menos, asegurarse no caer. Sin embargo, y al feo grito de “Pau, vete a tomar por culo” coreado por los 16.000 enfervorizados brasileños que reventaban el encendido Carioca Arena, falló los dos. La pelota acabó en manos de Marcelinho, que se jugó un tiro que quedó en el aire hasta que Marquinhos, empujado se diría que por el Corcovado, palmeó volando por encima de todos los brazos españoles, incluidos los del desdichado Pau Gasol. La derrota ante Brasil (66-65), deja a España en una situación límite, con dos derrotas en el casillero y una hoja de ruta que incluye a Nigeria, Lituania y Argentina. Si esas tres victorias, está condenada a ser eliminada o acabar cuarta de grupo con la amenaza, casi letal, de Estados Unidos. España, el equipo que tantas y tantas veces ha deslumbrado, perdió el norte y no puede decirse que fuera una derrota injusta. Esta vez, ni le salvó Gasol. Su tarde aciaga (5/12 en tiros libres, 4/9 en tiros de dos y 0/2 en triples) empujó al abismo a la Selección. Pero no fue Gasol el único problema de la selección.
España, que repitió quinteto (Ricky, Llull, Rudy, Mirotic, Gasol), advirtió pronto que las musas de la Ciudad Maravillosa tampoco habían bajado a verle contra Brasil. Su atasco en el primer cuarto fue considerable y de un 0-4 inicial se pasó a un 18-10 preocupante a poco más de un minuto del final del primer cuarto. Gasol no encontró las mismas facilidades para anotar que contra Croacia y en defensa la Selección seguía sufriendo una extraña parálisis que le impidió seguir los cortes rivales, llegar a los rebotes y saltar lo que saltaba Brasil, un equipo excitado, dispuesto a dar el corazón si era necesario. Un triple de Sergio Rodríguez le salvó el final del primer cuarto a España (18-13).
Apareció Navarro, que anotó sus primeros puntos en los Juegos con un dos más uno ilusionante. A Navarro, lejos de sus mejores días, se le ve algo apagado. Era necesario, pues, un empujón de autoestima. Tal vez a partir de ahí arrancase... pero no. Scariolo probó cosas. Por ejemplo, endurecer al equipo con Claver y Felipe y mezclar defensas para crear cierta confusión en la selección de Magnano. Con 18-16, nada más arrancar el segundo cuarto, España se puso en zona. El asunto pareció funcionar pero España no está redonda. No es estable ni tiene continuidad. Por eso Brasil convirtió un esperanzador 27-31 en un 34-31 al descanso con Marcelinho desatado y sin fallo en el tiro. Guilherme Giovanonni, 36 años, 126 internacionalidades y algo así como el padre de familia, se fue al descanso chocando manos a la afición en el Carioca Arena con la cara desencajada, levantando a la afición y creyendo que era posible. Su rostro encendido contrastaba con el de Llull, que se marchó al vestuario con tres pérdidas y sólo dos puntos, lejos del jugador MVP de las dos últimas finales de la ACB.
Parecía imposible, pero el tercer cuarto empezó aún peor. Gasol pareció un fantasma en defensa y Brasil entró con facilidad en la cocina. Una y otra vez, martilleando con las bombitas de Marcelinho y los rebotes ofensivos de Felicio. A 6:51 del final la cosa tenía muy mala pinta. 42-33 después de un contragolpe de Leandrinho y el Carioca Arena ardiendo. Ganar a esta España histórica sería mucho. España se agarró al partido como pudo. Con pérdidas, errores y gracias a la agresividad extrema de Brasil, empató a 45. Lo siguiente fue otra desconexión, la enésima…, hasta el 56-45 del minuto 31. España naufragaba sin rumbo fijo. Casi sin saber cómo, apretó de nuevo el partido (57-54), después de un par de buenas acciones defensivas.
Un triple de Sergio Rodríguez lo puso ya en un pañuelo (59-58). Y un triple de Llull, al que no se puede negar un tremendo carácter, adelantó a la Selección. Entonces llegó la secuencia de tiros libres fallados por Gasol y el desenlace fatal con Marquinhos como héroe nacional hasta el 66-65 final. España pareció empeñada en perder. Ahora ya no tiene margen de error.