Silencio en la prensa turca tras el cierre masivo de medios

Las voces críticas con el Gobierno son cada vez más escasas

Marga Zambrana
Estambul, El País
La oposición turca ha perdido la voz en la prensa. Tras el cierre masivo de 131 medios de comunicación el miércoles, los medios tradicionales de la oposición se han limitado a publicar las cifras del cierre. Sin más. Incluso las cuentas de Twitter de académicos que defienden la libertad de prensa y en las redes sociales del país han hecho lo mismo, sólo han publicado la lista negra.


Es al leer los comentarios cuando se puede entender la situación de miedo que se vive en Turquía: “¿Por qué no mencionas la razón por la que han sido cerrados? ¿Tienes miedo de escribirla? Te acusarían de ser parte de ellos”, replica un seguidor de Yaman Akdeniz (@cyberrights), un académico y activista de derechos en la red que ayer sólo publicó la lista de los medios afectados en la Gaceta Oficial de la República de Turquía .

“No puedo creer que toda esa gente sean Gulenistas”, señala en otro tuit, refiriéndose a la avalancha de cierres, el periodista Levent Gültekin, con 330.000 seguidores, que trabaja para la publicación izquierdista Diken.

Umut Özkırımlı, un académico y analista político turco del Centro de Estudios de Oriente medio de la Universidad de Lund, Suecia, explica que la razón para este silencio mediático es sencilla: "Queda algo de oposición en los medios turcos, por ejemplo portales independientes como T24 o el diario Diken, algunos diarios como Cumhuriyet (centro-izquierda liberal), aunque el régimen (sic) lo acusa de vínculos con Gülen, Sozcu (izquierda nacionalista-Kemalista) y los muy marginales y oprimidos medios kurdos”.

Sin embargo, subraya, medios como Sozcu siguen una línea muy del Estado, por lo que no se pueden considerar totalmente oposición. En cuanto a los medios kurdos, “suelen alinearse con el régimen (sic), y hay mucha presión en el resto de medios independientes. Se les acusa de ser gulenistas o pro-PKK (el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerada una organización terrorista).

“El Estado de Emergencia permite al gobierno cerrar medios de comunicación sin una orden o proceso judicial. En este contexto, los medios que antes eran críticos como el grupo Dogan (diario Hurriyet) han cedido a la presión y han cambiado su línea editorial”, concluye Özkırımlı.

Con el Estado de Emergencia aprobado, a principios de esta semana, las autoridades turcas detuvieron a 42 periodistas, y el miércoles otros 47 que trabajaban para el diario Zaman, cercano a la secta del clérigo Fetulá Gülen, al que el gobierno turco acusa de estar detrás del fallido golpe de Estado del 15 de julio.

El miércoles, el Gobierno turco emitió un nuevo decreto de medidas de acuerdo con el Estado de Emergencia impuesto tras el golpe, ordenando el cierre de 131 medios de comunicación. Entre ellos, 16 canales de televisión, 23 emisoras de radio, 45 diarios, 15 revistas y 29 casas editoriales, entre ellas la agencia de noticias Cihan, los canales de televisión Bugün y Kanaltürk, diarios de tirada como Zaman o Today’s Zaman.

Las purgas tras el fallido golpe de estado alcanza ya a más de 60.000 personas en Turquía, con 16.000 detenidos y 50.000 despidos, que alcanzan instituciones como el ejército, ministerios, universidades, escuelas, hospitales, juzgados y periodistas.

El presidente Recep Tayyip Erdogan lanzó en los días posteriores al golpe una campaña contra la secta del islamista Gülen, su antiguo socio político, a la que ahora denomina “La Organización Terrorista Fetullá” (FETO, por sus siglas en turco). El clérigo, desde su exilio en Pensilvania, niega cualquier vinculación con el golpe.

Según fuentes oficiales, un total de 246 personas fallecieron en la noche del fallido intento, entre ellos 179 civiles y 62 miembros del ejército y la policía. A estos datos hay que añadir 24 golpistas, con lo que la cifra total es de 270 muertos.

Las más de 15.000 detenciones llevadas a cabo incluyen 10.000 soldados, 2.000 efectivos policiales, y más de 2.000 jueces y fiscales, según datos difundidos por el ministro del Interior Efkan Ala.

Pero entre los más de 50.000 turcos que han perdido sus puestos de trabajo se encuentran más de 42.000 profesores, decanos y personal administrativo, por lo que han saltado las alarmas en gobiernos y analistas occidentales sobre la pérdida de libertades democráticas que ya viví Turquía desde que el partido de Erdogan recuperó la mayoría absoluta en noviembre.

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