Pelea de gatos en Londres

Las mascotas felinas de la premier británica Theresa May y la de su vecino el Ministro de Relaciones Exteriores se llevan francamente mal.

Clarín
El primer ministro británico David Cameron se fue del 10 de Downing Street y dejó atrás a su gato Larry, que ahora se pasea entre los pies de Theresa May y cuida de que no haya ratones dando vueltas. Pero además tiene otra costumbre, pelearse con Palmerston, el gato del vecino ministerio de Relaciones Exteriores.


Es una cara a cara entre gatos todos los benditos días y noches. Se miran, se miden. Se vigilan. Se odian. Les importa un bledo si hay un guardia de Scotland Yard vigilando. Se amenazan en público igual.

Larry frecuenta las antecámaras del poder desde 2011, fecha en que fue enrolado para dar caza a ratas y ratones. El felino parece ya se adoptó al estilo de los zapatos de tacón de la nueva residente, en particular los de imitación piel de leopardo. Pero no termina de tragar a su vecino de enfrente, el "negro y blanco" Palmerston.

El martes por ejemplo, según cuenta el Daily Mail, un pícaro Palmerston - aprovechó la oportunidad para intentar meterse en la casa del 10 de Downing Street y atacar por sorpresa a su enemigo.

Pero fue descubierto por un guardia de seguridad que rápidamente lo agarró y sin demasiados reparos lo arrojó de vuelta a la vereda antes de que estallara una trifulca de arañazos y maullidos histéricos adentro de la residencia oficial.

Pero no alcanzó, porque poco después Palmerston enfrentó cara a cara a Larry, mantuvieron una pequeña pelea antes de decidir volver a su propia casa y pensar en otra estrategia de ataque a su archienemigo.

Larry, un gato procedente de la Sociedad Protectora de Animales (SPA), fue llevado a Downing Street después de que se advirtiera, en imágenes grabadas por las cámaras de los servicios informativos televisivos, la presencia de una rata fisgoneando ante la célebre puerta negra de la residencia del primer ministro.

No obstante, la eficacia de Larry ha sido puesta en tela de juicio. Recibe numerosos obsequios y golosinas de sus admiradores y pasa la mayor parte del tiempo "probando la calidad (y confort) de los muebles antiguos en sus siestas" cotidianas. Y además se lleva mal con todo el mundo. No solo con el pendenciero Palmerston. Al parecer mantendría relaciones bastante difíciles con Freya, la gata de la familia del Canciller de la Hacienda (Chancellor of the Exchequer), quien vive en la casa vecina, o sea, en el número 11.

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