La crisis de la banca italiana amenaza con contagiar a la UE
Las entidades transalpinas acaparan un tercio de toda la morosidad de la zona euro, según los datos del FMI
Antonio Maqueda
Madrid, El País
El Fondo Monetario Internacional ha puesto el foco sobre la banca italiana. Y la conclusión se resume en que el problema no se puede solventar simplemente esperando a que la recuperación económica repare los balances. Hace falta más. Sobre todo porque las entidades transalpinas acaparan un tercio de todos los créditos morosos de la zona euro, la friolera de 360.000 millones o el equivalente al 22% del PIB italiano. Si se combina esto con una deuda elevada y un crecimiento frágil, el cóctel resulta explosivo y "el contagio regional y global puede ser significativo dado el peso sistémico de Italia", alerta el Fondo.
“Los esfuerzos a escala europea deben proseguir para reforzar la arquitectura de la eurozona”, remacha el FMI en su informe sobre la coyuntura económica italiana. Es más, advierte a las autoridades europeas de que la pelota caliente de la banca transalpina se puede sumar a una economía global inestable, el Brexit, el Grexit, la crisis de refugiados y las dificultades que tiene la UE para avanzar en la unión bancaria y fiscal.
El organismo radicado en Washington pinta una banca italiana con apuros generalizados y atrapada en un círculo vicioso de difícil salida. Las entidades no son capaces de alimentar el crédito y, por tanto, la inversión. A su vez, sin una economía que crezca y con una inflación moderada, el sistema financiero italiano tendrá muy complicado superar sus problemas a fuerza de crecimiento. El corolario consiste en que se precisan "medidas adicionales" para romper con la trampa de malos créditos que impide el buen funcionamiento de la economía italiana. En definitiva, el Fondo hace una llamada a una intervención más decidida que ponga solución a una morosidad media del 18% de los préstamos. Basta recordar cómo un informe de la institución mentando el agujero de Bankia acabó desencadenando el rescate financiero de España.
El organismo dirigido por Christine Lagarde sostiene que esta situación ya está provocando un aumento de las primas de interés transalpinas en el sector privado, aunque todavía disten de los exorbitantes niveles de 2012. Y eso que el BCE está manteniendo las rentabilidades de los bonos extraordinariamente bajas comprando deuda a mansalva. Si el crecimiento vuelve a resentirse, la vulnerabilidad de Italia es extrema, explica el Fondo. A su juicio, “unas mayores primas de riesgo tendrán consecuencias sobre las empresas más duras que en el pasado”. También en el crédito soberano, dada la elevada exposición que tiene una banca cargada de títulos estatales en sus balances y que experimentaría muchas dificultades para refinanciar las altísimas cotas de deuda pública.
El Gobierno de Roma ya reconoce la dimensión del aprieto, y ha aplicado reformas para mejorar la reestructuración de créditos, fomentar la consolidación bancaria y facilitar la titulización y venta de los préstamos morosos. Sin embargo, el agujero es demasiado grande. Y para mayor inri, el FMI destaca que hay demasiados conflictos de gobernanza en la banca italiana. Los vínculos entre empresas y bancos son muy estrechos, en especial en el caso de los numerosos bancos regionales y pequeños. Estas entidades de menor tamaño se muestran incapaces de gestionar bien la morosidad, indica el Fondo. En parte, al inicio este fenómeno ayudó a que muchas compañías soportasen mejor los primeros vaivenes de la crisis respaldas por los bancos. Pero ahora está impidiendo que se limpien los balances. El grueso de la mora pertenece a empresas, muchas de ellas medianas y pequeñas cuyos activos son difíciles de valorar y que deberían reestructurarse o perecer, señalan los hombres de negro.
Por más que muchos de los créditos tengan garantías, se tarda un mundo en ejecutarlas debido a un intrincado sistema judicial que además dificulta reestructurar las deudas. Y el nivel de provisiones se antoja bajísimo. Para colmo, existe una división entre norte y sur también en la cantidad de morosos: el centro y el sur aglutinan mucho más que el norte.
Antonio Maqueda
Madrid, El País
El Fondo Monetario Internacional ha puesto el foco sobre la banca italiana. Y la conclusión se resume en que el problema no se puede solventar simplemente esperando a que la recuperación económica repare los balances. Hace falta más. Sobre todo porque las entidades transalpinas acaparan un tercio de todos los créditos morosos de la zona euro, la friolera de 360.000 millones o el equivalente al 22% del PIB italiano. Si se combina esto con una deuda elevada y un crecimiento frágil, el cóctel resulta explosivo y "el contagio regional y global puede ser significativo dado el peso sistémico de Italia", alerta el Fondo.
“Los esfuerzos a escala europea deben proseguir para reforzar la arquitectura de la eurozona”, remacha el FMI en su informe sobre la coyuntura económica italiana. Es más, advierte a las autoridades europeas de que la pelota caliente de la banca transalpina se puede sumar a una economía global inestable, el Brexit, el Grexit, la crisis de refugiados y las dificultades que tiene la UE para avanzar en la unión bancaria y fiscal.
El organismo radicado en Washington pinta una banca italiana con apuros generalizados y atrapada en un círculo vicioso de difícil salida. Las entidades no son capaces de alimentar el crédito y, por tanto, la inversión. A su vez, sin una economía que crezca y con una inflación moderada, el sistema financiero italiano tendrá muy complicado superar sus problemas a fuerza de crecimiento. El corolario consiste en que se precisan "medidas adicionales" para romper con la trampa de malos créditos que impide el buen funcionamiento de la economía italiana. En definitiva, el Fondo hace una llamada a una intervención más decidida que ponga solución a una morosidad media del 18% de los préstamos. Basta recordar cómo un informe de la institución mentando el agujero de Bankia acabó desencadenando el rescate financiero de España.
El organismo dirigido por Christine Lagarde sostiene que esta situación ya está provocando un aumento de las primas de interés transalpinas en el sector privado, aunque todavía disten de los exorbitantes niveles de 2012. Y eso que el BCE está manteniendo las rentabilidades de los bonos extraordinariamente bajas comprando deuda a mansalva. Si el crecimiento vuelve a resentirse, la vulnerabilidad de Italia es extrema, explica el Fondo. A su juicio, “unas mayores primas de riesgo tendrán consecuencias sobre las empresas más duras que en el pasado”. También en el crédito soberano, dada la elevada exposición que tiene una banca cargada de títulos estatales en sus balances y que experimentaría muchas dificultades para refinanciar las altísimas cotas de deuda pública.
El Gobierno de Roma ya reconoce la dimensión del aprieto, y ha aplicado reformas para mejorar la reestructuración de créditos, fomentar la consolidación bancaria y facilitar la titulización y venta de los préstamos morosos. Sin embargo, el agujero es demasiado grande. Y para mayor inri, el FMI destaca que hay demasiados conflictos de gobernanza en la banca italiana. Los vínculos entre empresas y bancos son muy estrechos, en especial en el caso de los numerosos bancos regionales y pequeños. Estas entidades de menor tamaño se muestran incapaces de gestionar bien la morosidad, indica el Fondo. En parte, al inicio este fenómeno ayudó a que muchas compañías soportasen mejor los primeros vaivenes de la crisis respaldas por los bancos. Pero ahora está impidiendo que se limpien los balances. El grueso de la mora pertenece a empresas, muchas de ellas medianas y pequeñas cuyos activos son difíciles de valorar y que deberían reestructurarse o perecer, señalan los hombres de negro.
Por más que muchos de los créditos tengan garantías, se tarda un mundo en ejecutarlas debido a un intrincado sistema judicial que además dificulta reestructurar las deudas. Y el nivel de provisiones se antoja bajísimo. Para colmo, existe una división entre norte y sur también en la cantidad de morosos: el centro y el sur aglutinan mucho más que el norte.