El Mercosur debate la presidencia de turno de Venezuela en un clima de tensión

La brecha ideológica con Nicolás Maduro abre una nueva crisis en el bloque sudamericano

Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
La estrategia para resolver quién será el sucesor de Uruguay como presidente de turno del Mercado Común del Sur (Mercosur) deberá esperar al menos hasta el jueves. Esa ha sido la solución de emergencia que acordaron cancilleres y representantes diplomáticos reunidos en Montevideo para evitar, al menos por ahora, que el traspaso rotativo que corresponde a Venezuela termine por minar aún más la unidad del alicaído bloque comercial, que integran también Argentina, Brasil y Paraguay. El rechazo de Asunción a que el gobierno de Nicolás Maduro, inmerso en una profunda crisis interna y con denuncias internacionales por la persecución de la oposición, lidere por 6 meses el grupo obligó a suspender sobre la hora una reunión de presidentes prevista para hoy. Y llevó a los socios a debatir la propuesta de Brasil, que a través de su canciller, José Serra, recomendó posponer cualquier solución de fondo al menos un mes, cuando vencerá el plazo dado a Caracas en 2014 para que adapte su economía a las condiciones bloque. La opinión de Serra ha sido que para entonces habrá más elementos legales para resolver la cuestión de fondo.


De poco han servido los esfuerzos de la canciller de Venezuela, Delcy Rodríguez, para que el tema se resolviese hoy mismo. La funcionaria llevó a Montevideo una advertencia: negar la presidencia a Venezuela va contra los estatutos del bloque y daña la credibilidad de los socios. “No hay que atender a los malos modales de la derecha", dijo Rodríguez a la entrada del ministerio de Exteriores uruguayo, antes de anunciar que “en los próximos días” Montevideo haría efectivo el traspaso de la presidencia de turno. Pero el entusiasmo de Rodríguez fue fugaz. Su par uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, la desmintió enseguida. "Cada uno de los países está manteniendo su posición", señaló el canciller, lo que obligó a los socios a pasar a "un cuarto intermedio" hasta el jueves, plazo en que el que realizarán nuevas consultas entre países.

La suspensión de Venezuela ha sido un pedido expreso de Paraguay, uno de los socios menores del bloque. Su canciller, Eladio Loizaga, dijo abiertamente que Venezuela no tiene las “credenciales democráticas, respeto a los derechos humanos y estabilidad económica” que necesita cualquier país que pretenda liderar el Mercosur. Mucho más porque el grupo enfrenta, como telón de fondo, el desafío de reactivar las negociaciones comerciales con la Unión Europea, un acuerdo del que Venezuela ya se ha autoexcluido.

Tras el rechazo de Paraguay, Argentina y Brasil fijaron posiciones dispares. La canciller Argentina, Susana Malcorra, se alineó con Uruguay y defendió en principio el respeto al calendario institucional del Mercosur, pase lo que pase. Pero pronto debió aceptar el giro en contrario ordenado por el presidente Mauricio Macri, quien desde Bruselas, donde viajó para relanzar el acuerdo Mercosur-UE, criticó con dureza a Maduro. Brasil, en tanto, apostó por una posición intermedia que patease el problema hacia adelante. En un viaje relámpago a Montevideo la semana pasada, el canciller José Serra propuso postergar el traspaso con el argumento de que Caracas adeuda al bloque ciertos requisitos en “materia de normas y temas cambiarios”. Sucede que Caracas tiene hasta agosto para adaptarse a las condiciones de adhesión pautadas en 2012, cuando se integró como miembro plenor. La votación clave está prevista para justo después de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

La crisis por la alternancia apenas ha ocultado la profundidad de la crisis abierta por la presencia de Venezuela en el Mercosur, sobre todo porque el giro político regional y el deterioro de la situación interna del país caribeño han alterado en forma dramática las condiciones en las que se negoció la adhesión, hace ya 4 años. Cuando Venezuela se sumó al bloque, el presidente Hugo Chávez aún estaba vivo, la crisis económica apenas asomaba en Caracas y el eje “bolivariano” mostraba buena salud. Por aquel entonces, el ingreso del principal productor de petróleo del continente fue clave para fortalecer económicamente al bloque. Pero tras la muerte de Chávez, el 5 de marzo de 2013, la crisis política y económica de Venezuela se aceleró y se hicieron más explícitos los cuestionamientos hacia la calidad democrática del gobierno Maduro. Hoy Venezuela es más un problema a resolver que una solución.

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